Profesores y directores de departamentos, institutos y clínicas de fundaciones y universidades de identidad cristiana como Francisco de Vitoria, CEU San Pablo, Navarra o Comillas, y también enfermeras y otros profesionales, unas veces a título personal, y otras de modo institucional, han hecho oír su voz estos días argumentando ante los criterios reflejados en la proposición de ley de regulación de la eutanasia, que impulsa la actual mayoría parlamentaria.
La relación de los que han salido a la palestra en los últimos días es amplia, pero merece la pena citar algunos de ellos. Los doctores Manuel Martínez Sellés, decano del Colegio de Médicos de Madrid, y Álvaro Gándara, ex presidente de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (Secpal), y profesional de la Unidad de Medicina Paliativa en la Fundación Jiménez Díaz, han intervenido en varias jornadas, como también Federico de Montalvo, presidente del Comité de Bioética de España y profesor de la Universidad de Comillas.
Además, han organizado y participado en seminarios, Elena Postigo, directora del Instituto de Bioética de la Universidad Francisco de Vitoria, y Manuel Bustos, director del Instituto de Humanidades Ángel Ayala de la Universidad CEU San Pablo; Marina Díaz Marsá, presidenta de la Sociedad de Psiquiatría de Madrid; Carlos Centeno, director de Medicina Paliativa de la Clínica Universidad de Navarra, y José María Torralba, profesor de la misma universidad; los decanos de la Facultad de Medicina de la U. Francisco de Vitoria, Fernando Caballero, y de la U. CEU San Pablo, Tomás Trigo; los doctores Jacinto Bátiz y Ricardo Abengózar; José Jara, presidente de la Asociación de Bioética de Madrid; Emilio García Sánchez, vicepresidente de la Asociación Española de Bioética y Ética Médica; José Manuel Álvarez Avelló, autor del libro La muerte digna. El gran dilema; la enfermera Encarna Pérez Bret, del Hospital de Cuidados Paliativos Fundación Vianorte-Laguna, los impulsores de vividores,org, Jaume Vives y Pablo Velasco, director de Eldebatedehoy, y muchos otros.
Por otra parte, más de ciento cuarenta asociaciones cívicas integradas en la Asamblea por la Vida, la Dignidad y la Libertad, han enviado un manifiesto a todos los senadores en el que les piden que voten “en conciencia” y no avalen la ley de eutanasia,. Además, han acordado lanzar una iniciativa legislativa popular (ILP) para solicitar al Gobierno un plan integral de cuidados paliativos.
Contra la esencia de la medicina
“La eutanasia es contraria al juramento hipocrático y a múltiples normas de la Asociación Médica Mundial”, y “destruye la esencia de la medicina, la relación de confianza que tenemos con nuestros pacientes”, ha manifestado el Dr. Martínez Sellés en varias jornadas.
A su juicio, los médicos que practiquen la eutanasia “quedarán emocional y psicológicamente afectados de forma negativa. Además, se debilitará la confianza del enfermo en el sistema sanitario. Si un médico mata por piedad da un paso de difícil retorno”, aseguró el decano de Madrid en el reciente seminario organizado por la Universidad Francisco de Vitoria.
Sellés destacó que el Código de Deontología Médica subrayó en 2011 que “el médico nunca provocará intencionadamente la muerte de ningún paciente, ni siquiera en caso de petición expresa de éste”, y mencionó el informe del Comité de Bioética de España de 2020 (ver https://www.omnesmag.com/foco/aprobacion-ley-eutanasia-espana/), en el que se señala, entre otras cosas, que “la eutanasia y/o auxilio de suicidio no son signos de progreso sino un retroceso de la civilización”.
Abordar el sufrimiento
En el mismo seminario intervino el Dr. Álvaro Gándara, paliativista y vocal del Comité de Bioética de España, quien citó al psiquiatra Viktor Frankl, cuando afirmó: “El hombre no se destruye por sufrir; el hombre se destruye por sufrir sin ningún sentido”.
Álvaro Gándara centró su análisis en el sufrimiento y en la compasión, y tiene mucho sentido, porque todas las definiciones de eutanasia, de sus partidarios y de sus detractores, pasan por el sufrimiento. Es el caballo de batalla. Hay que intentar evitar el sufrimiento. En eso están todos de acuerdo, partidarios y detractores de la eutanasia. La cuestión es cómo.
Los que rechazan la eutanasia, que como estamos viendo se hacen oír cada vez en mayor número y con argumentos de peso, señalan que lo que se trata es de evitar el sufrimiento, aliviarlo, mediante un adecuado tratamiento integral de cuidados paliativos, pero que la opción no puede ser en ningún caso matar al paciente, porque es contrario a la esencia misma de la profesión médica.
Una intervención compasiva
Entonces, ¿cómo hacerlo? Álvaro Gándara señala que “la atención al sufrimiento requiere una aproximación a las necesidades existenciales y espirituales, y las tareas del profesional deben centrarse aquí, en facilitar que el enfermo puede completar de manera íntegra su biografía, y cerrar de manera adecuada el último capítulo de su existencia”.
“Muchos médicos somos conscientes”, añadió el doctor, “de que somos más expertos en la atención de los síntomas y en el manejo de fármacos que en el control de la desesperanza, en facilitar la reconciliación con la propia historia, en ayudar a encontrar sentido a la existencia o a facilitar la aceptación de la muerte”
A su juicio, “nuestra formación clínica centrada sobre la biología, y el modelo sanitario orientado hacia la enfermedad y su tratamiento, no son sólo insuficientes, sino que pueden llegar a ser un obstáculo para cubrir las auténticas necesidades en el final de la vida”.
“Las habilidades requeridas para abordar el sufrimiento”, prosiguió el doctor Gándara, son “específicas, basadas en la capacidad de crear un clima de seguridad y confianza así como la atención empática e intuitiva, no discursiva”. Y para ello son claves “el conocimiento de la persona del enfermo, la capacidad de identificar sus miedos y valores, y también amenazas y recursos, y la voluntad de acompañar en esta situación es decir: compasión”.
Pasos ante el sufrimiento
El experto paliativista de la Fundación Jiménez Díaz desgranó de esta forma los “pasos para la intervención ante el sufrimiento”: “Establecer una relación de confianza y un vínculo terapéutico: identificar el sufrimiento y sus causas; intentar resolver o desactivar las amenazas que puedan resolverse; explorar los recursos y capacidades del paciente para trascender su sufrimiento: y proceder a la intervención compasiva, orientando el paciente hacia la búsqueda de sentido, coherencia y promoviendo la aceptación de la muerte”.
Tanto el doctor Álvaro Gándara como otros profesionales, médicos con décadas de actividad y miles de enfermos a sus espaldas, han revelado estos meses que cuando desaparece el dolor de los muy escasos enfermos que les han solicitado morir, el deseo de poner fin a su vida desaparece con la misma rapidez.
En este sentido, han criticado la afirmación de los impulsores de la actual proposición de ley de eutanasia, recogida en su preámbulo, sobre la existencia de “una demanda sostenida de la sociedad actual” de eutanasia.
“La importancia del cuidado y el acompañamiento; una necesaria formación en cuidados paliativos; lo propio de la medicina es curar y cuidar, no matar; el peligro que se cierne sobre los enfermos mentales; la pendiente resbaladiza: ejemplo de Holanda y Bélgica; y la necesidad de formar médicos jóvenes que amen la vida y el cuidado de la persona vulnerable. La compasión y la prudencia”,fueron, a juicio de Elena Postigo, algunas claves del seminario que organizó la U. Francisco de Vitoria.