Familia

Mercado laboral y reputación del matrimonio erosionan la natalidad

Las altas tasas de paro de la población juvenil española, bajos salarios y precariedad del empleo, disuaden a los jóvenes del matrimonio y la natalidad, ha asegurado estos días el Observatorio Demográfico del CEU que dirige Joaquín Leguina. El hecho se agrava con una imagen fake del matrimonio y una penalización por familia, explica la consultora María Álvarez de las Asturias.

Francisco Otamendi·30 de abril de 2022·Tiempo de lectura: 7 minutos
natalidad

Sin duda habrá otros factores. Pero el empleo precario, tal como han destacado los expertos del CEU, y la “mala prensa del matrimonio”, en expresión coloquial de María Álvarez de las Asturias (Instituto Coincidir), autora de libros de excelente difusión como ‘Más que juntos’, ‘Una decisión original’, o ‘La nulidad matrimonial, mitos y realidades’, inciden claramente en que “los jóvenes cada vez se casan menos y lo hacen cada vez más mayores”, y en que “la juventud se emancipa muy mayor, con altas tasas de paro”.

Conclusión, “desde el punto de vista social, España tiene un problema grave con respecto a la natalidad”, ha manifestado esta semana el director del Observatorio Demográfico (OD) del CEU, Joaquín Leguina, en un acto organizado en la Universidad CEU San Pablo por la Facultad de Humanidades y CC. de la Comunicación, el Instituto CEU de Estudios de la Familia y el Centro de Estudios, Formación y Análisis Social (CEFAS).

Verán ahora algunos datos, en cascada, extraídos en parte de los informes presentados por el citado observatorio, en los que figura como coordinador el ingeniero Alejandro Macarrón, y también procedentes de otras fuentes, en especial los relativos a las bodas civiles y canónicas, es decir, celebradas por la Iglesia, como suele decirse coloquialmente. Luego les ofreceremos unos comentarios.

Emancipación, a los 29,5 años; matrimonio, a los 34

1) Los jóvenes españoles son de los que más tardíamente se emancipan en la Unión Europea, habiéndose retrasado en algo más de un año la edad media de salida del hogar familiar (en España tiene lugar a los 29,5 años, por los 25,5 en la eurozona) a raíz de la última gran crisis económica que comenzó en 2008.

2) El indicador coyuntural de primonupcialidad, que equivale a una estimación anual de la probabilidad de que la gente se case al menos una vez con menos de 60 años, ha caído algo más del 50 %, concretamente de 0,99 en 1976 a 0,48 en 2019, según el Observatorio universitario.

Es decir, “a comienzos de la Transición se casaba alguna vez la inmensa mayoría de los españoles. Por eso hoy solo 1 de cada 11 españoles que fallece con 80 años o más lo hace sin haberse casado a lo largo de su vida. Y con los datos actuales, más de la mitad de los españoles no se casarían nunca.”.

3) “La edad media al primer matrimonio ha pasado de 25,4 años en 1976 a 34,4 años en 2019, un retraso enorme”. En las últimas décadas, “se ha retrasado notablemente la edad al contraer matrimonio, lo cual tiene una incidencia negativa en la fecundidad, si bien actualmente no pocas parejas invierten el orden tradicional de casarse primero y tener hijos después, y celebran su boda ya con uno o varios retoños”.

4) El número de hijos por mujer, denominado por los expertos índice sintético de fecundidad, se desplomó en España en 2019, hasta situarse en 1,23, la cifra más baja desde el año 2000, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Estos días, el citado OD ha informado que en 2020, año ciertamente atípico por la pandemia, este índice fue del 1,18.

5) Hace 20 años hubo en España 163.000 bodas católicas. En 2020, no llegaron a las diez mil. Frente a ello, los ritos civiles pasaron de 44.779 en 1996 a 129.000 en 2019. En 2001, el 73,1 por ciento de los matrimonios celebrados en España eran católicos. Ocho años después, el porcentaje se había reducido al 45,5 por ciento. A mediados de la pasada década, caía hasta el 31,7 por ciento. El año pasado, apenas superaba el 20 por ciento. Ahora, sólo uno de cada diez son católicos (fuentes de la Conferencia Episcopal Española, CEE).

