Los santos Esteban Harding, abad y cofundador del Císter, y el Papa Sixto III son celebrados por la Iglesia hoy, 28 de marzo, según el actual Martirologio Romano. Otros beatos del día son Juana María Maillé y Enrique Suso. San Esteban Harding, nacido en 1060, profesó la vida monástica en Sherbone, pero abandonó su monasterio y marchó a París a estudiar. Pronto se arrepintió, y acudió a Roma para pedir perdón.
A la vuelta, paró en el monasterio de Molesmes, cuyo abad era san Roberto. Y con él, Alberico y Esteban fundaron el año 1098 el nuevo monasterio de Cîteaux (Borgoña), origen de los cistercienses, con la voluntad de restablecer la fiel obediencia a la Regla de San Benito. Cuando murió Alberico, san Esteban le sucedió como abad, y fue quien recibió a san Bernardo y le envió, en 1115 a fundar la abadía de Claraval. En vida de Esteban fueron doce las fundaciones cistercienses. Murió en Cîteaux (Francia) el año 1134.
Sixto III: frente a Pelagio y Nestorio
Sixto III accedió al Pontificado tras morir Celestino I, y se convirtió en el Papa 44 de la Iglesia. En sus ocho años como Pastor tuvo que confirmar en la doctrina de la Iglesia a los fieles ante Pelagio. También se opuso a Nestorio, que defendía dos Personas en Cristo y que María no era Madre de Dios. El Concilio de Éfeso definió en el 431 la Persona divina de Cristo con dos naturalezas, una divina y otra humana. Y que María era Theotokos, la Madre de Dios.
El beato alemán Enrique Suso fue presbítero de la Orden de Predicadores (dominicos). Fue autor de un tratado sobre la sabiduría de Dios, «El pequeño libro de la Eterna Sabiduría», y, reflexionó sobre temas místicos, entre los que destacan textos dedicados al Nombre de Jesús. Defendió a su maestro Eckhart, al sostener que sus tesis fueron malinterpretadas.
Beata Juana de Maillé: atendió a enfermos y desamparados
La beata Juana María de Maillé nació de familia noble cerca de Tours (Francia) en 1331. Compartió con su esposo el ideal cristiano. Tuvo que pagar rescate por su marido, prisionero en guerra con los ingleses. Con los bienes que les quedaban, atendieron a enfermos y desamparados en la peste negra, y luego a leprosos. Fallecido su marido en guerra, se refugió en el hospicio de Tours, y vivió incluso como reclusa. Al parecer se hizo terciaria franciscana.