A Jack Valero se le conoce por unas cuantas tareas. Por ejemplo, es portavoz del Opus Dei en el Reino Unido y fundador de Catholic Voices, un proyecto de comunicación de la fe que ha dado formación en más de 25 países. Un salto de relieve hacia una mayor notoriedad pública, en especial en otros países, tuvo lugar al ser el portavoz de la beatificación del cardenal Newman en Londres, llevada a cabo por Benedicto XVI, y también de su canonización en Roma por el Papa Francisco, en 2019.
En la entrevista con Omnes, Jack Valero explica, entre otras cosas, por qué ha llamado a san John Henry Newman “el santo de la amistad”; asegura que tiene mucho que decir al siglo XXI; y afirma que le parece “un santo muy apropiado para la Asamblea del Sínodo, tanto para que no tengamos miedo de tratar ningún tema que surja, como para siempre estudiar esos temas a la luz de la doctrina de la Iglesia. En esta época de creciente polarización, me gusta pensar que Newman es un santo para todos los gustos, y no porque lo tomemos superficialmente, sino porque siempre tiene algo importante que contribuir”. Vamos con las preguntas y respuestas.
El Papa Francisco canonizó al cardenal John Henry Newman en 2019, y Benedicto XVI le había beatificado en 2010, en Londres. ¿Qué destacaría de las palabras de los Papas?
–Fueron dos ocasiones memorables con mucho que comentar, pero yo he notado un punto claro de conexión. Benedicto XVI comentó uno de los textos más famosos de Newman; que cada persona ha sido creada por Dios para un fin especifico, único. “Tengo mi misión”, escribió Newman, “soy un eslabón de una cadena, un vínculo de unión entre personas”. El Papa Francisco, por otro lado, citó un texto en el que Newman explica que el cristiano tiene una paz profunda, silenciosa, oculta, que el mundo no ve. En ambos casos, pusieron énfasis en el impacto que cada cristiano puede tener a su alrededor con su vida cotidiana, como el mismo Newman lo tuvo.
Usted tuvo un papel relevante en la causa de Newman, y le ha definido como “el santo de la amistad”. ¿Puede comentarlo?
–Una cosa interesante de Newman es el número de amigos que tuvo en su vida. Cuando se estaba muriendo dijo a sus hermanos en Oratorio que le enterraran con el pañuelo que llevaba en el cuello, que se lo había dado un mendigo que conoció a la puerta de la iglesia donde celebraba Misa. Poco antes había recibido del primer ministro Gladstone una lámpara para su mesa de escribir pues el primer ministro estaba preocupado de que con la edad la vista de Newman desfallecía. Era un hombre capaz de ser amigo de mendigos y ministros. Cuando falleció, más de 15.000 personas llenaban las calles de Birmingham y la mayoría no habían leído ningún libro suyo. Además, Newman pensaba que la amistad es la mejor forma de transmitir el evangelio, de amigo a amigo, “cor ad cor loquitur” (un corazón que habla con otro) como dice su lema cardenalicio.
En este sentido, también ha manifestado que Newman tiene mucho que decir al mundo del siglo XXI, y se ha referido a ser cristianos consecuentes y al papel de los laicos en la Iglesia.
–Para preparar la canonización, estudiamos en qué temas el pensamiento o acción de Newman conectaba con las inquietudes de las personas del siglo XXI. Concluimos con una lista de 9 temas. Uno de ellos es la amistad, como acabo de mencionar.
Otro fue el papel de los laicos, donde su visión era muy avanzada para su tiempo. Hay que recordar que después de 300 años de persecución y discriminación, los laicos católicos no estaban educados en las instituciones de élite donde se formaban los que serían los lideres del país y las colonias de la época, ni en la educación universitaria ni siquiera en los colegios de secundaria abiertos a católicos. Newman entiende que es necesario formar el laicado lo mejor posible, tanto para su papel en la iglesia como para transformar el mundo.
Una de sus citas más famosas es sin duda: “Quiero un laicado que no sea arrogante ni imprudente a la hora de hablar, ni alborotador, sino hombres que conozcan bien su religión, que profundicen en ella, que sepan bien dónde están, que sepan qué tienen y qué no tienen, que conozcan su credo a tal punto que puedan dar cuentas de él, que conozcan tan bien la historia que puedan defenderla”.
Esas ideas de dar formación profunda a los laicos para que puedan acometer proyectos de evangelización por cuenta propia no será una realidad hasta cien años más tarde, con nuevas realidades eclesiales que resaltan la importancia al papel de los laicos y con el Concilio Vaticano II.
En la asamblea del Sínodo hay voces de diverso estilo. ¿Nos puede decir algo sobre la comunión eclesial en Newman?
