Vinel Rosier nació el 10 de octubre de 1989 en Cavaillon, Haití, el tercero de una familia de 4 hijos. Recibió el diaconado el 25 de mayo de 2019 y fue ordenado sacerdote el 31 de agosto del mismo año en la catedral de Les Cayes, Haití. Su primer destino pastoral fue como vicario en la parroquia Sacré-Cœur des Cayes, tarea que compaginaba con la dirección del movimiento «KIRO», formado por jóvenes cristianos, junto a la enseñanza del catecismo en escuelas de secundaria y dando clases de introducción a la Biblia a los jóvenes que estaban a punto de entrar en el Seminario Mayor.
¿Cómo descubrió su vocación al sacerdocio?
—De niño me preparé para hacer la Primera Comunión en un colegio dirigido por religiosas. En una clase, una de las monjas preguntó qué queríamos ser de mayores y yo le contesté que quería ser sacerdote. Ese deseo fue creciendo dentro de mí, fomentado por el hecho de que me uní a un grupo de monaguillos que ayudaba en Misa. Allí me impresionó la disponibilidad de los sacerdotes y su disposición para servir. Al cabo del tiempo, le pedí al párroco que me enviara a discernir mi vocación, y eso es lo que hice durante dos años hasta que, en 2010, empecé el programa propedéutico.
¿Cuál fue la reacción de su familia y amigos cuando les dijo que quería ser sacerdote?
—Aunque, en un primer momento, había un poco de ansiedad y oposición entre mis familiares, al final estaban contentos. Mi familia pensaba que ya no podría ir a mi barrio, que tendría otros amigos y otra familia. Pero al final, su alegría superó a la prevención porque es un motivo de orgullo para la familia entregar un sacerdote a la Iglesia. Mis amigos, sobre todo mis compañeros de clase, tenían el mismo sentimiento de descontento al principio pero, cuando vieron mi determinación de entrar en el seminario, finalmente aceptaron mi elección.
¿Cómo describiría a la Iglesia en Haití?
—Haití era un país predominantemente católico, tanto que la gran devoción mariana de la gente fue el origen de una intervención milagrosa de la Virgen María cuando la epidemia de viruela asolaba a la población. El 8 de diciembre de 1942, el presidente del país permitió a las autoridades eclesiásticas consagrar Haití a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.
Pero entre finales del siglo XIX y principios del XX, empezó a crecer el protestantismo. Con la ocupación estadounidense de Haití, se produjo una mayor consolidación de la presencia protestante en Haití y esto ha causado un declive del catolicismo en el país.
Aunque la presencia del catolicismo sigue siendo fuerte en el país. Es verdad que nuestra Iglesia depende totalmente de la ayuda exterior, pero con nuestros limitados recursos intentamos apoyar a las personas allí donde el Estado está ausente.
A pesar de todos los problemas y dificultades, la Iglesia de Haití sigue siendo una fuente de esperanza, que trabaja por un mañana mejor.
¿Cuáles son los retos a los que se enfrenta la Iglesia en su país?
—Debido a la inestabilidad política los retos a los que se enfrenta la Iglesia son cada vez más intensos. Casi todos los días vemos la violencia indiscriminada de bandas que operan con impunidad. Todos los días se registran actos de asesinato y bandidaje. Las bandas siembran el terror y la desesperación, y por eso los habitantes se han echado a la calle para escapar, a veces sin saber siquiera adónde van.
Haití es un país realmente amenazado, porque las instituciones del Estado se han vuelto frágiles y los dirigentes son incapaces de estabilizar la situación. Ante esto, la Iglesia desempeña su papel, recordando la necesidad urgente de una transformación de las mentalidades.
La Iglesia en Haití trabaja para que los jóvenes en particular, y los haitianos en su conjunto, no se dejen llevar por el desánimo, y sostiene la esperanza del pueblo a través de su misión profética y de sus intervenciones en el campo de la caridad.
¿Qué es lo que más aprecia de su formación en Roma?
—Lo que más aprecio de mi formación es la amplitud de miras que adquirí en la universidad. Descubrí otras culturas gracias a nuestros encuentros e intercambios con universitarios de otros países. He podido hacer amigos y descubrir mucha riqueza y belleza.