El 1 de septiembre de 1858 nacía en Estrasburgo en una familia de la nobleza, Charles-Eugéne de Foucauld. Sus padres murieron, uno detrás de otro en 1864 y Charles y María, su hermana, son confiados a su abuelo, el coronel Morlet, hombre bueno pero débil. Realizó sus estudios en París en un colegio de jesuitas y comenzó a prepararse para el ingreso en la escuela militar. Su interés por los estudios era muy deficiente. A los 16 años perdió la fe. Dos años después su abuelo murió y heredó una gran fortuna que comenzó a dilapidar de manera estrepitosa. Entró en la escuela de caballería de Samur en octubre, donde saldrá con la última calificación: el número 87 entre 87 alumnos. Llevó una vida de juerguista e indisciplina llena de excentricidades. No obstante dibujaba bien y se cultivaba leyendo mucho. En 1879 se unió a Mimi, una joven de mala reputación y convivió con ella. Dos años después su regimiento es enviado a Argelia y Charles llevó consigo a Mimi haciéndola pasar por su mujer. Descubierta la superchería es degradado y regresó a Europa. Con motivo de una revolución en Túnez, vuelve a África y durante ocho meses se muestra como un excelente oficial pero, seducido por el desierto, abandonó el ejército y se instaló en Argelia donde inició una exploración por aquellos terrenos no visitados entonces por ningún europeo. Tomó como compañero al rabino Mardoqueo, se vistió de hebreo y recorrió clandestinamente Marruecos durante un año. Intentó allí su matrimonio con una joven argelina, pero romperá la relación ante la oposición tajante de la familia de ella.
Regresó a Francia tras dos años de ausencia. Se dedicó entonces a recopilar toda la información posible sobre Marruecos, siempre de una manera oculta con miedo a ser descubierto por los árabes. Entre 1887 y 1888 publica dos importantes obras: «El reconocimiento de Marruecos» y «El itinerario de Marruecos», que reciben una crítica entusiasta. Adquiere fama de un gran explorador por la calidad y la cantidad de informaciones recopiladas y por las preciosas observaciones sociales y de costumbres que incluye en sus relatos. Recibe la medalla de oro de la «Sociedad Francesa de Geografía» y se sitúa así en un mundo de honores.
Llevado por profundas inquietudes espirituales, en octubre de 1886 Charles entró en la iglesia de San Agustín de París, para pedir consejo al padre Huevélin, del que le había hablado su prima María Bondy. El sacerdote le pide que se confiese y comulgue de inmediato, luego hablarían, y él lo acepta. Los años siguientes los pasa en casa de su familia y mantiene frecuentes conversaciones con su confesor. Su alma se va llenando cada vez más de Dios y comienza a pensar en hacerse religioso. En las navidades de 1888 se dirige a Tierra Santa y allí madura su decisión irrevocable: hacerse monje. Regresa a Francia y se dispone a ser trapense. Entrega todos sus bienes a su hermana y renuncia de una manera definitiva a toda gloria humana.
En enero de 1890 parte para la trapa de Nuestra Señora de las Nieves en Francia y entra al noviciado con el nombre de Frater Marie-Albéric. Seis meses después parte para otra trapa mucho más pobre, la de Akbès, en Siria, una región alejadísima que a finales del siglo XIX se alcanzaba sólo después de varios días de camino. Allí se ocupó de cultivar el huerto, realizando los trabajos más humildes hasta 1896. No obstante, una voz interior le llamaba a una soledad todavía más profunda. Siguiendo los consejos del padre Hevélin, con el que seguiría manteniendo correspondencia, hace el primer proyecto de una congregación religiosa «a su manera». Se le envía a Roma para ampliar estudios y allí pide ser dispensado de sus votos. En 1897, el Prior general de los trapenses le deja en libertad para seguir su vocación.
Parte nuevamente a Tierra Santa y comienza una vida de ermitaño en un convento de hermanas Clarisas en Nazaret, donde es su criado y recadero, viviendo en una sencilla cabaña cerca del claustro. Permanece allí tres años y llega a ser un personaje amado en Nazaret por su espiritualidad y su continua caridad. Las clarisas y su confesor le instan para que solicite la ordenación sacerdotal. Vuelve a Francia para prepararse y es ordenado sacerdote el 9 de junio de 1901. Poco después parte nuevamente a Argelia, al oasis de Beni-Abbès para ayudar espiritualmente a un destacamento militar francés. Construye una sencilla ermita con una capilla. Desde allí alerta a sus amigos y a las autoridades francesas del drama de la esclavitud. Rescata varios esclavos, hace giras por la tierra de los Touaregs, la región más solitaria del interior, aprende su idioma, hace para ellos un catecismo y comienza a traducir el evangelio estableciéndose en un poblado a 1500 metros de altitud donde construye una pequeña cabaña en la que instala la capilla y una sencilla habitación. El padre Foucauld se divide ahora entre los pobres de Beni-Abbès y los de Tamanrasset, que distan 700 kms de desierto. Charles es el único cristiano. Al faltar los fieles le está prohibido celebrar la misa; lo suple haciendo de su vida una eucaristía. En 1908, agotado, cae enfermo de muerte. Los touaregs le salvan compartiendo con él la poca leche de cabra que tenían en ese tiempo de sequía. Entre 1909 a 1913 hace tres viajes a Francia para presentar su proyecto de los «Petis frères» del Sagrado Corazón, asociación de laicos para conversión de infieles.
Durante la guerra mundial el desierto resulta un lugar peligroso y permanece en Tamanrasset. Para proteger a los indígenas de los alemanes construye un fortín. Continúa trabajando en sus poesías y proverbios touaregs. El 1 de diciembre de 1916 unos bandidos le apresan y le asesinan. En su muerte estaba solo … o casi solo. En Francia hay 49 inscritos en la Asociación del Sagrado Corazón de Jesús que él consiguió hacer aprobar a las autoridades religiosas. Su muerte fue como una semilla. En 2002 diecinueve fraternidades diferentes de laicos, sacerdotes, religiosos y religiosas, vivían el Evangelio que sigue la espiritualidad de Charles de Foucauld. El 15 de mayo de 2022 el papa Francisco le canonizó.