En el sexto año de la persecución de Diocleciano, san Adriano se dirigía a Cesarea con Eubulo para visitar a los confesores de la fe. Cuando los guardias de la ciudad les interrogaron sobre el viaje, respondieron que habían ido a visitar a los cristianos.
El gobernador mandó que fueran azotados y arrojados a las fieras. Adriano fue decapitado tras ser atacado por un león, según el Martirologio Romano, y Eubulo lo mismo. En el santoral católico hay al menos cinco Adrianos y una Adriana.
San Juan José de la Cruz nació en la isla de Ischia (Italia) en 1654, de familia piadosa, cuyos cinco hijos se consagraron al Señor. Desde pequeño profesó especial devoción a la Virgen y amor generoso a los pobres. Muy joven vistió el hábito franciscano en Nápoles y fue el primero en ingresar en la Reforma alcantarina (San Pedro de Alcántara) implantada en Italia, de la que sería principal promotor.
Ordenado sacerdote, se entregó al apostolado, a confesar, y a la dirección de almas. Tras una vida contemplativa y austera murió en Nápoles en 1734.