Vocaciones

Vedastus Machibula: “Tengo en mi corazón el deseo de servir a Dios donde haga falta”

Vedastus Machibula nació en 1999 en Tanzania. Hijo de madre católica y padre no cristiano, recibirá la ordenación sacerdotal en agosto de 2024. Una vocación que nació a raíz de una pregunta a su madre. 

Espacio patrocinado·1 de agosto de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos
machibula

Nacido en una familia numerosa, Vedastus Machibula fue educado en la fe por su madre. Su pueblo distaba 7 kilómetros de la iglesia más cercana y, cada domingo, asistían a la celebración de la Palabra. En algunas ocasiones, también podían tener la Eucaristía, cuando el sacerdote podía ir. Ahora, gracias a una beca de la Fundación CARF, será ordenado sacerdote y servirá en su país, Tanzania.

¿Cómo llegas a plantearte la vocación sacerdotal? 

—Los domingos íbamos al oficio de la Palabra que celebraban los catequistas. En una ocasión, llegó un sacerdote al pueblo y comenzó a celebrar la Misa. Yo era muy niño y me daba cuenta que era diferente a lo que hacían los catequistas. Me interesó mucho cómo celebraba la liturgia y, cuando llegué a casa le pregunté a mi madre “Mamá, ¿por qué hoy ha sido diferente?, ¿quién es ese hombre que ha celebrado hoy?”. Mi madre me contó que era un sacerdote y cuál es la diferencia entre sacerdotes y catequistas.

Me señaló la importancia de los sacerdotes para la salvación y para ayudar a que los demás que también conozcan a Cristo. Pregunté por qué no teníamos sacerdote todos los domingos y ella me respondió que era imposible, porque los dos sacerdotes de esa parroquia atendían treinta y tres iglesias. Entonces le dije: “Cuando sea mayor quiero ser sacerdote ayudar a la iglesia de mi pueblo, que tengan siempre sacerdotes para enseñarles la fe y para celebrar los sacramentos”. Mi madre me explicó que tendría que estudiar mucho y ser muy disciplinado y me animó a que, si era mi camino, hablara con mi padre por si podían pagarme los estudios. 

Así sucedió cuando, a los 14 años, quise ir al seminario menor. Mi padre me dijo “voy a pagar lo que tú necesites para que tus sueños sean una realidad. Aunque no soy rico, sé lo importante es estudiar. Nos podrá faltar hasta lo necesario para vivir, pero no te faltará lo que necesites para tus estudios”. Esto hizo que siempre me esforzara mucho, porque sé el esfuerzo que ha supuesto a mi familia.

Pronto será ordenado sacerdote. ¿Qué le pide a Dios en ese momento?

—Efectivamente, recibiré la ordenación sacerdotal a finales de agosto. Doy gracias a Dios por este don que me va a entregar dentro de poco. Ese deseo de servir a Dios donde haga falta, que tuve desde el primer día, lo he mantenido en mi corazón con la ayuda de Dios y de la Virgen. 

El mundo necesita sacerdotes, necesita los sacramentos. Le pido a Dios que me ayude a recordar por qué quería ser sacerdote, por qué quiero serlo y por qué voy a luchar por permanecer fiel hasta el último momento. Esas palabras de san Pedro “Señor, tu sabes todo, tu sabes que te quiero”, han sido mi oración ante Dios en los momentos difíciles de mi camino, porque siempre el Señor conoce el interior de nuestro corazón. 

En su país, ¿cuáles son los principales retos a los que se enfrenta la Iglesia católica?

—La Iglesia católica en Tanzania es una iglesia muy joven con menos de dos siglos de vida. Entre los retos, por ejemplo, hay muchos jóvenes (y mayores) que conviven, pero no están casados por la Iglesia. 

Además, en algunos lugares la cultura de la poligamia sigue siendo fuerte. Otro campo es la práctica de la religión tradicional, que muchos practicaban entes de recibir la fe y cuesta abandonar totalmente. 

Junto a esto, la Iglesia está luchando siempre para mejorar la vida de la comunidad tanto en el ámbito académico como en el ámbito socio-económico y ha sido un instrumento muy importante para mantener la paz y el desarrollo del país. 

¿Cómo te ayuda en tu vocación y futura vida sacerdotal la formación en la Universidad de Navarra y en un seminario como Bidasoa?

—Mi estancia en Pamplona ha sido una maravilla. Salgo de Pamplona siendo una persona diferente que hace cuatro años. Me ha impresionado la formación tanto humana como académica. 

Estar en Pamplona ha sido un regalo porque viven personas de cinco continentes, de diferentes culturas, pensamientos, cada uno con su peculiaridad, pero unidos juntos por Cristo bajo su Iglesia. 

Eso es una maravilla que manifiesta claramente la catolicidad de la Iglesia, porque la Iglesia católica no tiene límite, llega a donde Dios quiere que llegue y Dios quiere siempre que la Iglesia llegue a todo el mundo.

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