Dentro de la apretada agenda de Fabrice Hadjadj durante su reciente visita a España, hubo tiempo para un animado coloquio junto con el sacerdote José Fernández Castiella. Los temas que abordaron hicieron referencia al matrimonio, la libertad, la vocación y el celibato, a propósito del libro «El matrimonio, la gran invención divina«.
El encuentro tuvo lugar en la Librería Modesta, algo particularmente oportuno, pues como señaló Hadjadj «hay un vínculo muy fuerte entre el matrimonio y la lectura, la lectura de bellas historias. Porque el hecho de poder aventurarse en un matrimonio es también por haber escuchado buenas y bellas historias, porque sigues creyendo en esta maravillosa aventura. Creo que hay un vínculo muy fuerte entre la librería, la lectura y el matrimonio, y hoy en día estamos viendo una pérdida del sentido de la narración del matrimonio porque también hemos perdido el sentido de la lectura. Por eso es estupendo que estemos en esta librería ´modesta`, una modesta librería pero con una concentración muy fuerte de inteligencia y palabras».
La narrativa del matrimonio
Fabrice Hadjadj abordó la naturaleza del matrimonio desde la perspectiva de “la narrativa de un drama», en la que el peso de los problemas y situaciones irresolubles se manifiesta en muchas dimensiones, incluso en la falta de plenitud en el ejercicio de la sexualidad. Esta misma narrativa dramática puede verse como en un reflejo del «drama» de la Historia de la Salvación de Dios al pueblo de Israel. Por su parte, Fernández Castiella llevó el argumento al terreno antropológico, atribuyendo al fin sobrenatural del deseo humano la causa del matrimonio, que “siempre está pendiente de una plenitud por alcanzar y que por eso mantiene su carácter proyectivo”.
La libertad personal juega un papel decisivo en la configuración de la vocación matrimonial, pues la promesa, a la relación incondicional y de totalidad que origina y al compromiso del futuro, hace que el matrimonio deba ser considerado, según José Fernández, como «la vocación paradigmática que concentra los elementos esenciales de lo humano y desde la cual han de entenderse todas las vocaciones», incluida la suya propia, de sacerdote.
Por eso subrayó la confluencia entre vocación y libertad con una frase del libro «La profundidad de los sexos», de Hadjadj: «La voluntad de Dios son deseos para los hombres».
Celibato
El filósofo francés trató la cuestión del celibato sacerdotal haciendo una analogía con la circuncisión como mutilación y sello divino en el pueblo de Israel, mientras que el autor español defendió la idea de que la Eucaristía es la compañía que saca de la soledad al célibe. Ambos coincidieron en que matrimonio y celibato se reclaman y enriquecen mutuamente.
La moderadora del encuentro, Paula Hermida, describió la castidad a partir de la pulsión de inmediatez que caracteriza nuestra sociedad. Si bien la tradición católica —Santo Tomás de Aquino en particular— ha tratado la castidad como parte de la virtud de la templanza, Hadjadj piensa que se trata de una parte de la justicia, ya que hace referencia a las relaciones con los demás y el casto es el que es capaz «de dar a cada uno lo suyo».
En ese sentido, el autor francés explicó que la castidad intensifica la feminidad o la masculinidad, a lo que el sacerdote enfocó su discurso de la falta de castidad como fragmentación que reduce la persona a su genitalidad.
Castidad
«La educación en la castidad no consiste tanto en reprimir una pulsión como en ampliar la mirada para ver al otro con su ser y biografía completa. De ahí nace el respeto. Por eso se hace necesaria una educación a través de la belleza que eduque la mirada y recupere el sentido contemplativo que integra todas las dimensiones», afirmó Castiella.
En relación sobre la posibilidad de ser feliz en esa narrativa dramática del matrimonio y sobre los miedos que impiden la audacia para lanzarse a las aventuras. Hadjadj recurrió a ejemplos de la literatura para reivindicar la ejemplaridad, a lo que Castiella apoyó la urgencia «de asumir con libertad el protagonismo en el propio drama biográfico y consideró que el problema de la falta de audacia no son los miedos sino la falta de grandeza de alma».