–Algo que me impactó en mi trabajo preparando la canonización fue el hecho de que Newman es atractivo a todo tipo de católicos. Unos porque no tiene miedo de acometer cualquier tema, por complejo que sea. Otros porque siempre lo trata de forma totalmente en línea con la doctrina de la Iglesia. Me parece un santo muy apropiado para la asamblea del Sínodo, tanto para que no tengamos miedo de tratar ningún tema que surja como para siempre estudiar esos temas a la luz de la doctrina de la Iglesia.
En esta época de creciente polarización, me gusta pensar que Newman es un santo para todos los gustos, y no porque lo tomemos superficialmente, sino porque siempre tiene algo importante que contribuir.
¿Qué subrayaría sobre la búsqueda de la verdad y la conversión de Newman, y otras conversiones?
–Realmente la vida de Newman es la historia de su búsqueda de la verdad, ya desde muy joven, con integridad. Dentro del tema de la verdad, cabe destacar sus enseñanzas sobre la conciencia, que han pasado a ser la base de lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica de 1992 sobre este tema.
Un momento importante en su vida es cuando, recién terminado el Concilio Vaticano I, el ex primer ministro Gladstone escribe que ahora que se ha proclamado la infalibilidad del Papa, los católicos no son aptos para la vida pública, pues deberían seguir las indicaciones del Vaticano sin más. Newman se ofrece a contestar la controversia que se desata y escribe un folleto de 60 páginas que se acabara titulando “Carta al Duque de Norfolk”. En ese escrito explica que los católicos no siguen al Papa ciegamente sino que lo hacen siguiendo su conciencia, que es la voz de Dios en el interior de cada persona.
Distinguiendo claramente entre la voz de Dios, y los gustos u opiniones de la persona, explica cómo lejos de ser incapaces de contribuir a la vida pública, podrían ser de hecho los más aptos para ello si siguen su conciencia. En el resto del folleto interpreta con mucho acierto las enseñanzas de los pontífices del siglo XIX al público liberal y secularizado del Reino Unido de la época.
Es interesante la referencia a Newman del escritor ateo Aldous Huxley, en su novela distópica «Un mundo feliz» (1932). Allí describe un mundo en el que los seres humanos son fabricados, viven constantemente drogados y no se les permite pensar por sí mismos. Hacia el final del libro, el controlador mundial Mustapha Mond explica al héroe de la novela que ha encerrado ciertos libros porque son peligrosos, ya que hacen pensar a la gente. Le muestra clásicos espirituales y literarios como la Biblia y Shakespeare, pero entre ellos también se encuentran algunos escritos del cardenal Newman, considerado ya entonces peligroso y subversivo para el orden establecido.
Las enseñanzas de Newman también han sido la base de la acción política de muchas personas, incluida la resistencia antinazi de la Rosa Blanca organizada por Hans y Sophie Scholl y sus amigos en Múnich a principios de los años cuarenta. Las obras de Newman, recién traducidas al alemán, inspiraron a estos estudiantes a dar su vida por la verdad. Muchos políticos y personas de la vida pública reconocen hoy la ayuda que les han prestado las enseñanzas de Newman sobre la conciencia y la integridad.
Se asegura que Newman perdió amigos y prestigio social con su conversión, pero abrió la puerta a famosos como Wilde, Benson, Chesterton….
–Newman tuvo muchos amigos en las diferentes épocas de su vida. Sin embargo, su conversión en 1845 significó la pérdida de casi todas sus amistades y prestigio social. Aquellos amigos anglicanos con los que se había pasado muchas horas hablando de temas religiosos dejaron de hablarle. También miembros de su familia se separaron de él (una hermana suya ya no le habló más el resto de su vida).
En 1864, cuando se le acusó de ser un fraude y de haber sido un católico disfrazado para hacer conversos en la Iglesia anglicana, él se defiende escribiendo una autobiografía espiritual basada en cartas y otros documentos que él ha escrito en los años anteriores a su conversión. El libro se publica con el título “Apologia pro vita sua” y ayuda mucho a que pueda ser entendido por sus contemporáneos. Unos años más tarde, Trinity College le acepta de nuevo como Fellow y comienza a recuperar algunas de esas amistades de treinta y cuarenta años atrás.
Su conversión le costó mucho socialmente, pues perdió todo, para solo recuperarlo poco a poco. Sin embargo, su trabajo paciente durante años fue esencial para cambiar la opinión pública sobre la conversión al catolicismo en Inglaterra. Para cuando fallece en 1890, el panorama ha cambiado totalmente, y en muchos aspectos gracias a su testimonio y vida. En la primera mitad del siglo XX hay toda una serie de conversos conocidos al catolicismo en Inglaterra, como Oscar Wilde, Robert Hugh Benson, G. K. Chesterton, Graham Greene… que encontraron la puerta abierta gracias a Newman.
