El mayor de los hermanos fue el obispo Metodio (en realidad se llamaba Miguel) y había nacido en el 825 en Tesalónica, donde en el 827, dos años más tarde, vio la luz Cirilo (llamado Constantino), monje. Ambos fueron enviados a Moravia, República Checa, para predicar la fe cristiana. Realizaron su obra evangelizadora en el siglo IX en Europa central.
Se les denomina «apóstoles de los eslavos», entre otros motivos por haber creado un nuevo alfabeto, el “cirílico”, llamado así por san Cirilo, que ofrecía al mundo eslavo unidad lingüística y cultural con la traducción de la Biblia, del misal y del ritual litúrgico. En 1980, san Juan Pablo II les declaró patronos de Europa, uniéndolos así a san Benito, proclamado patrono del continente por san Pablo VI en 1964.
Posteriormente, en 1999, el Papa polaco declaró patronas de Europa a tres mujeres: santa Brígida de Suecia, santa Catalina de Siena y santa Teresa Benedicta de la Cruz.
San Valentín, patrón de los enamorados
El 14 de febrero se celebra también al mártir san Valentín. Es patrón de los enamorados porque, según la tradición, durante la persecución a los cristianos en el siglo III, el santo puso en riesgo su vida para unir en matrimonio a las parejas, contra la orden del emperador.
La tesis puede completarse con lo siguiente. Hubo dos santos ‘Valentín’ y ambos poseen una historia parecida, pues los dos (quizá fueran el mismo), prefirieron ser ejecutados a renunciar a su fe cristiana. En suma, san Valentín fue ajusticiado por celebrar matrimonios en secreto, y cada 14 de febrero se conmemora su valentía y compromiso con el amor.