Evangelización

Un párroco de 81 años para 100.000 habitantes

Primer plano de un párroco veterano, Enrique Meyer, en una ciudad de Paraguay. El número de feligreses o las dificultades de la pandemia no disminuyen la energía de este sacerdote.

Federico Mernes·6 de julio de 2022·Tiempo de lectura: 2 minutos

Enrique Meyer y Federico Mernes

Llegando a la ciudad de Luque, a 10 km de la capital, veo un cartel que dice: La patrona de la economía familiar es la Virgen del Rosario. Llego quince minutos a mi entrevista en la parroquia. Voy a la capilla de adoración, hay cuatro personas, dos mujeres y dos hombres de mediana edad.

Me recibe el padre Enrique Meyer, de 81 años y cincuenta y tres de sacerdocio. Al llegar me dice que el nuevo arzobispo le dio dos encargos en la Arquidiócesis. Además de todo lo que tiene es Decano de las parroquias del Decanato. Se lo ve muy tranquilo detrás de su escritorio. Es el rector y párroco del Santuario Virgen del Rosario y le ayuda un vicario cooperador. Tiene un mapa de todo el territorio. El suyo alcanza aproximadamente cien mil habitantes. Comprende además treinta y seis capillas en las que le ayudan otros seis sacerdotes que están destinados en otras parroquias cercanas. En las capillas tienen misa tres veces al mes. En el santuario todos los días y el domingo cuatro misas. A las misas diarias vienen unas cuatrocientas personas.

Sacramentos

Cuenta que atienden a mil niños para la primera comunión a quienes hay que confesa, pero la ceremonia la hacen en las capillas. Comenta que tiene que haber una mejor distribución de sacerdotes. La parroquia se divide en cuatro zonas pastorales. Además, tienen treinta y nueve territorios sociales que llaman asentamientos: allí se hacen misiones. Son territorios de gente que ha migrado y se ha establecido en terrenos municipales o propiedades privadas, donde no tienen título. Allí se comienza a dar catequesis y administrar sacramentos. No fue fácil entrar. Se está hablando con las familias para intentar regularizar su situación. 

Recursos

Durante la pandemia se dio comida a siete mil personas diariamente, todo un año, en veintitrés comedores populares. Dice que “gracias a eso no hubo un estallido social”.

Le pregunto como anda la administración y me dice sonriendo: “no tenemos problemas económicos”. Me muestra la revista mensual que tiene una tirada de mil ejemplares donde informa, entre otras cosas, de la situación económica. Vemos que tiene como superávit 35.000 Us., gracias a la colecta de la misa. Le digo que no en vano su apellido es de origen judío. Y es que además estuvo al frente de la administración económica de la Arquidiócesis durante treinta años. 

Hace mención a un sacerdote de comienzo del siglo pasado: Pantaleón García, quien construyó el templo, fundó el club de fútbol que se llama Sportivo Luqueño, que juega en primera. Unió a todo el pueblo y hasta hoy es considerado un héroe. 

Menciona que ahora se acaba de crear una radio comunitaria. Con orgullo dice que ahora por internet está abierto a todo el mundo. Además, Luque es una ciudad profamilia y provida por decreto de la Municipalidad. Me dice que la gente de aquí es fanática de su club de fútbol y de la Virgen del Rosario.

Otro servicio que ofrece es el de diez psicólogos que atienden gratuitamente a cualquiera que necesite ayuda. Al terminar le pregunto qué remedios toma, y me dice que tres pastillas y una más día de por medio. 

El autorFederico Mernes

Newsletter La Brújula Déjanos tu mail y recibe todas las semanas la actualidad curada con una mirada católica