Experiencias

Los Reyes Magos son… cinco

Regalo misionero es la iniciativa de cinco amigos que, durante un tiempo, se convierten en unos singulares Reyes Magos para llevar regalos a hospitales, casas de acogida y residencias de ancianos. Gracias a la ayuda de decenas de particulares y empresas, los regalos repartidos se cuentan por miles y esperan llegar a más personas. 

Arsenio Fernández de Mesa·6 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 2 minutos
reyes magos

Es Navidad, la época de los regalos. Mientras muchas personas se levantan en sus casas el día de Reyes y abren los presentes llegados de Oriente, no pocos se quedan sin saborear las delicias de ese mágico día. 

El proyecto Regalo misionero busca lograr que reciban regalos aquellos que no suelen tener nada que desenvolver y así puedan sentir algo de ese espíritu navideño, porque quien recibe un regalo percibe que alguien le quiere: ¡han repartido 4.000! 

Me siento a tomar un café con Laura, María, Bea, Aída y Antonio, cinco amigos unidos cada vez más estrechamente gracias al grupo de fe parroquial en el que participan. Sin duda ese deseo de tratar a Dios y darle a conocer ha contribuido al intenso trabajo por esta hermosa iniciativa que lleva la alegría a tantas personas. 

Al principio pensaron solamente en niños, pero gracias a una amiga, que trabaja en Cáritas, se dieron cuenta que a todas las edades hace ilusión recibir regalos. 

Me cuenta María que este proyecto surgió en época del Covid y ha crecido exponencialmente: “empezamos con 16 centros beneficiarios y ahora estamos en 60. De los beneficiarios particulares la mayoría son niños pero hay muchos ancianos”. Incluyeron residencias de personas con pocos recursos, pero también tienen algún hospital, centros de paliativos o casas de acogida: “todo procede de donaciones, tanto de particulares como de empresas”. Hicieron una campaña desde mediados de noviembre con muchos carteles. Lo divulgaron en redes, estados de whatsapp y grupos de amigos. También por las parroquias. La gente les lleva regalos, cosas usadas, pero resulta esencial que se mantengan en buen estado. El lema que tienen es que si no vale para mí no vale para nadie. Muchas personas entregan también donaciones en efectivo. Las empresas, tiendas o grandes almacenes hacen numerosas donaciones de sus productos. Algunos comercios, por ejemplo, les entregaron cajas llenas de bufandas. El aluvión de generosidad ha sido impresionante. 

Los cinco comandan esta aventura, recibiendo donaciones, contactando con los centros para saber cuántos residentes hay, qué les haría ilusión recibir o en qué fechas les viene mejor la aparición de los regalos: “a nosotros nos encantaría recibir, por ejemplo, setenta fulares”, como pasó en una ocasión. 

Filtran materiales. Clasifican los regalos por edades. Luego aterrizan los voluntarios, que envuelven durante todos los fines de semana: “hicimos formularios para que la gente se apuntase y poder distribuir los turnos, de diez a dos y de cuatro a ocho. Llegamos a tener un grupo de 60 voluntarios en una sola mañana, de todas las edades, empaquetando regalos. Son grupos de todo tipo: de institutos, de scouts, adultos, señoras de avanzada edad, desconocidos… En total hemos estado casi 400 voluntarios en todos los fines de semana”. A ellos se les pregunta si tienen disponibilidad de coche o furgoneta para repartir y les adjudican un centro. 

¿Paquetes para nosotros?”: unas monjas cuentan la gran sorpresa e incredulidad de los residentes, que nada esperaban. Esta hermosa iniciativa ha ido acompañada de muchas casualidades, que atribuyen a la providencia. Una amiga de Laura, cuando le contó el proyecto, le confesó que había pedido a sus amigas que este año no le regalasen nada por su cumpleaños, que le dieran dinero para poder donarlo a quien lo necesitase: “¡y cuando estaba buscando a quién entregárselo, apareciste tú!”. 

La Navidad es diferente cuando uno deja de mirarse el ombligo: ¡hay tanto que hacer! La creatividad, ilusión y sacrificio generoso de estos cinco amigos ha llevado la alegría a tantísimos que se iban a quedar sin regalos.

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