Vocaciones

Noviazgo, un tiempo para trabajar el amor

El Papa Francisco definió el noviazgo como: "El tiempo en el cual los dos están llamados a realizar un buen trabajo sobre el amor, un trabajo partícipe y compartido, que va a la profundidad". Basándose en esta y otras reflexiones del Pontífice, el autor ofrece consejos para trabajar el amor en una relación.

Santiago Populín Such·14 de febrero de 2025·Tiempo de lectura: 8 minutos

(Unsplash / Timo Stern)

En la audiencia general del 27 de mayo del 2015, el Papa Francisco definió el noviazgo como: «El tiempo en el cual los dos están llamados a realizar un buen trabajo sobre el amor, un trabajo partícipe y compartido, que va a la profundidad. Ambos se descubren despacio, mutuamente, es decir, el hombre ‘conoce’ a la mujer conociendo a esta mujer, su novia; y la mujer ‘conoce’ al hombre conociendo a este hombre, su novio».

Así mismo, comentó que en el relato bíblico del Génesis se habla de toda la creación como un trabajo del amor de Dios; de esa imagen se entiende que el amor de Dios, del cual procede todo el mundo, no fue algo tomado a la ligera. «¡No! Fue un trabajo hermoso. El amor de Dios creó las condiciones concretas de una alianza irrevocable, sólida, destinada a durar». De igual modo, la alianza de amor entre un hombre y una mujer requiere tiempo, no es algo instantáneo, por ello «es necesario trabajar en el amor (…)». En otras palabras, la unión amorosa entre el hombre y la mujer se cultiva y se perfecciona con el tiempo. «Me permito decir que se trata de una alianza artesanal. Hacer de dos vidas una vida sola, es incluso casi un milagro, un milagro de la libertad y del corazón, confiado a la fe».

El amor es una relación

El 14 de febrero de 2014, en el discurso dirigido a las parejas de novios que se preparan para el matrimonio, el Papa Francisco, abordando una consulta que le hicieron sobre si es posible amar para siempre, comentó: «¿Pero qué entendemos por ‘amor’? ¿Sólo un sentimiento, un estado psicofísico? Cierto, si es esto, no se puede construir sobre ello algo sólido. Pero si en cambio el amor es una relación, entonces es una realidad que crece, y podemos incluso decir, a modo de ejemplo, que se construye como una casa. Y la casa se construye juntos, no solos. Construir significa aquí favorecer y ayudar el crecimiento».

Es interesante resaltar que un año antes, en su primera carta encíclica “Lumen fidei n. 27, ya había expresado algo similar: «En realidad, el amor no se puede reducir a un sentimiento que va y viene. Tiene que ver ciertamente con nuestra afectividad, pero para abrirla a la persona amada e iniciar un camino, que consiste en salir del aislamiento del propio yo para encaminarse hacia la otra persona, para construir una relación duradera; el amor tiende a la unión con la persona amada. Y así se puede ver en qué sentido el amor tiene necesidad de verdad. Sólo en cuanto está fundado en la verdad, el amor puede perdurar en el tiempo, superar la fugacidad del instante y permanecer firme para dar consistencia a un camino en común. Si el amor no tiene que ver con la verdad, está sujeto al vaivén de los sentimientos y no supera la prueba del tiempo.

El amor verdadero, en cambio, unifica todos los elementos de la persona y se convierte en una luz nueva hacia una vida grande y plena. Sin verdad, el amor no puede ofrecer un vínculo sólido, no consigue llevar al ‘yo’ más allá de su aislamiento, ni librarlo de la fugacidad del instante para edificar la vida y dar fruto».

En el capítulo cuarto de la exhortación apostólica “Amoris laetitia”, el Papa Francisco comentó que, en el Himno a la caridad de san Pablo, encontramos «algunas características del amor verdadero». Haciendo una paráfrasis de él, presentó algunas indicaciones para los esposos que conducen a la caridad conyugal. Considerando el noviazgo, en palabras del Pontífice, como un «camino de preparación al matrimonio», es preciso que los novios también las conozcan para trabajar el amor de su relación.

El primer punto del Himno es la paciencia. El Papa resaltó que, por impulso del amor, ésta se afianza cuando se reconoce «que el otro también tiene derecho a vivir en esta tierra junto a mí, así como es», dejando de lado el deseo perfeccionista y la ambición de que todo sea como uno quiere.

El segundo, es la actitud de servicio. Indicó que la paciencia lleva a una postura activa «dinámica y creativa ante los demás», traducida en una actitud servicial, pues «el amor beneficia y promueve a los demás».

En el tercero, destacó que el amor lleva a mirar al otro con los ojos de Dios, sanando la envidia y conduciendo a la alegría por el bien del otro.

Respecto al cuarto y al quinto punto, explicó que el amor lleva a no «hacer alarde ni agrandarse», pues ayuda a ubicarse en el lugar que le corresponde sin buscar ser el centro.

