Ecología integral

Ideologías perversas sobre el género

La fuerza con que ha irrumpido la llamada “ideología de género” obliga a reflexionar sobre sus raíces y consecuencias, pero también a plantearse si es suficiente la toma de conciencia acerca de lo que está sucediendo.

Pedro Urbano·7 de noviembre de 2017·Tiempo de lectura: 7 minutos

Posiblemente, la historia del pensamiento humano recordará al siglo XX como el siglo de las ideologías. Y, en efecto, fue en este siglo cuando se desarrollaron las distintas teorías antropológicas y políticas que han configurado este concepto filosófico de la “ideología”. Ideologías de corte materialista, ideologías de influencia política, ideologías declaradamente ateas. Usando la expresión del cardenal De Lubac, “el drama del humanismo ateo”, que buscan estas corrientes sin Dios.

Algunas de las ideologías han resultado especialmente perniciosas para el desarrollo de la vida humana conforme a un querer sobrenatural. Es el caso de las que han atacado virulentamente la religión y el horizonte sobrenatural de la persona. De una de estas nos vamos a ocupar brevemente: la actual “ideología de género”, heredera de estas ideologías antiguas o anteriores con una carga también bastante maliciosa en cuanto al sentido trascendente y divino de la vida humana.

Hombre y mujer creados

La fe cristiana está lejos de enmarcarse en este concepto de “ideología”. De hecho la fe para la Iglesia se entiende más bien como una confianza y una creencia en Dios, en la Persona divina de Jesucristo, que habla a cada hombre en el Evangelio de la salvación. Más que en conceptos, la fe cristiana se define por un encuentro personal con Cristo.

El Concilio Vaticano II, en la Constitución Gaudium et spes explicó muy bien la apertura antropológica del misterio de Cristo y de su entrega por la humanidad. San Juan Pablo II, que usaba el número 22 de esta Constitución para explicar su propio programa pastoral, insistía en la importancia de iluminar los caminos de la Iglesia bajo esta luz doctrinal. Se trata de revelar al ser humano quien sea a partir de la verdad de Cristo.

Así también la Iglesia, si quiere recorrer los caminos de la tierra con su Buena Nueva del Amor redentor, debe proyectar la luz que ha recibido de su Señor sobre todos los acontecimientos y en particular sobre este misterio de quién es el ser humano.

Misterio de Cristo que nos enseña de otro misterio tan cercano a cada uno, pues en él somos, el misterio de la creación del hombre y de la venida a la existencia de cada persona, con sus condiciones físicas, psíquicas, espirituales, históricas, etc. Cristo, en verdad, es el primero de los hombres, su Modelo y Maestro, a quien pueden imitar todos, si le conocen y aman, y así alcanzar la vida eterna que promete. Y Cristo es Cabeza de todo el pueblo elegido, pues ha sido llamado a la santidad y a la perfección, sin distinciones ni de raza ni de lengua ni de sexo. Hombres y mujeres encuentran en Cristo su plenitud de vida. Porque el ser humano ha sido creado con esta diferencia de sexo, que proviene del designio amoroso de Dios en la Creación.

El magisterio reciente sobre ideología de género

Cuando se olvidan estas premisas existenciales sobre el ser humano, llamado a vivir en Cristo, se desvirtúa necesariamente la verdadera imagen del hombre.

Así sucede en interpretaciones de tipo materialista, reductivas, ateas, y por supuesto en la interpretación que ofrece la ideología de género contemporáneo, de la cual (como veremos) el punto de partida es la construcción social de la identidad de género en la persona humana. Esto significa que olvida tanto el sentido con el que ha sido creado el ser humano –es criatura querida de una forma particular por Dios–, como también su llamada a desarrollarse como persona en la vocación de Cristo, lo cual incluye todas sus dimensiones existenciales y de sexo.

Este es el motivo, por consiguiente, que explica por qué recientemente tanto el Papa Francisco como sus predecesores señalan a la ideología de género entre las interpretaciones desviadas de la persona humana, con sus lagunas y defectos doctrinales gravemente perniciosos para la vida social.

