Vaticano

Papa Francisco: «El Evangelio nos pide una mirada nueva sobre nosotros mismos y sobre la realidad»

El Papa Francisco nos ha recordado, tras el rezo del Angelus en la plaza de San Pedro, que "con Dios siempre hay esperanza de nuevos brotes, incluso en los terrenos más áridos".

David Fernández Alonso·13 de junio de 2021·Tiempo de lectura: 3 minutos
papa francisco

Foto: ©2021 Catholic News Service / U.S. Conference of Catholic Bishops.

El Papa Francisco ha rezado el Angelus desde la ventana del Palacio Apostólico, y ha dirigido algunas palabras a los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro: «A través de las dos parábolas que nos presenta el Evangelio este domingo», ha comenzado el Santo Padre, «retomamos el tiempo litúrgico “Ordinario”. Las parábolas se inspiran precisamente en la vida ordinaria, y revelan la mirada atenta y profunda de Jesús, que observa la realidad y, mediante pequeñas imágenes cotidianas, abre ventanas hacia el misterio de Dios y la historia humana. Así, nos enseña que incluso las cosas de cada día, esas que a veces parecen todas iguales y que llevamos adelante con distracción o cansancio, están habitadas por la presencia escondida de Dios. Por tanto, necesitamos ojos atentos para saber “buscar y hallar a Dios en todas las cosas”, como le gustaba decir a San Ignacio de Loyola».

La reflexión sobre el Reino de Dios ha estado en el centro de las palabras De Francisco: «Hoy Jesús compara el Reino de Dios, su presencia que habita el corazón de las cosas y del mundo, con el grano de mostaza, la semilla más pequeña que hay. Sin embargo, arrojado a la tierra, crece hasta convertirse en el árbol más grande (cfr. Mc 4,31-32). Así hace Dios. A veces, el fragor del mundo y las muchas actividades que llenan nuestras jornadas nos impiden detenernos y vislumbrar en qué modo el Señor conduce la historia. Y sin embargo -asegura el Evangelio- Dios está obrando, como una pequeña semilla buena que silenciosa y lentamente germina. Y, poco a poco, se convierte en un árbol frondoso que da vida y reparo a todos. También la semilla de nuestras buenas obras puede parecer poca cosa; mas todo lo que es bueno pertenece a Dios y, por tanto, humilde y lentamente, da fruto. El bien -recordémoslo- crece siempre de modo humilde, escondido, a menudo invisible.

«Queridos hermanos y hermanas, con esta parábola Jesús quiere infundirnos confianza. De hecho, en muchas situaciones de la vida puede suceder que nos desanimemos al ver la debilidad del bien respecto a la fuerza aparente del mal. Y podemos dejar que el desánimo nos paralice cuando constatamos que nos hemos esforzado pero no hemos obtenido resultados y parece que las cosas nunca cambian. El Evangelio nos pide una mirada nueva sobre nosotros mismos y sobre la realidad; pide que tengamos ojos grandes que saben ver más allá, especialmente más allá de las apariencias, para descubrir la presencia de Dios que, como amor humilde, está siempre operando en el terreno de nuestra vida y en el de la historia».

«Y esta es nuestra confianza», ha dicho el Papa, «es esto lo que nos da fuerzas para seguir adelante cada día con paciencia, sembrando el bien que dará fruto. ¡Qué importante es esta actitud para salir bien de la pandemia! Cultivar la confianza de estar en las manos de Dios y, al mismo tiempo, esforzarnos todos por reconstruir y recomenzar, con paciencia y constancia».

Antes de concluir, ha recordado que «también en la Iglesia puede arraigar la cizaña del desánimo, sobre todo cuando asistimos a la crisis de la fe y al fracaso de varios proyectos e iniciativas. Pero no olvidemos nunca que los resultados de la siembra no dependen de nuestras capacidades: dependen de la acción de Dios. A nosotros nos toca sembrar con amor, esfuerzo, paciencia. Pero la fuerza de la semilla es divina. Lo explica Jesús en la otra parábola de hoy: el campesino arroja la semilla y luego no sabe cómo produce fruto, porque es la semilla misma la que crece de manera espontánea, durante el día, por la noche, cuando él menos se lo espera (cfr vv. 26-29). Con Dios siempre hay esperanza de nuevos brotes, incluso en los terrenos más áridos».

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