Luego, trató los siguientes cuatro puntos. Subrayó que «amar es volverse amable»; «la cortesía es una escuela de sensibilidad y desinterés, que exige a la persona cultivar su mente y sus sentidos, aprender a sentir, hablar y, en ciertos momentos, a callar». En ese contexto, animó a observar y aprender el lenguaje amable de Jesús. Después, el amor «no busca su propio interés», «puede ir más allá de la justicia y desbordarse gratis sin esperar nada a cambio».

Además, el amor lleva a no irritarse; se trata de una actitud que nace «de una violencia interna, de una irritación no manifiesta que nos coloca a la defensiva ante los otros, como si fueran enemigos molestos que hay que evitar». Posteriormente, «no tiene en cuenta el mal», el amor sabe perdonar; una forma que surge de «una actitud positiva, que intenta comprender la debilidad ajena y trata de buscarle excusas a la otra persona, como Jesús cuando dijo: ‘Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen’ (Lc 23, 34)».

Y terminó esta explicación del Himno con los siguientes aspectos. Acentuó que el amor lleva a «alegrarse con los demás». «Si no alimentamos nuestra capacidad de gozar con el bien del otro y, sobre todo, nos concentramos en nuestras propias necesidades, nos condenamos a vivir con poca alegría». Igualmente, el amor «disculpa todo». Este término se distingue del «no tiene en cuenta el mal» porque se refiere al uso de la lengua, que en ocasiones puede implicar saber «guardar silencio» de los defectos de los demás.

En este sentido, «los esposos que se aman y se pertenecen, hablan bien el uno del otro, intentan mostrar el lado bueno del cónyuge más allá de sus debilidades y errores». Más aún, «el amor todo lo cree», «confía». La confianza permite tener una relación sana, con libertad y con un amplio horizonte, pues el «amor confía, deja en libertad, renuncia a controlarlo todo, a poseer, a dominar».

Otro de los rasgos que recalcó es que «el amor todo lo espera», no se impacienta ante el porvenir. Surge de una actitud que «indica la espera de quien sabe que el otro puede cambiar», brotando así la esperanza en la otra persona. Y en último lugar, «el amor todo lo soporta». Hace referencia a «mantenerse firme en medio de un ambiente hostil». Se trata de «amor a pesar de todo, aun cuando todo el contexto invite a otra cosa».

Cómo se construye el amor

Francisco, en el discurso a las parejas de novios de febrero de 2014, después de explicar el significado del amor, animó a los novios a crecer juntos, a construir una casa y vivir juntos para toda la vida. Les alertó de no edificar esa casa «en la arena de los sentimientos que van y vienen, sino en la roca del amor auténtico, el amor que viene de Dios». También les explicó que la familia surge de ese proyecto de amor, que ha de crecer como se construye una casa. «Que sea espacio de afecto, de ayuda, de esperanza, de apoyo. Como el amor de Dios es estable y para siempre, así también el amor que construye la familia queremos que sea estable y para siempre». Además, reveló cuál es el secreto para sanar el miedo al «para siempre»:

«Se cura día a día, encomendándose al Señor Jesús en una vida que se convierte en un camino espiritual cotidiano, construido por pasos, pasos pequeños, pasos de crecimiento común, construido con el compromiso de llegar a ser mujeres y hombres maduros en la fe. Porque, queridos novios, el ‘para siempre’ no es sólo una cuestión de duración. Un matrimonio no se realiza sólo si dura, sino que es importante su calidad. Estar juntos y saber amar para siempre es el desafío de los esposos cristianos».

En la línea con lo comentado, el 26 de septiembre de 2015, en el discurso en la fiesta de las familias y vigilia de oración en Filadelfia, el Papa explicó que el amor es un aprendizaje que busca crecer: «No existen familias perfectas y esto no nos tiene que desanimar. Por el contrario, el amor se aprende, el amor se vive, el amor crece ‘trabajándolo’ según las circunstancias de la vida por la que atraviesa cada familia concreta.

El amor nace y se desarrolla siempre entre luces y sombras. El amor es posible en hombres y mujeres concretos que buscan no hacer de los conflictos la última palabra, sino una oportunidad. Oportunidad para pedir ayuda, oportunidad para preguntarse en qué tenemos que mejorar, oportunidad para poder descubrir al Dios con nosotros que nunca nos abandona.

Este es un gran legado que le podemos dejar a nuestros hijos, una muy buena enseñanza: nos equivocamos, sí; tenemos problemas, sí; pero sabemos que eso no es lo definitivo. Sabemos que los errores, los problemas, los conflictos son una oportunidad para acercarnos a los demás, a Dios».

Un año después, en “Amoris laetitia” n. 134, Francisco insistió: «El amor que no crece comienza a correr riesgos, y sólo podemos crecer respondiendo a la gracia divina con más actos de amor, con actos de cariño más frecuentes, más intensos, más generosos, más tiernos, más alegres». Es decir, se trata de «un camino de constante crecimiento».

