La Teología siempre ha sido para todos los bautizados. En los últimos tiempos, también la Teología académica está más fácilmente al alcance de todos. Es una bendición. Es bueno que los laicos sean conscientes de ello y se animen a estudiar Teología.
La Iglesia se verá enriquecida con su participación activa en este servicio tan relevante para la vitalidad de la comunidad eclesial y para su misión evangelizadora. Más, cuando hoy disminuye el número de los fieles ordenados para el ministerio apostólico, que son quienes mayoritaria e incluso casi exclusivamente se han venido dedicando al estudio de la Teología.
Naturaleza de la Teología
¿Qué es la Teología? Ciertamente, una disciplina académica. Pero antes que eso, la Teología es el saber vivo y, en ocasiones, eximio sobre Dios que el Espíritu santo ofrece a todos los bautizados que viven de acuerdo con su inspiración.
La Iglesia lo ha reconocido de modo especial declarando doctoras de la Iglesia a las santas Teresa de Jesús, Catalina de Siena, Teresa de Lisieux e Hildegarda de Bingen. Desde 1970, año del doctorado de las dos primeras, se ha recuperado oficialmente la doctrina católica según la cual, también los fieles que ni son pastores ni han estudiado Teología, como es el caso de estas santas, pueden ser grandes teólogos.
A todos ofrece el Espíritu santo el don de la sabiduría, es decir, del conocimiento excelente de Dios. Por supuesto, también a los varones, aunque hasta ahora – por indudables razones de justicia y de oportunidad – sean sólo mujeres los fieles a los que, sin ser pastores ni haber estudiado Teología, se les ha reconocido oficialmente el doctorado.
Los estudios de Teología
Los estudios de Teología, por su parte, son una ciencia práctica. Su objeto no es el mero saber, sino el saber de la fe. La Teología es la fe de la Iglesia buscando comprender lo que cree. La Teología católica parte del principio básico de que sólo Dios habla bien de Dios. Si no es posible conocer a una persona humana sin haberla escuchado, más imposible aún sería conocer a Dios, si él no se hubiera comunicado, o prescindiendo de su comunicación realizada. De hecho, Dios se comunica de muchos modos. La creación entera habla del Creador. Pero el Verbo eterno, encarnado, es su comunicación personal y plena. Esta es la fe de la Iglesia, a cuya comprensión se dedica el esfuerzo secular de la Teología. La Teología académica es el esfuerzo sistemático por conocer a Jesucristo a la luz de la fe y con todos los instrumentos del saber humano.
De la Teología infusa por el Espíritu habla ya san Pablo. San Pedro exhortaba a los cristianos a «dar razón de la esperanza». La Teología académica tiene ahí su germen, pero se irá desarrollando a medida que la fe se vaya implantando en las diversas culturas, comenzando por la grecorromana. San Justino o san Ireneo son ya grandes teólogos, en los primeros siglos de la Iglesia. San Jerónimo y san Agustín, maestros que ponen las bases para un desarrollo de la ciencia de la fe con los medios del saber humano de su época.
En la Edad media, la Teología estará en el corazón del desarrollo de las instituciones universitarias, que se gestaron entonces y perduran en nuestros días. En París enseña santo Tomás de Aquino. Palencia, Valladolid, Salamanca son la cuna de la universidad entre nosotros, junto a las escuelas catedralicias de esas sedes episcopales y con el impulso de los maestros de las órdenes religiosas.
Actualmente, en los países anglosajones la Facultad de Teología sigue formando parte de la universidad.
Juan Antonio Martínez CaminoPresidente de la Subcomisión episcopal para las universidades y la cultura
Hoy, los estudios de Teología han sido apartados de la universidad en los países que adoptaron el sistema ilustrado francés en sus ordenamientos académicos, como es el caso de España. Pero en los países anglosajones la Facultad de Teología sigue formando parte de la universidad.
