“Todo el texto es un himno, una alabanza por la belleza que Dios nos ofrece”. Con estas palabras, el cardenal Claudio Hummes, presidente de la Red Eclesial Pan-Amazónica (Repam), ha comentado la exhortación apostólica Querida Amazonia del Papa Francisco, fruto del Sínodo de los Obispos del octubre pasado, del cual el mismo Hummes fue relator general.
También ha expresado su felicidad una de las auditoras, la indígena Yesica Patiachi, de treinta y tres años, quien ha explicado cómo el texto pontificio, que ahora participa del Magisterio ordinario de la Iglesia, es básicamente la “coronación más hermosa de todo el trabajo realizado en estos años”, reconociendo que el Papa Francisco se confirma como “el único líder mundial que realmente ha entendido que en Amazonia se está jugando un partido crucial para la humanidad”.
Observando el estado de ánimo en la víspera de la publicación, muchos se esperaban una exhortación que siguiese al pie de la letra los puntos del Documento Final del Sínodo y que “aprobase”, o “no aprobase” en particular aquellas cuestiones que inevitablemente quedaron pendientes la última vez, ya que la última palabra siempre le corresponde al Papa.
Documento final del Papa
El Papa Francisco ha sorprendido nuevamente y ha lanzado su propia propuesta, agregando al Documento final –que invita a tener en cuenta íntegramente y hacer del mismo un tesoro especial– cuatro nuevos sueños que, como dice, ha logrado tener tras la experiencia sinodal: un sueño social (atención a los pobres, a los pueblos originarios y sus derechos), un sueño cultural (atención a la belleza del territorio), un sueño ecológico (atención al ambiente vital y a su custodia) y un sueño eclesial (nueva evangelización e inculturación). Sueños indudablemente deseados para la Amazonia, pero entregados a toda la Iglesia.
Por lo tanto, en el texto –que se desarrolla en 111 puntos y 4 capítulos, más una introducción y una conclusión–, el Papa nunca hace referencia al Documento final, y lo reitera explícitamente; más bien recorre el diagnóstico del Instrumentum laboris del Sínodo, cita algunas encíclicas anteriores, suyas (Laudato si’, in primis) y de sus predecesores, así como los documentos de las Conferencias Generales del Episcopado latinoamericano, y hace uso de escritores y poetas indígenas para circunscribir y narrar sus esperanzas para la Iglesia en la Amazonia.
Con respecto a las referencias a documentos del pontificado redactados en el pasado, que el Papa invita a releer, se muestra claramente que la Amazonia amalgama y, en cierto sentido, contiene todas las aspiraciones e inquietudes de la Iglesia entera. Y de este modo se convierte en un gran punto de referencia para el renacimiento de la evangelización universal, siguiendo estos 4 sueños del Papa a nivel global. También parece demostrar que todo lo que Francisco pretendía decir a lo largo de su Pontificado en el fondo ya lo ha dicho, y solo debe ponerse en práctica y adaptarlo a las diferentes circunstancias. En resumen, casi se podría decir que se trata de una especie de testamento espiritual.
Sobre los puntos “calientes” que animaron los debates que precedieron al Sínodo, en la exhortación el Papa parece querer confirmar su actitud de “no ocupar espacios sino iniciar procesos”. De hecho, en el texto deja claro que todas esas necesidades y expectativas que surgieron de una manera algo apresurada pueden madurar con el tiempo, a la luz de la sabiduría y la maternidad de la Iglesia, sin establecer necesariamente ahora algo concreto. Algunas referencias, por ejemplo, son la del “rito amazónico” (n. 79 y siguientes), la del acceso a los sacramentos (n. 84) y a la “ministerialidad” (85).
Diáconos permanentes
Por otro lado, la posición del Santo Padre sobre la ordenación de diáconos permanentes que pueden ser ordenados sacerdotes es muy clara: no hace ninguna referencia a ello; más bien, valora la figura del sacerdote al afirmar que solo él puede administrar la Eucaristía, que es lo que “hace la Iglesia”. La solución propuesta es: orar más por las vocaciones y alentar a nuevos sacerdotes misioneros para la Amazonia, además de valorar cada vez más el papel de los laicos y su protagonismo, que hay que combinarlo con la necesidad de la celebración eucarística (87-94), que permanece siempre como la prioridad. El Pontífice también cierra las puertas, de forma razonada y por enésima vez, a la ordenación de mujeres (100-103), pero realzando y valorizando la necesaria y fundamental “huella femenina” para toda la Iglesia. Queda claro que el camino solo acaba de comenzar y que debemos asegurarnos de que abra horizontes nuevos para el bien de la Amazonia y de toda la Iglesia, valorando cuanto ha dicho el Papa Francisco sobre la urgencia del anuncio del kerygma.
El debate sinodal y las conclusiones del Santo Padre quedan enmarcadas en la Laudato si’, con sus reflexiones también vinculadas a la conciencia del impacto ecológico y del “todo está conectado” de la sociedad actual. Preocupaciones que han sido confirmadas por la comunidad científica –como ha reiterado el Premio Nobel de 2007 Carlos Nobre durante la conferencia de prensa de presentación del Documento– y que hoy asumen un papel universal en el compromiso de todos, gracias a la Iglesia y al Papa.