El noviazgo como «un itinerario de vida»

En la audiencia general del 27 de mayo de 2015, el Papa expresó que la alianza de amor entre el hombre y la mujer no se improvisa, no nace de un día para el otro, «es necesario trabajar en el amor, es necesario caminar». Francisco explicó que Dios, cuando habla de la alianza con su pueblo, lo hace en algunas ocasiones en términos de noviazgo. Para sostener su argumento citó dos pasajes de la Sagrada Escritura: «En el libro de Jeremías, al hablar al pueblo que se había alejado de Él, le recuerda cuando el pueblo era la ‘novia’ de Dios y dice así: ‘Recuerdo tu cariño juvenil, el amor que me tenías de novia’ (2, 2). Y Dios hizo este itinerario de noviazgo; luego hace también una promesa: lo hemos escuchado al inicio de la audiencia, en el libro de Oseas: ‘Me desposaré contigo para siempre, me desposaré contigo en justicia y en derecho, en misericordia y en ternura, me desposaré contigo en fidelidad y conocerás al Señor’ (2, 21-22). Es un largo camino el que el Señor recorre con su pueblo en este itinerario de noviazgo. Al final Dios se desposa con su pueblo en Jesucristo: en Jesús se desposa con la Iglesia. El pueblo de Dios es la esposa de Jesús».

Los pasajes de la Biblia explicados por Francisco ilustran que ese mismo itinerario sucede en el noviazgo entre un hombre y una mujer: primero comienzan a caminar juntos, luego viene la promesa de fidelidad que culminará en el matrimonio, siendo éste el signo de la unión de Cristo y de la Iglesia.

El 26 de diciembre de 2021, fiesta de la Sagrada Familia, en la carta a los matrimonios con ocasión del año “Familia Amoris laetitia”, el Santo Padre expresó que, al igual que Abrahán, «cada uno de los esposos sale de su tierra desde el momento en que, sintiendo la llamada al amor conyugal, decide entregarse al otro sin reservas». Por esta razón afirmó que el noviazgo supone «transitar juntos el camino que conduce al matrimonio». Y en ese itinerario compartido es capital que los novios aprendan a amarse.

Permiso, gracias y perdón

 El Papa Francisco, en el discurso a las parejas de novios del 14 de febrero de 2014,caracterizado por su estilo de hablar sencillo pero al mismo tiempo profundo, señaló la importancia de ciertas normas esenciales que pueden resumirse en tres palabras: «permiso», «gracias» y «perdón». Tres palabras que, en el contexto del noviazgo concebido como un período destinado a «transitar juntos el camino que conduce al matrimonio» y del aprender a amarse como compañeros de viaje, es bueno tenerlas en cuenta

«Permiso». El Papa comentó que se trata de «la petición gentil de poder entrar en la vida de otro con respeto y atención». En otras palabras, es «saber entrar con cortesía en la vida de los demás», ya que el amor verdadero no se impone, es por esta razón que la cortesía mantiene el amor.

«Gracias». Francisco afirmó que puede parecer una palabra sencilla de decir, pero que no siempre es así. «¿Recordáis el Evangelio de Lucas? Jesús cura a diez enfermos de lepra y sólo uno regresa a decir gracias a Jesús. Y el Señor dice: y los otros nueve, ¿dónde están? Esto es válido también para nosotros: ¿sabemos agradecer? En vuestra relación, y mañana en la vida matrimonial, es importante tener viva la conciencia de que la otra persona es un don de Dios, y a los dones de Dios se dice ¡gracias!, siempre se da gracias». Por este motivo animó a los novios a ser agradecidos, para poder avanzar juntos y positivamente hacia la vida matrimonial.

«Perdón». El Pontífice destacó que la condición humana lleva a cometer errores y equivocaciones a lo largo de la vida, por consiguiente, resulta imperativo pedir disculpas en las múltiples ocasiones del día. «“Perdona si hoy levanté la voz”; “perdona si pasé sin saludar”; “perdona si llegué tarde”, “si esta semana estuve muy silencioso”, “si hablé demasiado sin nunca escuchar”; “perdona si me olvidé”; “perdona, estaba enfadado y me la tomé contigo”.

Podemos decir muchos ‘perdón’ al día». También explicó que se trata de una enseñanza de Jesús, que nos anima a no acabar nunca el día sin pedir perdón, sin que la paz vuelva al hogar, al seno de la familia. «Si aprendemos a pedirnos perdón y a perdonarnos mutuamente, el matrimonio durará, irá adelante».

El autorSantiago Populín Such

Bachiller en Teología por la Universidad de Navarra. Licenciado en Teología Espiritual por la Universidad de la Santa Cruz, Roma.

Newsletter La Brújula Déjanos tu mail y recibe todas las semanas la actualidad curada con una mirada católica