Evangelización

Los nuevos beatos mártires dominicos. Radicalidad evangélica y fidelidad

La Catedral de Sevilla, ciudad en la que reposan los restos de muchos de estos mártires, acoge la ceremonia de beatificación de 27 mártires de la orden de predicadores que dieron la vida por Cristo entre 1936 y 1937 en España.

Maria José Atienza·18 de junio de 2022·Tiempo de lectura: 4 minutos
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Traducción del artículo al inglés

Traducción del artículo al italiano

27 mártires dominicos del siglo XX en España entran a formar parte de los beatos de la Iglesia católica el 18 de junio. Entre ellos se cuentan 25 frailes, un laico dominico y una monja dominica.

Sufrieron martirio en tres lugares: Almería, Huéscar y Almagro (Ciudad Real) y muchos de ellos no habían alcanzado ni tan siquiera los 30 años de edad cuando dieron su vida por no renegar de Cristo.

Una juventud que muestra que “también hoy hay jóvenes capaces de dar su vida por una gran causa, y sin duda por el Evangelio de Jesucristo” como apunta Fray Emilio García, prior del convento de Santo Tomás de Aquino de Sevilla.

«Su ejemplo nos habla de radicalidad evangélica«

La aprobación de la beatificación de este grupo de dominicos ha servido también para conocer, incluso dentro de su orden, la vida y el martirio de estos frailes.

Así lo destaca Fray Emilio García que explica que “se trata de mártires de una de las tres Provincias que había en España hasta 2016, la Provincia Bética o de Andalucía. Eso quiere decir que los que pertenecíamos a alguna de las otras dos teníamos menos conocimiento de los frailes de Almagro, Almería o Huéscar y de su historia concreta. Por eso, para nosotros esta beatificación creemos que no despierta la misma resonancia que para los que pertenecieron a esa Provincia e incluso estuvieron emparentados con ellos o vivieron donde ellos. Pero, evidentemente, son hermanos nuestros y su ejemplo es muy estimulante para todos nosotros y nos habla de radicalidad evangélica y de fidelidad a la propia vocación, así como de actitud de gran generosidad cristiana al perdonar a quienes les quitaron la vida”.

De hecho, la llegada a los altares de estos 27 dominicos ha llevado a que “los frailes más veteranos de aquella antigua Provincia, han mostrado su emoción y su cariño ante la historia y los restos que nos han llegado de estos testigos de Cristo”.

Mártir, laico y periodista

El ejemplo de Fructuoso Pérez Márquez, seglar dominico es, por sus características, el más diferente de este grupo de nuevos beatos.

Natural de Almería, casado y padre de cuatro hijos, entró a trabajar a los 24 años en el periódico almeriense “La Independencia”, del que llegaría a ser director. Colaboraba además con otros medios como El Correo Español, El Universo o El Debate.

En sus artículos exponía con claridad la doctrina de la Iglesia, muy especialmente en materia social. Esta vivencia del carisma de los predicadores en el mundo de los medios de comunicación sigue presente hoy en día.

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Cartel de la Beatificación

“El hecho de que, también en nuestra Orden, haya hoy muchos laicos que colaboran en ese mundo, por razones profesionales y vinculados simultáneamente a nuestra espiritualidad, nos hace pensar que, llegado el caso, también ellos estarían dispuestos a dar testimonio de su fe ejerciendo esa noble profesión”, asegura Fray Emilio Pérez.

Quienes lo conocieron, recordaban a Fructuoso como un ferviente católico, defensor valiente de la verdad, afable y caritativo, fue denunciado, procesado y hasta encarcelado.

El 26 de julio de 1936, Fructuoso era detenido en su casa y trasladado a la prisión improvisada en el convento de las religiosas Adoratrices. El 3 de agosto lo trasladaron al barco “Segarra”. En ese barco, junto a otros compañeros, fue ejecutado y lanzaron su cuerpo al mar.

