Evangelización

Shahbaz Bhatti, mártir de la fe contemporáneo en Pakistán 

Shahbaz Bhatti, ministro para las minorías en Pakistán, asesinado en 2011, fue un ferviente promotor del diálogo y de la defensa de la libertad religiosa y la vida de las minorías. Trece años después de su asesinato, el 2 de marzo, la Asociación Cristiana Pakistaní en Italia le ha rendido homenaje en un encuentro celebrado en el Palazzo Giustiniani del Senado.

Andrea Acali·19 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 4 minutos

Shahbaz Bhatti ©CNS photo/Bob Roller

Un mártir de la fe, consecuente hasta el final, que demostró cómo se puede ser santo incluso en política. Se trataba de Shahbaz Bhatti, ministro para las minorías y ferviente promotor del diálogo que soñaba con un Pakistán unido en el que todas las minorías pudieran vivir en armonía.

Trece años después de su asesinato, ocurrido el 2 de marzo de 2011 cuando tenía 42 años, en Islamabad, la Asociación Cristiana Pakistaní en Italia organizó un encuentro celebrado en el Palazzo Giustiniani del Senado para rendir homenaje a quien se convirtió en un símbolo no sólo para el gran país asiático sino para los políticos de todo el mundo y que hoy es considerado venerable por la Iglesia.

La causa de beatificación, de hecho, se abrió hace cinco años, como recordó la ex parlamentaria Luisa Santolini, que fue la primera en acoger a Bhatti en Italia: «Una persona apacible, un hombre sencillo, de mirada límpida. Era un pacificador. Cuyo único objetivo, decía, era defender la libertad religiosa y la vida misma de las minorías».

No es casualidad que algunas de las reliquias de Bhatti, incluida su Biblia, se encuentren ahora en la basílica de San Bartolomé, en la Isla Tiberina, el santuario de los nuevos mártires, querido por san Juan Pablo II. Y, como recordaba la periodista Manuela Tulli, «desde esta parte del mundo nos cuesta entender lo difícil que es vivir en esas condiciones».

Pakistán hoy 

Pero, ¿cuál es hoy la situación en Pakistán? Se lo preguntamos a Paul Bhatti, hermano de Shahbaz, que recogió su legado político, aunque no tenía intención de hacerlo, ya que cuando le llegó la noticia del atentado estaba en Italia, donde se encaminaba hacia una brillante carrera como médico: «Pakistán es un país que ha sufrido mucho en los más de 75 años transcurridos desde la independencia. Ha tenido inestabilidad política y económica, divisiones, extremismo, violencia, conflictos con los países vecinos. Aparte de la situación de los cristianos, sufre mucho en todos los campos. Esto lo ha dejado frágil en todos los sentidos. Cuando un país es pobre, hay inestabilidad política y económica, se violan los derechos básicos. Ningún gobierno termina su mandato y, en consecuencia, no hay una política de reformas que garantice un camino claro. Lo único bueno es que incluso las personas que estaban en contra de Shahbaz en aquel momento están ahora convencidas de que el suyo era un mensaje para todo Pakistán, de unidad en la diversidad. Por otra parte, seguimos teniendo un 50% de analfabetismo y la educación es otro gran problema que hay que resolver».

La figura de Shahbaz sigue siendo muy querida: «El objetivo de este encuentro es recordar su valor, su fe, todo lo que hizo por las personas perseguidas en Pakistán. Después de 13 años, sigo viendo, no sólo en nuestro país, sino a nivel internacional, que la gente habla de él, y sobre todo cuando hablan de conflictos, se imaginan una figura así, que tenía una fe fuerte, que le dio el coraje que necesitaba para luchar contra las ideologías extremistas».

El legado de Shahbaz Bhatti

Paul Bhatti ha recogido el testigo de su hermano menor y continúa su labor como presidente de la Alianza de Minorías Cristianas: «Para nosotros, los familiares, una pérdida tan violenta, de una persona tan joven, ha sido impactante y obviamente muy dolorosa. Sin embargo, ver que su voz y su misión también han sido acogidas en el resto del mundo, como demuestra este encuentro, que no ha sido organizado por mí, sino por personas que le conocían y le querían, nos consuela. Su misión de paz, su objetivo de crear una coexistencia pacífica, que necesitamos hoy más que nunca, como lo demuestran los conflictos que existen en todas partes, es un ejemplo, nos da valor y nos orienta para continuar este desafío al que se enfrenta el mundo entero. Recordar a Shahbaz significa dar a conocer el camino que siguió para crear una sociedad pacífica y luchar contra la discriminación, el odio y la violencia».

Paul Bhatti, hermano de Shahbaz Bhatti, en 2011 ©CNS photo/Paul Haring

Shahbaz soñaba con un Pakistán en el que los cristianos y otras minorías tuvieran la misma dignidad que los musulmanes, en el que todos pudieran profesar su fe sin miedo: «En la formación de Pakistán», explica Paul Bhatti, «los cristianos desempeñaron un papel. En nuestra bandera, la parte blanca representa a las minorías religiosas y la verde a la mayoría musulmana. Una de las cosas que le importaban a mi hermano es que no se puede permanecer en silencio ante una persona maltratada, violada en su derecho básico de libertad religiosa».

¿Un ejemplo? «Nos asombraba incluso a nosotros, los familiares. Cuando empezaban a matar o encarcelar a la gente por la ley de blasfemia, habían condenado a un trabajador de una pequeña ciudad, que tenía dos hijos. Shahbaz fue allí a recoger dinero y trajo a la familia a nuestra casa. Estábamos aterrorizados. Allí lo entendimos, y entonces junto con otros le ayudamos’.

Entre los diversos testimonios, estaba también el de Valeria Martano, coordinadora para Asia de la Comunidad de Sant’Egidio, que había conocido a Bhatti la noche anterior a su asesinato: «Shahbaz no había elegido una política confesional», recuerda, «pero consiguió grandes resultados que hoy son hitos en la vida de Pakistán, como la ley que prevé la contratación del 5% de las minorías en los cargos públicos y reserva 4 escaños en el Senado, la apertura de lugares de oración no musulmanes en las cárceles, los comités de distrito para la concordia y el diálogo interreligioso. Nos dejó un valioso legado político por la vía del diálogo y el rechazo de la confrontación, un testimonio de cómo la fe puede mover montañas. Luchó con sus propias manos y, en este sentido, su vida es una profecía».

El autorAndrea Acali

-Roma

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