Evangelización

Santos Julián y Olegario, obispos de Toledo y de Barcelona y Tarragona

La liturgia católica celebra el 6 de marzo a los santos Julián de Toledo y Olegario, obispos de Toledo y de Barcelona respectivamente, aunque san Olegario simultaneó su puesto con el arzobispado de Tarragona. La Iglesia festeja hoy también a las santas Rosa de Viterbo, italiana, y Colette Boilet, francesa, reformadora de las clarisas.  

Francisco Otamendi·6 de marzo de 2025·Tiempo de lectura: 2 minutos
Capilla de San Olegario en catedral de Barcelona.

Sepulcro barroco del obispo San Olegario en la catedral de Barcelona, junto al Santo Cristo de Lepanto (s. XVI), en esta capilla de Arnau Barguès (1407). (José Luis Filpo Cabana, Wikimedia Commons).

San Julián de Toledo (España), nació en la capital toledana de familia judía conversa, aunque sus padres eran cristianos, el año 620 (siglo VII). Fue educado en la escuela de la catedral por otro prelado de Toledo, San Eugenio II, y se convirtió en hombre de gran personalidad y prudencia. Ordenado obispo en 1980, convocó tres concilios, expuso en sus escritos la doctrina católica y obtuvo para Toledo la primacía de las diócesis españolas. Murió el año 690. Se le acusó sin fundamento de haber alentado a los reyes a perseguir a los judíos. 

Los 6 de marzo puede visitarse en la catedral de Barcelona el camarín donde se ve la urna que contiene el cuerpo incorrupto de San Olegario (Sant Oleguer). Olegario Bonestruga nació en Barcelona (1060), fue presbítero y canónigo regular de la Catedral de Barcelona, y consejero de los condes Ramon Berenguer III y Ramon Berenguer IV. En el año 1116 fue nombrado obispo de Barcelona, y posteriormente arzobispo tarraconense. Impulsó una reforma en la Iglesia y falleció en 1137.

Santas Rosa de Viterbo y Colette Boylet

Santa Rosa de Viterbo (Italia, 1234) quiso entrar muy joven en las clarisas, pero no pudo por su edad y pobreza. Una grave enfermedad le facilitó el rápido ingreso en la Tercera Orden de San Francisco, señala el Directorio Franciscano. Recuperada la salud, vivió con oración y penitencia, exhortando al amor de Jesús y de María, y a la fidelidad a la Iglesia. Dios le concedió carismas extraordinarios y por su medio obró milagros. Murió en 1252. En 1258 su cuerpo incorrupto fue trasladado al monasterio de las clarisas.

Santa Colette Boylet (Corbie, Francia, 1381), quedó huérfana de padre y madre a los 18 años, distribuyó sus bienes entre los pobres y emprendió una variada experiencia religiosa que pasó por vestir el hábito de la Tercera Orden y llevar vida eremítica, hasta profesar en las clarisas. Quiso devolver a la Orden el espíritu y la observancia de Santa Clara. Con autorización pontificia, reformó monasterios y fundó otros. Murió en Gante (Bélgica) en 1447. 

El autorFrancisco Otamendi

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