Una de las perspectivas de la excelente biografía de Benedicto XVI, escrita hace poco por Peter Seewald, es precisamente la de la gestación de ese gran teólogo, que llegaría a ser papa, en el seno de instituciones académicas alemanas tanto eclesiásticas como estatales: Primero en la Escuela superior de Teología de la diócesis de Munich, en Freising; luego en la Facultad de Teología de la Universidad de Munich, provisionalmente acomodada en Fürstenried, recién acabada la guerra. En Freising, el jovencísimo Ratzinger estudia con compañeros que, como él, aspiraban a ser ordenados sacerdotes. En cambio, en Fürstenried tiene compañeros y compañeras de estudio laicos, que se ayudaban mutuamente en los trabajos académicos. Entre ellos, llama la atención el caso de Esther Betz, hija del fundador de un gran diario alemán, estudiante de Teología desde 1946 y luego asistente del profesor Schmaus. Esta mujer, empresaria, por fin, como su padre, del mundo editorial y periodístico, mantuvo hasta su muerte la amistad con su compañero de estudios, incluso cuando este era ya Papa. La correspondencia entre ambos teólogos es una de la fuentes más originales de la biografía de Seewald.
Los laicos tienen completamente abiertas las puertas de todas las instituciones académicas para el estudio de la Teología. Naturalmente los seminarios diocesanos y los centros de estudios propios de los religiosos, sólo para los laicos aspirantes al sacerdocio o miembros de las respectivas congregaciones. Pero las Facultades de Teología y los Institutos Superiores de Ciencias Religiosas, distribuidos por toda la geografía de España, admiten a sus titulaciones oficiales a todos, sólo con que reúnan los requisitos académicos indispensables.
Todas las Facultades (excepto las internas propias de las congregaciones religiosas) tienen laicos como alumnos oficiales. En los Institutos Superiores de Ciencias Religiosas, que cuentan con unos 4.000
alumnos, casi todos los estudiantes son laicos. En algunos lugares, incluso se facilita especialmente el estudio oficial de la Teología a laicos que, poseyendo una titulación universitaria, trabajan ya en su profesión. Puedo dar testimonio del interés y provecho con el que mis alumnos de esta categoría estudiaron Teología en los años en que fui profesor en el TUP (Teología universitaria para posgraduados), un programa encaminado a la obtención del título de Baccalaureatus in Theologia (con reconocimiento civil como Graduado) ofrecido en horario vespertino por una Universidad pontificia en Madrid.
Razones para estudiar Teología
¿Por qué estudiar Teología quien no piensa ser o no es sacerdote ni religioso? Cada uno puede tener motivaciones personales que guardar para sí. Pero hay dos tipos de fines objetivos que justifican los estudios de Teología en alguno de los diversos niveles académicos en los que pueden ser cursados.
Primero, porque un bautizado consciente del tesoro que es la fe profesada, suele desear conocerla más y mejor que en la primera catequesis. Esto vale especialmente para quien ha cultivado su espíritu con otros tipos de estudio.
La Teología ayuda a vivir mejor la fe, a apreciarla más, a defenderla de los ataques de la cultura dominante, poco amiga de la vida cristiana y, por supuesto, a capacitarse para la misión apostólica propia de todo bautizado, en la familia, la profesión y la vida social en general.
En segundo lugar, los laicos estudian Teología para poder ejercer oficios o misiones en la Iglesia que con frecuencia ha desempeñado sacerdotes, pero que no están reservados a ellos. Son muchísimos. Cito sólo algunos. La enseñanza de la Teología en todos sus niveles, desde las cátedras en las Facultades y Centros superiores, hasta las clases de religión en los centros de enseñanza infantil y media, estatales o de iniciativa social; en todos estos ámbitos se necesitan buenos profesionales de la Teología, también laicos.
La Teología ayuda a vivir mejor la fe, a apreciarla más, a defenderla de los ataques de la cultura dominante
Juan Antonio Martínez CaminoPresidente de la Subcomisión episcopal para las universidades y la cultura
El desempeño de diversos oficios en la misión y administración eclesiástica: tribunales, curias diocesanas y de institutos de vida consagrada, parroquias, etc. Incluso en la vida civil la Teología puede ser un complemento precioso para oficios relacionados con el derecho, las ciencias de la salud o diversos tipos de asesorías.
La Teología ha ido siempre muy ligada a la fe cristiana, que es amiga de la razón y del saber. A la inversa, la civilización occidental radica en la fe cristiana tan profundamente, que sus rasgos más nobles difícilmente podrían subsistir sin la savia del cristianismo. No hay nada que impida a los laicos ser protagonistas de esta gran historia de la evangelización y la cultura.
Obispo auxiliar de Madrid. Presidente de la Subcomisión episcopal para las universidades y la cultura