El padre Bogdan Teleanu, nació en Zarnesti, Brasov, (Rumania). Tiene 46 años. No es católico, sino un sacerdote ortodoxo, del Patriarcado de Rumania, pero decidió formarse en la Universidad de la Santa Cruz de Roma, una universidad católica además de pontificia, para luego volver a su país y ayudar a la Iglesia rumana y enfrentarse así a las muchas dificultades actuales. Se licenció en Comunicación Institucional de la Iglesia. Está casado y tiene tres hijos. En la Iglesia Ortodoxa pueden recibir la ordenación sacerdotal después de casarse, aunque no pueden ser obispos.
Sus estudios le capacitaron para trabajar en la Oficina de Prensa del Patriarcado Ortodoxo Rumano. Alguna de sus experiencias más bonitas han sido cubrir la visita a Rumania del Papa Francisco en 2019. “Gracias a las herramientas adquiridas en los estudios de comunicación en la Santa Cruz he podido ser mejor comunicador y portavoz”, afirma el P. Bogdan.
Tiene además un doctorado en Teología cursado en su país, especializado en catequética y homilética. “He enfocado mi actividad comunicativa en la intensificación del diálogo entre la Iglesia y la cultura, pues la Iglesia es creadora de auténticos valores culturales. Esto es muy importante en un país como Rumania, donde todavía nos enfrentamos con los problemas creados por la dictadura comunista que duró tantos años”, afirma.
Uno de los problemas de su país es la emigración, «pues hay muchísimos rumanos en el extranjero. La Iglesia Ortodoxa de Rumania está muy comprometida en apoyar a las familias de los que emigraron, especialmente cuidando a los niños que se quedan solos en el país porque sus madres y padres se ven obligados a ir al extranjero a trabajar para enviar dinero a su casa», relata.
A estos niños en Rumania se les llama “huérfanos blancos”. Según estimaciones, de 5 millones de niños rumanos, 750 mil se ven afectados de manera más o menos violenta por la partida de sus padres. De ellos, 350 mil han sido privados de uno de los dos padres, mientras que 126 mil de ambos padres. Pero son más de 400 mil niños los que han experimentado, durante un período de su vida, una forma de soledad.