La reciente celebración de la Asunción de Nuestra Señora ha sido el ancla utilizada por el Santo Padre para poner ante los fieles la realidad de la muerte, nuestro “segundo nacimiento, el nacimiento en el cielo” así como la verdad de fe de la resurrección de los cuerpos.
De hecho, el Papa ha querido destacar que “después de la muerte, nacemos al cielo, al espacio de Dios, y seguimos siendo nosotros los que hemos caminado por esta tierra. De la misma manera que le ocurrió a Jesús: el Resucitado sigue siendo Jesús: no pierde su humanidad, su experiencia vivida, ni siquiera su corporeidad, no, porque sin ella ya no sería Él, no sería Jesús: es decir, con su humanidad, con su experiencia vivida”.
Como ha recordado poco después, “estamos seguros de que mantendrá nuestros rostros reconocibles y nos permitirá seguir siendo humanos en el cielo de Dios”.
“Lo mejor de la vida está por ver”
En esta última catequesis dedicada a los ancianos, el Papa ha querido dibujar una imagen amable de la muerte cristiana. En esta línea, Francisco ha destacado que para un cristiano “la muerte es como un peldaño para el encuentro con Jesús que me espera para llevarme a Él” y ha aludido a las imágenes evangélicas del cielo como una fiesta o una boda.
Asimismo, se ha dirigido a los ancianos, protagonistas de sus catequesis de los últimos meses para señalar cómo “en la vejez se agudiza la importancia de tantos «detalles» de los que se compone la vida: una caricia, una sonrisa, un gesto, un trabajo apreciado, una sorpresa inesperada, una alegría hospitalaria, un vínculo fiel. Lo esencial de la vida, lo que más apreciamos al acercarnos a la despedida, se nos hace definitivamente claro”. Esta sensibilidad a los detalles es para Francisco una muestra de ese nuevo nacimiento que debe, además “dar luz a los demás”.
“Lo mejor de la vida está por ver” les ha dicho el Papa, «Pero somos viejos, ¿qué más tenemos que ver?». Lo mejor, porque lo mejor de la vida está por ver. Esperemos esta plenitud de vida que nos espera a todos, cuando el Señor nos llame”.
Aunque no ha escondido que la cercanía de la muerte da “un poco de miedo porque no sabemos lo que significa y pasar por esa puerta, siempre está la mano del Señor que te hace avanzar y una vez atravesada la puerta hay celebración. Tengamos cuidado, queridos «viejos» y queridas «viejas», tengamos cuidado, Él nos espera, sólo un paso y luego la fiesta”.