Educación

La Pontificia Universidad Urbaniana inaugura el 397º curso académico

El cardenal Marengo inauguró el 397 curso académico de la Pontificia Universidad Urbaniana con una reflexión en la que definió la misión como un "misterio" que suscita un profundo amor por el Resucitado y por aquellos a los que se es enviado.

Giovanni Tridente·17 de octubre de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

La Pontificia Universidad Urbaniana (Wikimedia Commons / Alekjds)

Fue el cardenal Giorgio Marengo quien inauguró el martes 15 de octubre el 397 curso académico de la Pontificia Universidad Urbaniana con una reflexión en la que definió la misión como un «misterio» que suscita un profundo amor por el Resucitado y por aquellos a los que se es enviado. En su intervención -titulada “Iglesia misionera y naturaleza misionera de la Iglesia: una mirada desde Asia”-, el actual Prefecto Apostólico de Ulán Bator en Mongolia compartió con los presentes algunos elementos cruciales de la naturaleza de la misión, sin olvidar la importancia de la formación, que sigue siendo indispensable para que el apostolado ad gentes sea verdaderamente fecundo.

«El objeto de la investigación, de la enseñanza y del estudio no es la opinión de tal o cual pensador», comenzó diciendo el cardenal Marengo, antiguo alumno de la Urbaniana, “sino ‘todo lo que se refiere a Él, al Señor y Salvador, que revelando el rostro del Padre cambió el destino de la humanidad, desencadenando el dinamismo de la misión'».

La ceremonia inaugural fue introducida por el cardenal Luis Antonio Gokim Tagle, Gran Canciller de la Urbaniana y Pro-Prefecto del Dicasterio para la Evangelización, mientras que las observaciones finales fueron confiadas al profesor Vincenzo Buonomo, Delegado Pontificio con el cargo de Rector Magnificus.

La misión “ad gentes”: un reto contemporáneo

En su intervención, el cardenal Marengo exploró el concepto de misión “ad gentes”, basándose evidentemente en su experiencia personal como misionero en Mongolia, país que visitará el Papa Francisco en agosto de 2023. Por ello, explicó cómo esta forma de apostolado, dirigida a contextos donde el Evangelio es poco conocido o donde la Iglesia aún no está plenamente constituida, sigue siendo crucial incluso hoy: «el mundo necesita recibir esta buena noticia y tiene derecho a ella».

En tales escenarios -consideremos que en Mongolia la Iglesia sólo está presente desde hace 32 años con una comunidad de unos 1.500 creyentes locales-, para ser verdaderamente eficaz hay que considerar que cada aspecto de la vida eclesial puede tener un impacto significativo en las poblaciones a las que se es enviado, pero ello requiere una sólida preparación doctrinal y un testimonio que sea realmente de calidad.

La importancia de la formación de los misioneros

«¿Se puede ‘aprender’ la misión? Sí, igual que los discípulos de Emaús tuvieron que escuchar al Resucitado, que ‘les explicó en todas las Escrituras lo que se refería a él’», reflexionó Marengo, destacando el papel fundamental del estudio en la preparación de los futuros misioneros.

Recordando el pensamiento del beato Giuseppe Allamano, recordó cómo para un misionero no sólo es necesaria la santidad de vida, sino también una sólida preparación científica y cultural: «la piedad puede formar un buen ermitaño, pero sólo la ciencia unida a la piedad puede formar un buen misionero».

Esta formación debe tener un carácter «holístico»: la filosofía es ciertamente necesaria, «pero también las ciencias sociales, la lingüística, el derecho canónico; sobre todo, la teología».

Al fin y al cabo, se estudia «no sólo porque ‘nos toca’, como nos han mandado los superiores, ni siquiera para alimentar vanas ambiciones profesionales», añadió el Prefecto Apostólico de Ulán Bator, sino sobre todo «se estudia por amor a Cristo, a la Iglesia y a las personas a las que somos enviados como misioneros», tomándose en serio «el encuentro entre el Evangelio y la Cultura».

A este respecto, Marengo citó el trabajo en curso para la traducción completa de la Biblia al mongol como ejemplo de un reto que requiere ciertamente conocimientos lingüísticos, pero inevitablemente una profunda comprensión de la cultura local. Permaneciendo en el contexto en el que trabaja como Prefecto, cumplir la misión “ad gentes” significa, por tanto, sumergirse en la rica tradición nómada, comprender el budismo y el chamanismo tibetanos, y encontrar formas de presentar el Evangelio que respeten y enriquezcan estas tradiciones sin suplantarlas.

Muy consciente de que estas «mediaciones» se realizan siempre a través de «personas concretas» capaces de dar «carne a las palabras de Jesús e invitar al banquete del Reino». 

Reforma y renovación

La Pontificia Universidad Urbaniana se encuentra inmersa en un proceso de reforma encaminado a reforzar su identidad misionera para adaptarla a los nuevos retos globales. Esto se está traduciendo en cambios en su organización académica y en su enfoque pedagógico, siempre con la idea de aumentar su compromiso con la formación de religiosos y laicos capaces de responder a las necesidades de una sociedad en constante evolución.

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