Respaldado por una amplia experiencia en el ámbito de la Consultoría de alta dirección en temas de Riesgos, Operaciones y Auditoría, Pedro Alfonso Ceballos es, desde agosto de 2022, el Director Ejecutivo de Administración, Finanzas y Talento Humano del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (CELAM).
Anteriormente, Ceballos lideró la puesta en marcha y el desarrollo de las operaciones de “Geoban Argentina”, empresa del Grupo Santander especializada en BPO y procesos de back office y como “Country Retail Risk Head” del Banco Santander en Chile y Argentina, ha gestionado carteras de más de 3 millones de clientes.
En esta entrevista responde a título personal. No le gustaría que sean interpretadas, en ningún caso, como posiciones de la institución en la que trabaja.
¿Qué relación hay entre la economía y la misión de la Iglesia?
–La relación entre la misión de la Iglesia y la economía es compleja y diversa. La Iglesia destaca la importancia de la justicia social y la equidad económica en el mundo. Históricamente la Iglesia ha defendido la idea de que la economía debe servir al bien común, incluyendo a los más pobres y vulnerables. Diversas encíclicas papales tratan el tema de la economía desde diversos aspectos, enfatizando conceptos como el desarrollo integral como una meta económica prioritaria.
En “Caritas in Veritate”, encíclica del Papa Benedicto XVI se aborda con realismo y esperanza los problemas creados por la crisis financiera, por la falta de instituciones internacionales capaces de reformar la ineficacia burocrática que alarga el subdesarrollo de muchos pueblos y por la falta de ética de muchas mentalidades que predominan en las sociedades opulentas.
En síntesis, podemos afirmar que la relación entre la Iglesia y la economía apunta a equilibrar los valores espirituales y los objetivos económicos para trabajar juntos en beneficio de toda la sociedad.
¿Por qué la transparencia y el buen gobierno generan confianza?
–La confianza es uno de los cimientos de la sustentabilidad. Construir confianza es una tarea cotidiana y permanente. Las herramientas de gestión deben estar fundamentadas en la transparencia y controles adecuados y eficientes.
¿Cuál es su misión al frente de la dirección de administración y finanzas del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM)?
–La principal tarea es la custodia del patrimonio de la institución a través de la ejecución de políticas financieras transparentes, eficientes y compatibles con los principios cristianos.
En segundo lugar, brindar las condiciones adecuadas para que los proyectos pastorales, sociales y educativos tengan un marco de ejecución ágil que garantice que los fondos asignados son destinados con eficiencia a los objetivos planteados.
Es importante también brindar condiciones para que las actividades con capacidad de generar recursos recurrentes aporten dichos recursos a la cobertura de los costos estructurales que tiene una institución de estas características.
¿Cuál es el mayor obstáculo, desde el punto de vista de los recursos, para la Iglesia?
–Creo que un obstáculo importante es la definición de las prioridades. En un mundo con crecientes necesidades, y con recursos limitados, esa definición es crucial.
Un segundo obstáculo es darle sostenibilidad a la misión a través del tiempo. En ese sentido la búsqueda de financiamiento a proyectos prioritarios debe ser una actividad permanente.
¿Qué es lo que más ayuda a los fieles a ser corresponsables?
–Sentirse protagonistas de los cambios que se van generando con su participación. El abrir las actividades y proyectos a la participación amplia garantiza compromisos y fortalece la capacidad de acción y logro de resultados.
¿Quiénes son los fieles más generosos con su tiempo, sus talentos y su dinero?
–En línea con lo respondido en la pregunta anterior, son aquellos que sienten profundamente que están generando un cambio con su actividad. Cuanto más cercanos están a las acciones, mayor es el compromiso y la generosidad con la que abordan su misión.
Es destacable el mantenimiento a través del tiempo de la contribución a la Iglesia por parte de una amplia red de colaboradores, de todos los estamentos sociales y culturales. Esto implica el mantenimiento de la confianza en la institución a través del tiempo.
¿Cómo puede la Iglesia sostener mejor a sus sacerdotes? ¿Qué podemos hacer cada uno en nuestras comunidades?
–En este tema me cuesta hacer una reflexión, como laico, aunque me permito sugerir un refuerzo en la formación en materias que hacen a la gestión cotidiana de sus ámbitos de acción. El manejo de conceptos básicos de administración financiera, regulaciones, y programas estructurados de incorporación a las comunidades donde participen fortalecería la confianza y brindaría herramientas para cumplir con su misión.
En síntesis, desarrollar mecanismos transparentes de sustentación en las diversas realidades en las que ejercen su vocación, y favorecer la integración de los sacerdotes en las comunidades en las que son destinados.
¿Qué le ilusiona para este encargo que le ha hecho el CELAM?
–Modernizar las actividades generadoras de recursos, como la capacitación, la editorial y la casa de retiros, para que se logre recurrencia y sustentabilidad. Esto permitirá que los recursos patrimoniales sean dedicados plenamente a los proyectos pastorales y sociales.
¿Hasta qué punto la Iglesia está preparada para el futuro?
–La Iglesia siempre ha enfrentado y superado desafíos a lo largo de su historia, y su capacidad para adaptarse y evolucionar ha sido fundamental para su continuidad y crecimiento.
En ese sentido, la Iglesia Católica ha sido consciente de la necesidad de adaptarse a los cambios del mundo moderno y ha tomado medidas para hacerlo. Por ejemplo, el Papa Francisco ha abogado por una renovación de la Iglesia que incluye la promoción de los valores de la justicia social, la inclusión y la compasión. Además, la Iglesia ha explorado nuevas formas de comunicación y evangelización, utilizando medios digitales para llegar a un público más amplio y diverso.
¿En qué se diferencia la Iglesia de una empresa?
–Son entidades con objetivos y fines distintos. Ambas instituciones tienen una estructura organizativa, aunque la forma en que operan y se enfocan en sus objetivos es diferente.
La Iglesia es una institución religiosa que tiene como objetivo principal difundir y promover la fe, fomentar la espiritualidad, brindar orientación moral, ofrecer asistencia social a los más necesitados. Una empresa, en cambio, tiene como objetivo principal generar ganancias y maximizar sus beneficios económicos para sus accionistas y / o propietarios.
En segundo lugar, la Iglesia se financia principalmente a través de donaciones y ofrendas de sus feligreses, mientras que una empresa obtiene sus recursos principalmente por la venta de sus productos y servicios.
Por último, la estructura de la Iglesia está basada en líderes religiosos ordenados, mientras una empresa es dirigida por un equipo de gestión que persigue los objetivos corporativos y los intereses de los accionistas.
Profesor de Derecho patrimonial canónico, Universidad de Navarra