Las españolas quieren tener más hijos

El bajo índice de fecundidad mencionado es aún más penoso, si cabe, porque una encuesta del Instituto Nacional de Estadística (INE) recordó que las mujeres españolas en edad fértil aseguran querer tener “más del doble de los hijos que tienen”. En efecto, la brecha entre los hijos deseados y los que se tienen es la más grande de Europa, con 1,1 hijos por mujer, según el informe ‘Estado del bienestar, ciclo vital y demografía’, del Observatorio Social de la Fundación La Caixa, presentado a finales del año pasado.

El factor laboral

Podemos repasar ahora algunas causas de este fenómeno, que buena parte de la opinión pública ha calificado como invierno demográfico, e incluso suicidio demográfico. Es decir, por qué las españolas y españoles que quieren tener más hijos, no los tienen. Aunque se ha mencionado al principio, conviene reiterarlo. Se trata de la coyuntura económica y laboral.

“Las tasas de paro de la población juvenil española son muy altas, los salarios muy bajos y muchos empleos son precarios. Una realidad que provoca que la maternidad se retrase y los ciudadanos tengan un menor número de hijos, disminuyendo así la tasa de natalidad”, señalan Joaquín Leguina y su equipo. A su juicio, existe una corriente social y política en contra de la familia. “Toda persona que hable en contra de la natalidad está hablando en contra de España. Hay que pelear contra las ideologías que defienden que las mujeres no tengan hijos”, afirma.

Por otra parte, la consultora y escritora María Álvarez de las Asturias explica a Omnes, en primer término, su apoyo a la tesis de los expertos del CEU. “El factor económico es ahora muy importante. Yo en otras épocas he dicho que la cuestión económica no era para tanto, pero ahora mismo, que a un chico le estén pagando en una empresa potente 800 euros al mes, no da para hacer planes. Además, con trabajos muy precarios, que no sabes si dentro de seis meses vas a estar ahí o no. La parte económica en estos momentos influye mucho”.

“Las empresas están pidiendo gente joven con 2 ó 3 años de experiencia, pero esas mismas empresas no dan a los jóvenes contratos en lo que puedan adquirir esa experiencia. No hay manera”, añade Álvarez de las Asturias. “Lo del mercado laboral hay que replantearlo si queremos que los jóvenes puedan hacer planes. Yo no digo un contrato para toda la vida. Comprendo también a los empresarios, pero un mínimo… Retribuciones de 800 euros no se corresponden con el mercado de alquiler, y tampoco con lo que están ganado los grandes directivos. Todo esto hay que replantearlo.

No hablo de un contrato para toda la vida, pero hay que encontrar el equilibrio entre que la empresa pueda pagarte, y si no puede que te tengas que ir, y que den un mínimo de seguridad”.

Discriminación o penalización por familia

Pero la consultora no se queda aquí, y se refiere a otros factores. Por ejemplo, a lo que podría llamarse discriminación o penalización en razón de familia, aunque no emplee esos términos. Lo explica de este modo: “Es que luego a los trabajadores que quieren formar una familia se les ve como una pega. La conciencia social de formar una familia es una pega. Es como si fuera un lujo. Si quieres tener hijos, arréglate. Es toda una mentalidad [la que hay que cambiar]. No digo ya pro familia, pro natalidad. Que a cualquiera que quiera tener un hijo se le pongan las cosas más fáciles”.

“Esto no pasa solamente con el matrimonio, sino con tener una familia. Tú tienes un empleado que tiene familia y no es una noticia bien recibida. De hecho, la gente se cuida mucho de decirlo, hasta que no queda más remedio que decirlo. Entre un chico que no está casado, y otro que tiene obligaciones familiares, pues está más libre… Pero es que estamos poniendo el trabajo y el rendimiento económico…, y es en cierto modo una explotación, porque son contratos en los que si despides a uno, al día siguiente tienes cincuenta mil candidatos a ese puesto. Al mercado laboral hay que darle una vuelta completa”, sintetiza.

