Evangelización

José A. Benito: “Santo Toribio Mogrovejo dignificó a los indios en América”

El segundo arzobispo de Lima en Perú fue, entre finales del siglo XVI y el XVII, santo Toribio Mogrovejo. Gran evangelizador itinerante y patrono de los obispos de América Latina, elogiado por los Papas, luchó por la dignidad de los indios y su promoción humana y social en concilios y sínodos, explica a Omnes el historiador José Antonio Benito.  

Francisco Otamendi·23 de enero de 2025·Tiempo de lectura: 7 minutos
SantoToribio Mogrovejo, segundo arzobispo de Lima

Santo Toribio Mogrovejo, segundo arzobispo de Lima (Perú) @Blog Instituto de Estudios Toribianos (IET).

Pocos recuerdan que el llamado ‘Borromeo de las Indias’, santo Toribio Mogrovejo, fallecido en Perú en 1606 tras 25 años como arzobispo de Lima, fue nombrado patrono de los obispos latinoamericanos por san Juan Pablo II, y elogiado por Benedicto XVI por “su abnegada entrega a la edificación y consolidación de las comunidades eclesiales de su época, buscando siempre la unidad”.

Y quizá tampoco se recuerde que el santo fue calificado en enero de 2018 por el Papa Francisco, en su viaje al Perú, como “modelo evangelizador. (…). Uno de los grandes evangelizadores de América Latina”, junto a san José de Anchieta. “Ustedes son una tierra ‘ensantada’. Son el pueblo latinoamericano que tiene más santos, y santos de alto nivel, ¿no? Toribio, Rosa, Martín, Juan”, dijo el Papa

Santo Toribio Mogrovejo fue enterrado en Lima en 1607, beatificado en 1679 y canonizado en 1726, señala el historiador José Antonio Benito Rodriguez, residente en Perú 30 años (1994-2024), ex director del Instituto de Estudios Toribianos en ese país y secretario de la Academia Peruana de Historia de la Iglesia. El doctor Benito aporta datos que rompen esquemas de una ‘leyenda negra’ española en la evangelización americana.

La lucha capital de santo Toribio Mogrovejo fue por la dignidad “infinita” de la persona, señala el experto, quien añade que san Juan Pablo II, en su viaje al Perú en 1985, no encontró mejor discurso al dirigirse a los obispos que una semblanza de Santo Toribio, ‘para quien la primera reforma era la suya propia’. El salmantino José Antonio Benito ha escrito numerosos libros (45) y artículos, y en su blog ‘JABENITO’  ha recibido tres millones de visitas.

¿Qué interés tiene un personaje del pasado para nuestro tiempo?

Aviva nuestras raíces, nos da identidad, solidez, firmeza… La Iglesia es una roca pero que navega. La tradición nos lega lo mejor que vive en el pasado para iluminar el presente. Dejan pasar luz y dan calor. En concreto, Santo Toribio ha sido quien ha puesto las bases de la riqueza espiritual del Perú como «Tierra ensantada» con gran número de santos, beatos, venerables y siervos de Dios.

El Papa Francisco acaba de publicar el pasado  21 de noviembre del 2024 una Carta sobre la renovación del estudio de la historia de la Iglesia para ayudar a los sacerdotes a ‘interpretar mejor la realidad social’ y  llegar a ‘opciones valientes y fuertes’ que, alimentadas por ‘la investigación, el conocimiento y el compartir’, respondan a los ‘estribillos paralizantes del consumismo cultural’, construyendo un futuro fraterno.

Los últimos Papas han dedicado palabras muy elogiosas a Santo Toribio de Mogrovejo, pero sigue siendo bastante desconocido. ¿Cómo lo ve usted?

Es una larga historia que tiene que ver con no pertenecer a una orden religiosa y formar parte del clero secular, el hecho de cambiar los límites de las diócesis (León-Valladolid) a fines del siglo XIX, caída de los colegios mayores como el Antiguo Régimen a fines del siglo XVII, la no existencia de una Hermandad vigorosa, el eurocentrismo de la Iglesia, la falta de devoción popular a pesar de que Rosa de Lima o Martín de Porres –tan populares– fuesen confirmados por él.

De todos modos, puedo afirmar que desde la celebración del IV Centenario de su muerte, el año 2006, gracias a congresos, publicaciones, exposiciones, devociones, su figura va cobrando conocimiento y seguimiento.

