Son muchos los matrimonios que desean tener hijos pero que no pueden por distintas razones. Más todavía son las personas que, al encontrarse en esta situación, recurren a soluciones como la fecundación in vitro o los vientres de alquiler para satisfacer sus deseos de ser padres.
Frente a estas situaciones, se alza una respuesta distinta, inspirada en la encíclica del Papa Pablo VI, Humanae Vitae. Esta opción es la naprotecnología. La naprotecnología, desarrollada por el doctor Thomas W.Hilgers, utiliza biomarcadores analizados con el modelo Creighton. Esto permite a la mujer conocer mejor su fertilidad y al personal sanitario identificar problemas en la reproducción o trastornos ginecológicos. Gracias a este método se pueden corregir las alteraciones que sufra la mujer en el ámbito ginecológico, con el fin de restaurar tanto la fertilidad como la salud.
A pesar de que la naprotecnología nace del magisterio de un Papa, no se puede correr el riesgo de reducirla a una vía católica para regular la natalidad. Todo lo contrario, Venancio Carrión, habla en esta entrevista sobre la relación entre la naprotecnología y otras religiones. Venancio es licenciado en Filosofía, tiene un máster en Bioética y otro en Pastoral Familiar. Es, además, monitor afectivo-sexual. Es el presidente de Naprotec, la Asociación Española de Naprotecnología. Esta asociación se encarga de la formación, divulgación y promoción de la Naprotecnología y sus profesionales en España y algunos países de Europa y América.
En sus respuestas, Venancio se basa en su experiencia acompañando a matrimonios que acuden a la asociación. En esta entrevista, explica las razones por las que la naprotecnología no es una opción restrictivamente católica, sino abierta a todo el mundo.
¿En qué se basa la concepción que tiene el cristianismo del matrimonio y la familia?
–Presencia de Dios y santificación de los esposos. Desde una visión cristiana, antes de la separación en distintas confesiones, el matrimonio es una realidad natural elevada por el Sacramento: Dios se hace presente en una realidad humana y la convierte en lugar de Presencia divina y por lo tanto lugar de santificación, estando con el cónyuge estamos con Dios. En la relación de esposos se atisba la relación entre las personas divinas aunque de un modo accidental y contingente. Un matrimonio que se quiere es reflejo del amor de Dios, Dios se hace presente en esa relación que la libertad humana ha «creado».
Es precisamente en este contexto de generación de amor por la libertad de dos personas y la Presencia de Dios, donde tiene sentido que llegue un nuevo ser humano.
A pesar de que la naprotecnología tiene una fuerte base católica, los fieles de otras confesiones acuden también a ella. ¿Es esto por razones puramente médicas o cree que hay algo más?
–Por ambos motivos, en primer lugar la Naprotecnología y la Medicina Restaurativa son ante todo medicina. La medicina de verdad busca un bien para el ser humano y por eso es un atractivo para cualquier ser humano, para cualquier pareja que se encuentre en una situación donde no llegan los hijos es “natural” acudir a este camino, es lo que están buscando desde siempre, el problema es que solo les presentan técnicas de reproducción. En segundo lugar, es más fácil que acudan personas de creencia cristiana, pero también judíos y musulmanes. Cualquiera que comparta la misma visión sobre el matrimonio; unión de hombre y mujer, lugar por excelencia para la llegada del ser humano.
¿Cómo se realiza el acompañamiento a los matrimonios de otras confesiones?
–Desde la Asociación realizamos exactamente el mismo tipo de acompañamiento, centrados en la parte humana y facilitando todos los pasos para la parte médica, respetando las creencias, pero rezando por todos. Sobre esto último comparto una anécdota. En una asesoría detecté que el matrimonio pertenecía a algún grupo no católico. Una segunda llamada me confirmó mi sospecha. Ya habían hablado con el «catequista» y les autorizaba seguir con el proceso, pero manifestaron su preocupación por si algún sacerdote iba a rezar sobre ellos una oración como parte del proceso. Mi respuesta no se hizo esperar, “familia, esto es un proceso médico, ningún sacerdote tiene que imponer las manos, pero no tenga la menor duda de que hemos rezado por usted y su situación desde el primer momento”.
¿Qué cosas sobre el matrimonio y los hijos se pueden aprender cuando tratamos con personas de otras religiones?
–En todas las familias se puede ver el mismo sufrimiento. Nadie les da razón ni les ayuda en el camino. En algunas comunidades pueden llegar a ser mal vistos si del matrimonio no llegan hijos. Precisamente ante este sufrimiento buscamos proporcionar una ayuda para que se realice un camino sin hacer daño al amor de los esposos y ayudarles, aunque no sean conscientes, en su camino de santificación. Ayudamos a seguir poniendo en el centro de su alianza a Dios que es el origen de toda fecundidad. No detectamos grandes diferencias en lo esencial al ser un camino muy humano que responde a la esencia del compromiso matrimonial. Ciertamente cuando se ilumina desde la fe, se hace más llevadero y se logra descubrir la fecundidad donde parecía que no existía.