Casimiro, que sería uno de los patronos de Polonia, y también patrono de Lituania, nació en Cracovia en 1458 en una familia numerosa, tercero de los trece hijos de Casimiro, rey polaco, y de Isabel, hija del emperador de Austria, que era católica y procuró educar a sus hijos en la fe. Según los biógrafos, san Casimiro tuvo además dos buenos maestros: el Padre Juan, con fama de sabio y santo, y el profesor Calímaco, que ayudó durante años al rey de Polonia en la instrucción de los jóvenes.
Desde los 17 años. Casimiro estuvo al lado de su padre, el rey Casimiro IV Jagellón, con los asuntos públicos, y le acompañó a Lituania, de donde procedían los Jagellones. Su mayor deseo era agradar a Dios. Siendo hijo del rey, vestía sencillamente, sin lujos. Se mortificaba en el comer, beber, mirar y dormir, se ha escrito. Muchas veces dormía en el suelo. Sus devociones espirituales preferidas eran la Pasión y Muerte de Jesucristo -meditaba en la agonía de Jesús en el huerto-, y Jesús Sacramentado.
Adoraba a Jesús
Aprovechaba el descanso y la noche para pasar horas adorando a Jesús en la Hostia Santa. Era generoso en tiempo y bienes con los pobres. Quisieron casarle con una hija del emperador Federico III de Austria, pero Casimiro se negó a contraer matrimonio, por su decisión de vivir el celibato. Enfermó de tuberculosis, falleció el 4 de marzo de 1484, con 26 años, en Lituania, y fue sepultado en Vilna.
A los 120 años de haber sido enterrado, abrieron su sepulcro y encontraron su cuerpo incorrupto. Sobre su pecho encontraron una poesía a la Virgen María que recitaba frecuentemente y que mandó colocaran sobre su cadáver cuando le fueran a enterrar.