Nacida en Darfur (Sudán), en 1869, fue raptada por comerciantes de esclavos cuando aún era niña, y vendida en mercados africanos, fue maltratada cruelmente como esclava. Bakhita, cuyo nombre significa Afortunada, fue liberada por un comerciante italiano, y a través de un matrimonio amigo de aquél, ya en Italia, conoció a Jesús, fue bautizada y profesó como religiosa canosiana durante 51 años. Los habitantes de Schio, donde vivió y murió, descubrieron en su «madre morenita» una gran fuerza interior, basada en la oración y en su caridad.
En su Mensaje para la XI Jornada Mundial de Oración y Reflexión contra la Trata de Personas, que tiene lugar hoy, el Papa Francisco, que también le dedicó una catequesis en 2023, ha escrito: “Juntos -confiando en la intercesión de Santa Bakhita – lograremos hacer un gran esfuerzo y crear las condiciones para que la trata y la explotación sean proscritas y para que siempre prevalezca el respeto de los derechos humanos fundamentales, en el reconocimiento fraterno de nuestra humanidad común”.
Santa Bakhita perdonó a los traficantes, y el perdón la hizo libre, ha escrito el Papa Francisco. Gracias al mensaje de reconciliación y misericordia que transmitió, ha escrito Cáritas, Josefina Bakhita fue beatificada y nombrada “Hermana universal” por san Juan Pablo II en 1992. En la ceremonia fue beatificado también san Josemaría Escrivá. Santa Josefina Bakhita sería canonizada por san Juan Pablo II en octubre de 2000. El director italiano Giacomo Campiotti dirigió la película Bakhita.