Le machacaron la cabeza entre dos piedras

Especialmente duro es el testimonio del martirio de la única mujer de este grupo de mártires. Sor Ascensión de San José moriría en Huéscar, donde nació en 1861 tras un cruento proceso.

Esta monja dominica comenzó su noviciado en el convento dominicano de Huéscar hacia mayo de 1884. Su vida estuvo marcada por la enfermedad que sobrellevó con paciencia y mucha paz.

Fue, durante muchos años, tornera del convento. El 4 de agosto de 1936 las religiosas se vieron obligadas a abandonar el convento refugiándose en casas de familiares y personas caritativas.

La nueva beata fue acogida en casa de una sobrina hasta febrero de 1937 cuando fue apresada por llevar un crucifijo al cuello. Con sus cerca de 76 años sufrió golpes y apaleamientos por negarse a blasfemar. El ensañamiento fue tal que la anciana terminó tendida en el suelo sobre su sangre.

Al día siguiente, 17 de febrero, la cargaron en un camión junto a otros presos hasta las puertas del cementerio. Allí fusilaron a los detenidos, entre ellos su sobrino Florencio. Cuando volvió a negarse a blasfemar, colocaron su cabeza sobre una piedra y con otra piedra le machacaron el cráneo. 

Los mártires de Almagro

De entre los nuevos beatos, un numeroso grupo, 13 de ellos, formaban parte del convento de Almagro. Al inicio de julio de 1936, en el convento se encontraban varios estudiantes, hermanos cooperadores y padres. Poco después del estallido de la guerra, el alcalde de la localidad les apremia a abandonar el convento. Esa misma noche varios hombres registran el convento en busca de armas.

En los días siguientes, se recrudecen las amenazas y el 25 de julio los frailes comienzan a evacuar el convento. Por instancia del Ateneo Libertario que argumenta que la dispersión de los religiosos era una dificultad para tenerles controlados, el alcalde ordena confinar a los frailes en una casa deshabitada. El 30 de julio el alcalde comienza a expedir salvoconductos a los religiosos.

La medida fue inútil, los miembros del Ateneo Libertario bajan de los trenes a los que habían ido saliendo, muy jóvenes, y los ejecutan en diversos lugares. El resto de los religiosos siguió el camino del martirio el 13 de agosto. Conducidos a las afueras de Almagro, los fusilaron al tiempo que los hoy beatos rezaban.

Los nuevos beatos mártires

  • Ángel Marina Álvarez, sacerdote
  • Manuel Fernández (Herba), sacerdote 
  • Natalio Camazón Junquera, sacerdote 
  • Antonio Trancho Andrés, sacerdote 
  • Luis Suárez Velasco, sacerdote
  • Eduardo Sainz Lantarón, sacerdote 
  • Pedro López Delgado, sacerdote 
  • Francisco Santos Cadierno, religioso estudiante
  • Sebastián Sáinz López, religioso estudiante
  • Arsenio de la Viuda Solla, hermano cooperador
  • Ovidio Bravo Porras, hermano cooperador
  • Dionisio Pérez García, hermano cooperador
  • Fernando García de Dios, novicio para hermano cooperador
  • Antolín Martínez-Santos Ysern, novicio para clérigo
  • Paulino Reoyo García, profeso estudiante
  • Santiago Aparicio López, profeso estudiante
  • Ricardo Manuel López y López, profeso estudiante
  • José Garrido Francés, sacerdote
  • Justo Vicente Martínez, profeso estudiante
  • Mateo (Santiago) de Prado Fernández, hermano cooperador
  • Juan Aguilar Donis, sacerdote
  • Tomás Morales Morales, sacerdote
  • Fernando Grund Jiménez, sacerdote
  • Fernando de Pablos Fernández, hermano cooperador
  • Luis María (Ceferino) Fernández Martínez, hermano cooperador
  • Fructuoso Pérez Márquez, seglar dominico
  • Sor Ascensión de San José (Isabel Ascensión Sánchez Romero), monja dominica
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