Adolescencia, imagen

Además, Álvarez de las Asturias menciona que “la inmadurez de la adolescencia se está prolongando. Algún psicólogo señala que hasta los ventitantos es adolescencia, cuando la adolescencia terminaba antes, ¿no? Ahora, cuando unos jóvenes se casan entre 25 y 28 años, la reacción general es: ¡pero si son muy jóvenes! No son tan jóvenes, digo yo, es una edad en la que es aconsejable que tengan ya una madurez, como para tener decisiones importantes”.

La escritora cita un tercer argumento. “El matrimonio tiene muy mala prensa, y familias que siempre han sido pro matrimonio se han dejado contaminar por esta mentalidad de que el matrimonio es una cosa complicada, y tampoco animan. Y luego tienen al alcance de la mano vivir con todas las ventajas de un matrimonio, sin asumir ninguna responsabilidad. Y si hacemos un pack con todo eso… Además, se emancipan, pero con el dinero que ganan se van a vivir a un piso con varios amigos. Todo esto que he comentado influye, creo que sí”.

Una reflexión en la Iglesia

Álvarez de las Asturias propone asimismo una reflexión personal y comunitaria, mirando a las familias y a la Iglesia. ¿Por qué no se casan? “Porque lo seguimos haciendo fatal”, afirma. “Porque la preparación remota que pedía Juan Pablo II, y después Benedicto y Francisco, no la hacemos. No hay preparación remota. Y a los niños después de la Primera Comunión, o como mucho de la Confirmación, los perdemos, hasta que llegan al curso prematrimonial, cuando a lo mejor han estado conviviendo, tienen hijos… Hay ahí un espacio en el que no hacemos nada”.

Algunos aprecian “compartimentos estancos”, añade Álvarez de las Asturias en la web de Omnes. “Pastoral de juventud por un lado, pastoral familiar por otro… Y el Papa Francisco ha dicho que la pastoral familiar tiene que vertebrar todo. De la familia es de donde cuelga el resto de las pastorales. Si no tenemos familias, si no tenemos niños, nos podemos olvidar de todo”.

La consultora y escritora lleva hablando una temporada de la importancia de “mostrar matrimonios normales, no parejas perfectas. Mostrarles con la vida cómo es un matrimonio ‘de verdad’. Pero el amor imperfecto no deja de ser amor real, como dice el Papa Francisco en Amoris Laetitia: “Me ama como es y como puede, con sus límites, pero que su amor sea imperfecto no significa que sea falso o que no sea real. Es real, pero limitado y terreno” (AL. 113).

Cara al próximo Encuentro Mundial de las Familias en Roma y en las diócesis, a finales de junio, es una idea en la que se podría ahondar, aunque no comentamos este aspecto con la autora, porque el tema se alarga. Simplemente recogemos la última frase de este punto 113, aunque todo él tiene numerosas aplicaciones reales: “El amor convive con la imperfección, la disculpa, y sabe guardar silencio ante los límites del ser amado”.

“Sin natalidad no hay futuro”

Puede recordarse, finalmente, algún mensaje lanzado por el Santo Padre Francisco al inaugurar hace un año los Estados Generales de la Natalidad en Italia, promovidos por el Foro de Asociaciones Familiares. En presencia del primer ministro italiano, Mario Draghi, señaló: “Sin natalidad no hay futuro”. Es preciso “invertir” esta tendencia para “volver a poner a Italia en movimiento, a partir de la vida, a partir del ser humano”, añadió el Santo Padre en su discurso. “Italia se encuentra desde hace años con el menor número de nacimientos de Europa, que se está significando en el viejo continente no ya por su gloriosa historia, sino por su avanzada edad”, agregó el Pontífice.

Lo mismo podría decirse de España, de Grecia, y tantos otros países. Porque Francisco habló en Italia, pero tenía el mundo en su mente y en su corazón.

El autorFrancisco Otamendi

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