Se le ha llamado el ‘Borromeo de las Indias’. San Juan Pablo II le nombró patrono de los obispos de América Latina.

La comparación entre santo Toribio Mogrovejo y san Carlos Borromeo la expresó por primera vez, su primer biógrafo, A. de Leon Pinelo, quien se sorprende por las coincidencias, y se refiere siempre al carácter reformador del obispo, fiel a la normativa del concilio de Trento, Borromeo en Milán y Mogrovejo en los Andes. 

Sobre el patronazgo sobre los obispos de América, nada mejor que el texto de san Juan Pablo II, el 10 de mayo de 1983: “Los obispos del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) profesan una peculiar veneración hacia Santo Toribio Mogrovejo, Arzobispo de Lima, quien durante la segunda mitad del siglo XVI y los comienzos del siglo XVII, ejerció el cuidado pastoral con ardentísimo celo sobre los fieles a él encomendados, promoviendo la vida religiosa de toda aquella región y atendiendo con especialísima solicitud a los nativos. 

Por este motivo, el Venerable Hermano Antonio Quarracino, Presidente de dicho Consejo, acogiendo el unánime deseo de todos los obispos, ratificó la elección de santo Toribio de Mogrovejo como patrono de todo el Episcopado de América Latina y pidió insistentemente que tal elección y aprobación fuese confirmada […]”.

José A. Benito ante una imagen de Santo Toribio en la Conferencia Episcopal de Perú (Blog Instituto de Estudios Toribianos).

El Papa Francisco le ha denominado “gran evangelizador”. En realidad, fue un arzobispo itinerante,  un ‘Pastor con olor a oveja’, ha escrito usted.

Su primer biógrafo A. León Pinelo lo define gráficamente: «Fue su vida una rueda, un movimiento perpetuo, que nunca paraba. Y si la del hombre es milicia en la tierra, bien mereció el título de soldado de Cristo Señor Nuestro, pues nunca faltó a lo militante de su Iglesia, para conseguir el premio en la triunfante, que piadosamente entendemos que goza».

Rescato las luminosas palabras del Dr. P. Carlos Rosell de Almeida, Rector de la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima con motivo de su lección inaugural del año 2019 con el título de “Santo Toribio Alfonso de Mogrovejo a la luz de las líneas pastorales del papa Francisco”. Se refirió a la Evangelii gaudium, documento programático del Papa Francisco, remarcando cinco puntos: 1. Ir a lo esencial, Cristo. 2. Ir a las periferias. 3. Sentir el gusto espiritual de ser Pueblo.4.  Dejarse sorprender por el Espíritu. 5. El valor de la pobreza como factor contundente de la credibilidad de la Iglesia.

También Benedicto XVI le dedicó algunas palabras.

Con motivo del cuarto centenario del fallecimiento de santo Toribio de Mogrovejo, envió el siguiente mensaje a los participantes en las celebraciones del cuarto centenario del fallecimiento de santo Toribio de Mogrovejo: él, en efecto, se distinguió por su abnegada entrega a la edificación y consolidación de las comunidades eclesiales de su época. Lo hizo con gran espíritu de comunión y colaboración, buscando siempre la unidad, como demostró al convocar III Concilio provincial de Lima (1582-1583), que dejó un precioso acervo de doctrina y de normas pastorales. 

Uno de sus frutos más preciados fue el llamado ‘Catecismo de Santo Toribio’… El profundo espíritu misionero de santo Toribio se pone de manifiesto en algunos detalles significativos, como su esfuerzo por aprender diversas lenguas, con el fin de predicar personalmente a todos los que estaban encomendados a sus cuidados pastorales. Pero era también una muestra del respeto por la dignidad de toda persona humana, cualquiera que fuere su condición, en la que trataba de suscitar siempre la dicha de sentirse verdadero hijo de Dios.

¿Cómo vivía santo Toribio? Parece que antes de reformar a sus sacerdotes o a los fieles de su diócesis limeña se reformaba a sí mismo con la oración y la penitencia…

Señala León Pinelo quenllevó una vida muy regular y sistemática a lo largo del cuarto de siglo. Consciente de que la primera reforma era la suya propia, se somete a un estricto régimen de vida, de obediencia fiel a su horario.