¿Puede recordar el milagro de su canonización? Melissa Villalobos, abogada norteamericana que vive en Chicago, y su hija Gemma.
–Es muy bueno ver como la devoción a Newman se extendió por todo el mundo en la segunda mitad del siglo XX, especialmente en países anglosajones. De hecho, tanto el milagro para la beatificación (un diácono permanente en Boston que se cura de una enfermedad en la columna) como el de la canonización (una madre de familia en Chicago), ocurrieron en Estados Unidos.
Melissa Villalobos es madre de siete hijos. El milagro tiene que ver con el embarazo y el nacimiento de su quinta hija, Gemma. El embarazo se complicó con una hemorragia interna en la placenta hasta tal punto que un día se puso a sangrar sin parar, cuando estaba encerrada en el baño sin acceso a su móvil. Temía, primero, por la vida del bebé que llevaba en su vientre, y luego por la suya propia con semejante pérdida de sangre.
En ese momento invocó al beato John Henry, diciendo: “¡Por favor, cardenal Newman, haga que pare la hemorragia!”. En cuanto terminó la frase, la hemorragia se detuvo. Ese mismo día en una visita al médico, este le confirmó con una ecografía que Melissa se había curado inexplicablemente de su enfermedad, y que su placenta ya no estaba desgarrada. La hemorragia no volvió a producirse. Gemma nació con normalidad, al igual que dos hijos más. Fue una gran alegría que Melissa y su marido, junto con sus siete hijos, pudieron asistir a la canonización en Roma, y saludar al Santo Padre.
El entonces príncipe Carlos, ahora rey Carlos III, alabó a Newman en su canonización como «un gran británico, un gran hombre de Iglesia, y ahora, un gran santo”. ¿Algún comentario?
–Tuve la suerte de poder saludar al entonces príncipe Carlos después de la ceremonia de canonización y me comentó que Newman era muy importante para el país y no solo para los católicos. Realmente la presencia del príncipe en ese acto puso énfasis en ello, y también el artículo que él mismo escribió en «The Times» y «Osservatore Romano» con motivo de ese evento, titulado “John Henry Newman, un hombre para su tiempo y para el nuestro”.
Después de comentar cómo Newman puede ser un punto de unión para diferentes cristianos, dice en su artículo que “quienes tratan de definir y defender el cristianismo se sienten agradecidos por la forma en que concilió fe y razón. Los que buscan a Dios a pesar del secularismo y el relativismo abrumadores encuentran en él un poderoso aliado. Muchos cristianos encuentran en él una inspiración constante para la devoción personal. Y en su propia época, innumerables personas, ricas y pobres, que buscaron su consejo y ayuda, encontraron en él un amigo”.
Otro tema. Usted es fundador de Catholic Voices. ¿Cuál es el objetivo principal de Catholic Voices y cómo se va desarrollando tras la pandemia?
–Catholic Voices es un proyecto de comunicación que iniciamos en el 2010 con unos amigos en Londres como preparación de la visita del Papa Benedicto al Reino Unido para beatificar al cardenal Newman. La visita se hizo controvertida pues algunos intelectuales británicos no querían que viniera el Papa, o al menos que el Estado no pagase la visita. Esto provocó que medios como la BBC y otras cadenas de televisión y radio estuvieran muy interesadas en el tema. Viendo que había pocos católicos preparados para hablar en los medios, iniciamos un programa de formación de laicos en comunicación de la fe en temas controvertidos. Al final, la visita del Papa Benedicto fue un gran éxito y nosotros también pudimos contribuir a que saliera bien, apareciendo en más de 100 programas de televisión y radio esos días.
Los años siguientes se copió la idea en otros lugares y en el periodo 2011-18 se formaron grupos puntuales en unos 25 países. Algunos de ellos continúan su trabajo con los medios, pero otros se dedican a la formación de laicos para poder comunicar bien en sus propios ambientes. El libro del proyecto, “Como defender la fe sin levantar la voz”, se ha publicado ya en seis idiomas. Existen también cursos online. En español está el curso de la Universidad Austral en Buenos Aires, que dura 56 horas y lleva ya muchas ediciones, y otro más breve (de unas 7 horas) con Catholic Link, que se lanzó en el 2022.
Los temas controvertidos (teoría de género, homosexualidad, matrimonio, aborto, eutanasia, inmigración…) continúan saliendo en la opinión pública y en Catholic Voices queremos seguir ayudando a católicos de a pie a hablar con confianza y amor sobre todos ellos con sus familiares, colegas y amigos.