James Mallon es un sacerdote que desarrolla su labor pastoral en Canadá. Desde hace años, promueve “Divine Renovation Ministry” (Renovación Divina), un ministerio que tiene como objetivo reavivar la labor misionera en las parroquias para que los católicos sean plenamente conscientes de su llamada a evangelizar.
Este deseo de James Mallon se cumple también en proyectos como “Alpha”, unos cursos a través de los cuales las personas se pueden acercar a la fe católica a través de unas sesiones distendidas. Es precisamente en este contexto en el que el padre Mallon habla con Omnes, durante el encuentro SED (Salir, Evangelizar, Discipular) organizado por “Alpha” del 5 al 7 de julio en Alicante.
Al igual que las sesiones que organizan, este encuentro “Alpha” ha sido clave para formar a todos los asistentes en cuestiones de la fe, durante unas jornadas en las que se han compartido debates, comidas y momentos de formación.
La presencia de figuras como la de James Mallon muestran la importancia de tener ese “deseo de evangelizar”, sobre el cual habla en esta entrevista con Omnes el sacerdote. Un deseo, explica, que nace de forma natural cuando un católico se encuentra realmente con Jesucristo, momento en el que descubre que Dios mismo le está llamando a la misión.
La renovación evangelizadora arranca de la propuesta de “salir”. ¿Qué nos falta para desear dar el paso de “salir”?
– Estamos hablando de deseo. Y creo que esa es la prueba de fuego de la auténtica fe. A veces, el deseo de evangelizar está presente, pero no lo hacemos porque tenemos miedo, porque no sabemos cómo hacerlo, porque no tenemos una herramienta para hacerlo, pero eso es algo muy diferente. Si es por miedo, con el que todos lidiamos, sabemos que el Señor puede con él. Y podemos aprender métodos y herramientas, pero la ausencia de deseo es un problema mayor.
Yo diría que hay dos razones principales. Si no tienes deseo de que otros conozcan a Jesús, yo sólo haría esta pregunta: ¿Te has encontrado con Él? ¿Quién es el Jesús con el que comulgas? ¿Quién es el Jesús al que rezas? ¿A quién escuchas? ¿Te encuentras con el Jesús del Evangelio? Porque si tienes una relación auténtica con Él, si le conoces de verdad, ¿cómo no vas a tener el deseo de evangelizar? A veces nuestros pecados, el reconocer que estamos rotos y nuestras luchas pueden disminuir el deseo en nuestros corazones, pero no lo eliminan por completo. Además, creo que el deseo de evangelizar puede ser inflamado por el Espíritu Santo, pues el Espíritu Santo destruye el miedo.
La misión se dirige a personas en situaciones muy variadas en relación con la fe. ¿Cómo llegar a los que no conocen nada, o a los que ni se plantean pisar una iglesia?
– A veces, lo que hacemos en nuestras parroquias es decir a la gente de fuera que entre. Esperamos que la gente que no tiene fe o ninguna conexión con la Iglesia sea la que haga el viaje. Pero no, el misionero es el que hace el viaje, es el enviado para buscar y salvar a los perdidos. Sin embargo, a menudo, esperamos que sean esas personas, los otros, quienes hagan el viaje hasta nosotros. Esto es lo contrario de lo que Dios nos ha llamado a hacer. Jesús es, en última instancia, el enviado. Jesús es el misionero original que va en busca del otro, y por eso nosotros también, como cristianos, tenemos que salir.
Ahora bien, no se trata simplemente de ir, sino de cómo vamos. Jesús se despojó de sí mismo, se humilló, se hizo obediente.Y ése es el camino hacia Jesús. No debemos aferrarnos a nuestros estilos de vida y preferencias. Tenemos que encarnarnos. Jesús vino como uno de nosotros, vivió entre nosotros, levantó su tienda entre nosotros. Tenemos que ir con la gente que no sabe nada del Evangelio, aprender a hablar su lengua, dándonos cuenta de que, en ocasiones, las herramientas que usamos para la evangelización asumen demasiado.
Usted plantea una manera de actuar que da frutos también en otros lugares. ¿Quién se beneficia más, la parroquia o las personas individuales?
– Si la evangelización tiene éxito y es fructífera, ¿cómo no va a beneficiar a ambos? Mi propia experiencia es nada más que vivificante e increíble al experimentar que Dios me ha usado para llevar gente a Él. Cuando una parroquia recibe nuevos creyentes que se han encontrado con el Señor, se beneficia enormemente, así que creo que el fruto beneficia definitivamente a ambos.
La “renovación divina” que ha puesto en marcha, ¿puede aplicarse en regiones con mentalidad o enfoques diferentes al de su país, Canadá?
– He tenido la suerte de viajar por todo el mundo y me quedo con dos cosas. Una es que todos somos muy diferentes, y la número dos, que todos somos iguales, especialmente como católicos que tenemos los mismos problemas, las mismas luchas. Todavía no he encontrado problemas o luchas en ningún país que me hagan pensar que no pasa exactamente igual en Canadá.
La “Renovación Divina” no es un método, es un modelo basado en principios vividos en un contexto. Los tres principios son simplemente, número uno, el poder del Espíritu Santo, número dos, la primacía de la evangelización y número tres, lo mejor del liderazgo.
Sea cual sea tu contexto, si el Espíritu Santo apareciera con poder, ¿beneficiaría eso a tu parroquia? Si realmente hicieras de la evangelización lo más importante en tu parroquia, ¿crees que eso beneficiaría a tu parroquia? Si el liderazgo de tu parroquia mejorara, ¿eso beneficiaría a tu parroquia?
Estos tres principios me hacen pensar que la “Renovación Divina” es aplicable. Ahora mismo el ministerio de “Divine Renovation” está trabajando en 94 países diferentes y parece que está dando sus frutos.