Se levantaba a las 6 de la mañana sin ninguna ayuda de mozo para vestirle o calzarle. A continuación dedicaba tiempo para rezar sus devociones y las Horas canónicas que preparaban su espíritu para la celebración de la Misa. Como acción de gracias, discurría por el templo y sacristía haciendo oración de rodillas en cada uno de sus altares. Iba a continuación para el palacio, y en su oratorio, de rodillas, dedicaba dos horas a la oración mental. Después concedía audiencia a cuantos lo solicitaban; si no había visita, pasaba a la biblioteca a estudiar el Derecho Canónico o a embeberse de la lectura espiritual.

El almuerzo era tan templado, siempre ambientado con la lectura de algunos cánones del Concilio de Trento o de Historia Sagrada. Al quitar los manteles pronunciaba dos responsos, uno por las ánimas del purgatorio y otro por su Colegio Mayor de San Salvador de Oviedo.

De mediodía hasta la noche despachaba los asuntos del arzobispado con los asesores, notarios y ministros de los Tribunales. No admitía visita de ociosidad. Era muy devoto del Santísimo Sacramento y procuraba que en las doctrinas de los indios se pusiese Sagrario para que les diesen el viático a los indígenas y comulgasen en Pascua de Resurrección.

También sobresalió por su gran preocupación por los nativos, los indios, pobres de los más pobres. Suelen trazarse diversos perfiles sobre la evangelización de América…

Dediqué mi Memoria de Licenciatura justamente a la promoción humana y social de los indios en los concilios y sínodos de santo Toribio, elaborando un catálogo de derechos y deberes en tales reuniones, que expuse en 1991 en el IV Congreso Nacional de Americanistas celebrado en Valladolid. Por ejemplo, el Sínodo de 1582, de forma clara y rotunda  exigirá a sus curas de indios que instruyesen a los naturales en las exenciones económicas, en sus privilegios y en sus derechos:” tendrán particular cuidado los curas de indios, y visitadores de dárselo a entender y declarárselo…para que entiendan lo que está proveído en su favor… y no sean los dichos indios vejados, ni molestados en nada (c.l9).

Su lucha capital fue por la dignidad “infinita” de la persona. San Juan Pablo II en el viaje realizado al Perú en 1985, no encontró mejor discurso al dirigirse a sus obispos que una semblanza de la vida y personalidad de Santo Toribio, por descubrir en él al “valeroso defensor o promotor de la dignidad de la persona, un auténtico precursor de la liberación cristiana en vuestro país (Perú), un respetuoso promotor de los valores culturales aborígenes”.

Algún detalle de su beatificación y canonización.

El proceso de beatificación y canonización significó todo un despliegue de testigos encaminados a hacer memoria de la “vida y milagros” de Mogrovejo. Todos los lugares vinculados con nuestro personaje participarán con los tribunales eclesiásticos a fin de atestiguar sobre la vida santa de Toribio. 

Dos fueron los milagros sancionados por la Congregación de los Sagrados Ritos de la Santa Sede: la curación total e instantánea de Juan de Godoy, cuyo pecho fue traspasado con una espada, y el manantial de agua brotado en el pueblo de San Luis de Macate.

En 1679 el Papa Inocencio XI lo beatificó el 28 de junio, aunque la solemnidad se celebró el 2 de julio. Se concedió el Oficio y Misa propios del Beato a la ciudad y diócesis de Lima, a la ciudad de Mayorga y al colegio mayor de San Salvador de Oviedo, en Salamanca.

Tras la beatificación, tuvo lugar la canonización el 10 de diciembre de 1726 por el Papa Benedicto XIII, en compañía –entre otros– de san Francisco Solano, san Luis Gonzaga y san Juan de la Cruz. 

América Latina ha celebrado su Bicentenario. ¿Cuál sería su mensaje inspirado en Santo Toribio?

Dio lo mejor de sí –profesión, sacerdote…– para los demás, cruzando orillas, tendiendo puentes… Realismo pero a lo que más… Nosotros tenemos que sentir del gozo de ser parte del Pueblo de Dios. Quienes tenemos el ministerio sagrado no podemos permanecer, por decirlo en expresión coloquial del Papa Francisco, en una situación de “balconeo”, hay que saber lo que está pasando con la gente, solo así podremos iluminar desde el Evangelio las inquietudes más profundas del hombre de hoy.

El autorFrancisco Otamendi

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