Ser discípulos misioneros no es sólo un mensaje que se dirige a los hispanos, sino en realidad a todos los bautizados. El V Encuentro empuja a salir a las periferias y a compartir el amor de Dios.
Texto Ernesto Vega, Los Angeles (EE. UU.) Coordinador del V Encuentro en la Arquidiócesis de Los Ángeles. Coordinador del Ministerio de Formación en la Fe para Adultos
El V Encuentro es una iniciativa de los Obispos de los Estados Unidos invitando al Pueblo de Dios a participar en una reflexión enraizada en Lucas 24, 13-15, y afirmada por el Papa Francisco en La alegría del Evangelio (EG por sus siglas en latín). En estos textos, encontramos el modelo de Jesús, el amor de Dios que nos primerea, se involucra, nos acompaña, nos hace fructificar, y nos hace celebrar.
Estos cinco pasos muestran una metodología de acompañamiento y de movimiento en salida, en involucrarnos en la vida cotidiana con aquellos que están necesitados en nuestro contexto, aquellos que están en las periferias. En las periferias encontramos personas empujadas por las fuerzas sociales y otras por factores existenciales.
Con gestos y actitudes estamos llamados a acompañar a los pobres en nuestros contextos y a brindarles la presencia del Amor de Dios a través de nuestras actitudes y el caminar juntos en la jornada de la vida.
Acompañar
Todo este sentido de salir y acompañar a aquellos en las periferias edifica una eclesiología fresca, que parte desde nuestro encuentro personal con Jesús y que su amor nos impulsa a salir con los demás. El V Encuentro por lo tanto nos hace más conscientes de ser discípulos misioneros, discípulos que siguen a Jesús y son enviados (misión) en su amor a compartir el amor de Dios, muy en especial con los más necesitados. Por virtud del bautismo todos somos discípulos misioneros (EG, 120).
El V Encuentro tiene su plataforma en el ministerio hispano de Los Estados Unidos; el ministerio hispano-latino es la herramienta, la caja y la envoltura que lleva este regalo reflexivo del V Encuentro, pero en realidad el ser discípulo misionero no es sólo para los hispanos sino para todos los bautizados.
Cinco sesiones
El V Encuentro tiene una estructura reflexiva de cinco sesiones: Primerear, Involucrarse, Acompañar, Fructificar, y Celebrar. Durante estas reflexiones, los participantes de grupo parroquial o apostolado son invitados a analizar quien en su contexto se encuentra en la periferia, identificar a una o dos personas o familias para ir a visitar durante este proceso. Se toma la iniciativa de ir a visitar y después se llenan un diario de preguntas referente a la visita. Esta información se recolecta, se discierne y se vacía para crear un resumen parroquial
o de apostolado como un documento que ilumine a iniciativas pastorales o la afirmación a las ya existentes.
Eventualmente las parroquias y grupos participantes del V Encuentro están invitados a reunirse para compartir, aprender unos de otros, y discernir las prioridades emergentes de los reportes parroquiales. También se trazarán respuestas a estas prioridades.
Estos procesos del V Encuentro que se realizan a nivel ministerial, parroquial y diocesano, se hará también a nivel regional y nacional, creándose documentos a cada nivel respectivamente, documentos que iluminaran la pastoral de la Iglesia en Los Estados Unidos.
Salir de zonas de confort
Lo más hermoso del V Encuentro es profundizar la concienciación de ser un discípulo misionero, desarrollando una perspectiva fresca de edificar la Iglesia, saliendo de nuestras zonas de confort a las periferias de nuestros contextos para ir a los más necesitados y compartir el amor de Dios en Cristo Jesús a través de hacer presencia, con gestos y actitudes, acompañando a nuestros hermanos y hermanas en las periferias.
Como señala el Papa Francisco en su Mensaje para el V Encuentro, “nuestro gran desafío es crear una cultura del encuentro, que aliente a cada persona y a cada grupo a compartir la riqueza de sus tradiciones y experiencias, a abatir muros y a construir puentes. La Iglesia en Estados Unidos, como en otras partes del mundo, está llamada a “salir” de su comodidad y a convertirse en fermento de comunión. Comunión entre nosotros mismos, con nuestros hermanos cristianos y con todos los que buscan un futuro de esperanza”.