Eloy nació en una familia en la que se vivía una fe de “consumo social”: “Participábamos puntualmente en actos religiosos sociales como bautizos, bodas, comuniones”. Apunta que, a pesar de vivir así, “de alguna manera, yo era de los pocos en la familia que, de vez en cuando, pensaba en Dios e incluso, a veces, tenía mis conversaciones con él sin saberlo”. Ese “hilo” con Dios, aunque se tornó casi imperceptible en los años sucesivos, “es la mano de mi Padre que no me soltó”.
Eloy rememora que, aunque no tenía ni idea de Dios, sí que lo anhelaba bajo otros nombres: “yo quería un matrimonio para toda la vida. Venía de una familia herida por muchos problemas: económicos, también personales… y, cuando me casé, soñaba con ese matrimonio para siempre. Nos casamos muy jóvenes y los problemas empezaron pronto. En un intento de salvar el matrimonio yo me acerqué a Dios, pero de una manera condicionada, pensando ‘si yo me acerco a Ti, vas a arreglar esto’”. El matrimonio se rompió, algo que alejó aún más de Dios a Eloy. Con el tiempo, ese matrimonio fue declarado nulo, aunque él mismo no se lo esperaba.
Entre 2013 y 2021, Eloy estuvo en esa situación de alejamiento de la fe. En 2021, tras otro matrimonio, sufrió un segundo divorcio y “me hundo completamente”. En ese momento, un amigo suyo le regaló Un mensajero en la noche, de María Vallejo-Nájera. Eloy lo aceptó “por cortesía”. Ante la insistencia de su amigo, “lo comencé, casi por vergüenza… y lo terminé en tres días”. Cuando lo terminó: “le envié un mensaje de agradecimiento a mi amigo y me largué a la Catedral de Santiago. Se había producido un clic en mi interior”.
Este mismo amigo le presentó a un sacerdote. Eloy se confesó, después de decenas de años, comenzó a tener dirección espiritual y a asistir a Misa. “Empecé a ir a Misa sabiendo que ése era el camino. Había algo que me decía, ‘aquí está el Señor’. Aunque yo no tenía ningún conocimiento de la liturgia, de sus partes, lo que se representaba, había una fuerza que a mí me atraía”.
La etapa de converso
Comenzó “un tiempo maravilloso”, recuerda Eloy, “cuando uno se convierte tiene muchísima fuerza. Es un momento de fe pura. Después llegan otras etapas en las que uno se tiene que enfrentar a su propia vida y pasas por periodos más oscuros. Pero en ese primer periodo, ¡se vive de una forma tan grande aún a pesar del sufrimiento!”.
Eloy leyó otras obras de María Vallejo-Nágera: De María a María, Paseando por el cielo y Entre el cielo y la tierra. En ellas leyó acerca de la Adoración perpetua y preguntó a Avelino, aquel amigo que inició todo esto, si existía Adoración en Santiago de Compostela. Le dijo dónde había y comenzó a asistir. Una vez, recuerda, “estando ante el Santísimo, escuché que el Señor me decía: ‘Llama a la madre de tus hijos y pedíos perdón’. La llamé, nos vimos en la iglesia y nos pedimos perdón”.
Medjugorje
Otro de los puntos claves de la vuelta a la fe de Eloy fue su visita a Medjugorje. “A mi no me gusta viajar. Me aterra. Y ahí me ves, yéndome solo a Croacia”, señala Eloy. “Fui sin expectativas, sólo porque sentí una llamada. Fui a la iglesia de Tihaljina, en la que hay una imagen de la Virgen casi a tamaño natural y allí, no sé que me pasó, estuve llorando toda la Misa. Luego alguien me habló del ‘don de lágrimas’. No sé. Pero lo que lloré eran lágrimas de consuelo”.
A la Luz de la Palabra
¿Qué diferencia al Eloy de ahora del de 2021? “Creo que podría decirse que cada vez es menos Eloy y más el Señor o, por lo menos, lo intenta” responde. “Acercarse a Dios implica ir renunciando a nosotros en las cosas… ,y sobre todo, confiar en Dios”.
Eloy, profesional de la comunicación, a la que se dedica a través de Escuela Inventa, ha puesto en marcha A la luz de la Palabra, un movimiento que tiene como misión evangelizar a través de la comunicación. Este proyecto dio lugar al evento Nuntiare, en el que, de manera novedosa se “redescubre algo tan importante como la Palabra de Dios” y en cuya primera edición participaron 300 personas presencialmente y unas 4.000 online. A la Luz de la Palabra sigue adelante “con los tiempos de Dios y será lo que Él quiera”, concluye Eloy.