La sede de posgrado de la Universidad de Navarra en Madrid acogió el Foro Omnes “El matrimonio en Occidente: de la deconstrucción a la reconstrucción”, que contó con las ponencias de Álvaro González Alonso, director académico del Máster de Formación Permanente en Derecho Matrimonial y Procesal Canónico de la Universidad de Navarra, y Carlos Martínez de Aguirre, catedrático de Derecho Civil en la Universidad de Zaragoza. María José Atienza, redactora jefe de Omnes, presentó a los ponentes y actuó como moderadora de la mesa.
El primero en tomar la palabra fue Carlos Martínez de Aguirre, quien resaltó “las mutaciones en el Derecho Civil, que no solo han cambiado las reglas del juego, sino el juego en sí mismo”. Hasta el punto de que hemos presenciado la subjetivación del concepto del matrimonio y de la familia.
Entre esos cambios se encuentran “los avances técnicos y médicos que han provocado cambios en la sociedad, como la posibilidad de procrear sin necesidad de tener sexo”. A estos se unen las cirugías de cambio de sexo o las nuevas medidas legales para registrarse con un sexo distinto.
“Todo este conjunto de cosas”, señaló Martínez de Aguirre “transmite el mensaje del dominio de la voluntad humana sobre el sexo, la procreación y las realidades familiares”.
Un nuevo concepto de familia
Esto, que ya resulta complicado a nivel antropológico, hace que “desde el punto de vista técnico legal la situación cada vez sea más complicada”, pues “se produce una doble desconexión dentro del derecho de familia”. Ya no hay fundamento biológico y esto permite al legislador modificar los conceptos básicos a su voluntad.
Actualmente, hay un “concepto de familia adulto céntrico, centrado en los deseos de los adultos y pasando por encima de los intereses de los menores”. De aquí se deriva, consideró el catedrático, otra consecuencia: “el matrimonio es cada vez tratado más como una relación íntima autosatisfactiva entre adultos”. El resultado de esto es que “los hijos quedan a expensas de los deseos e intereses de los adultos”.
Tradicionalmente, “el matrimonio era una institución ligada a la procreación. Estos rasgos desaparecen cuando en el plano civil se acepta el matrimonio homosexual y el divorcio”. Esto es relevante porque “la decisión consistente de admitir que dos personas del mismo sexo puedan casarse, afecta a la propia estructura de la familia”. Por otro lado, “facilitar el divorcio cambia el modo de considerar el matrimonio y también tiene sus consecuencias técnicas”.
El fin de las obligaciones
Cuando dejamos que entre el divorcio en la ecuación, dijo Martínez de Aguirre, “las obligaciones de los cónyuges cambian. Cualquiera de ellos puede ponerles fin cuando quiera”.
“La existencia de un divorcio tan accesible desincentiva la inversión patrimonial y personal en un matrimonio”, en consecuencia, cada vez son más frecuentes los pactos prematrimoniales, que buscan muchas veces salvaguardar los bienes propios en vistas al divorcio.
El cambio en el concepto es evidente. “Antes se decía que el matrimonio es mucho más que un contrato, pero ahora hemos llegado al punto de decir que el matrimonio es mucho menos que un contrato”.
Sin embargo, el catedrático señaló que “la deconstrucción no es total. Todavía queda el rasgo de la pareja, de la unidad”. Si bien es verdad que, “considerando el matrimonio canónico y el civil, estamos ante dos figuras distintas que lo único que comparten es el nombre”.
Paternidad y filiación
Ahora que “hemos separado radicalmente el dato biológico del dato legal”, nos damos cuenta de que “la filiación empieza a descomponerse también”. Esto no es solo una idea, sino que, como apuntó Martínez de Aguirre, “hemos perdido calidad de vida familiar en prácticamente todos los indicadores que pudiéramos considerar”.
Por ello, “es necesario hacer un replanteamiento en profundidad de las regulaciones legales del matrimonio”.
Preservar la visión del matrimonio
Para resumir su intervención, el catedrático de la universidad de Zaragoza afirmó que “el derecho civil no tiene una idea de lo que es el matrimonio”. Pero “el derecho canónico ayuda a preservar la visión del matrimonio que nos permitirá reconocer que el camino que se está tomando ahora mismo no nos lleva a ninguna parte”.
Tras la ponencia de Carlos Mártínez de Aguirre, se dio paso al turno de preguntas. Una de las cuestiones tratadas fue la protección del matrimonio frente a los abusos legales. El profesor Aguirre destacó la importancia de redescubrir la importancia y esencia del matrimonio. También se cuestionó el acompañamiento a los jóvenes que piensan casarse, a lo que los ponentes respondieron que era importante no buscar respuestas existenciales en el ámbito jurídico y a dar importancia a la preparación de los acompañantes de los novios.
Finalizado el turno de preguntas, tomó la palabra Álvaro González Alonso, quien explicó el Máster de Formación Permanente en Derecho Matrimonial y Procesal Canónico de la Universidad de Navarra. Este curso de postgrado está aprobado por la Santa Sede, dura un curso académico y se cursa en un 80% de manera online. Tiene cinco características fundamentales:
- Rigor científico e interdisciplinariedad
- Acompañamiento y flexibilidad
- Calidad del claustro académico
- Servicio a la Iglesia y a la sociedad
- Internacionalidad
La importancia de la formación
González Alonso destacó la importancia de profundizar en el conocimiento de una materia como la del Máster porque “importa lo que es en sí misma la institución del matrimonio”, y la formación del plan de estudios facilita ese conocimiento mayor. Por otro lado, señaló que “en la medida en que el conocimiento sea más profundo, más fácil será acompañar”.
Para concluir, el director académico expresó la necesidad de acercar la figura del Derecho canónico y la del Derecho civil, diciendo que “apremia un desarrollo de la legislación acorde con la verdad del matrimonio y la familia”.