En concreto, la denuncia del Papa Francisco en numerosas ocasiones, y que volverá a repetirse seguramente puesto que el combate por el género no ha hecho más que comenzar, se formula en términos de “colonización ideológica”: “Eso es la colonización ideológica: entrar en un pueblo con una idea que no tiene nada que ver con él; con grupos del pueblo sí, pero no con el pueblo, y así colonizar un pueblo con una idea que cambia o pretende cambiar su mentalidad o su estructura”, decía en una ocasión (19 de enero de 2015) comentando el modo con que los defensores de la ideología de género se infiltran a través de las necesidades educativas y de los profesores en las naciones.

En efecto, en el plano político y social, asistimos a un fuerte influjo colonizador que intenta imponer esta ideología como una interpretación única y necesaria de las relaciones interpersonales. En lugar de reconocer la libertad, que es esencial a la vida de todas las personas, la ideología trata de imponerse desde el poder constituido, y si no lo está todavía desarrolla las herramientas que conceptualmente pueden permitirle abrirse paso hasta esas instancias de dominio.

Volveremos sobre este gran peligro, por no decir perversidad, que supone la ideología de género. Pero antes daremos algunos datos objetivos tanto en la presencia social y política de estos esfuerzos, como también, porque puede ser orientador, de los principios ideológicos que han construido este enfoque reciente de la antropología actual.

Los pensadores y los políticos

Como es natural, una ideología no se improvisa. Es necesario con vistas a su desarrollo tener unas bases doctrinales sobre las cuales pueden trabajar los intelectuales que orientarán después las acciones de tipo social y político.

Un pensamiento como el que recoge la obra de J. Butler titulada “El género en disputa” marcó la fecha de comienzo de la construcción de la ideología y de los programas para lanzar la actividad social y política en estos temas. Puede servir como una referencia para situarnos en este contexto. Su enfoque descaradamente ideológico pasa por alto la tradición no solo judeocristiana de pensamiento, sino otras muchas aportaciones clásicas a la antropología más elemental.

Además, es necesario reconocer en estos esfuerzos por desvirtuar la imagen del hombre, los influjos anteriores de las teorías psicoanalíticas sobre la sexualidad humana, el análisis filosófico en la posmodernidad sobre la violencia, el poder social en las estructuras que descubre el análisis sociopolítico de las ideologías. Todo este ámbito de pensamiento se manifiesta como un terreno especialmente apropiado para las cuestiones de género.

La cultura de algunas corrientes de género contemporáneas

Inmersos como estamos en una cultura cambiante, no es raro que las influencias se multipliquen. Así sucede también con cuestiones como el feminismo radical, en sus distintas variantes y enfoques, o el peso que tienen determinadas situaciones morales, como la importancia de temas antropológicos relacionados con la vulnerabilidad del ser humano, y su puesto en el conjunto social y político. No todo es negativo o perverso, evidentemente, pero por desgracia la orientación abiertamente unilateral en sus enfoques impiden el necesario diálogo. Es una de las características limitantes de toda ideología.

Hace décadas el filósofo Alejandro Llano denominaba “la nueva sensibilidad” a esta manera diferente de acercarse a las cuestiones humanas. Es un escenario novedoso, ciertamente, que pide una creatividad grande, con un compromiso quizá mayor para no abandonar el terreno cultural y educativo de las nuevas generaciones.

El problema educativo y legal

En distintos países la batalla por el género se ha abierto decididamente en el terreno legislativo. Era natural, después de que en el ámbito intelectual y político hubiera adquirido una carta de naturaleza.

Por tanto, ya no es suficiente con el terreno de las ideas, en el cual apenas ha encontrado resistencia la ideología colonizadora. Ahora el turno es para los que trabajan en el campo de la formación y de la moralidad, es decir, profesores, moralistas, formadores, legisladores, políticos. La disputa del género, como precisan sus defensores ideológicos, se mueve en el espacio social y político, que se debe construir a partir de las ideas.

Por desgracia, en este terreno estamos todavía en el comienzo y apenas se aprecia por parte de quienes tienen voz social y política una toma de conciencia de qué es lo que está sucediendo y de las medidas cautelares que serían necesarias. La ideología llega con toda su virulencia, y busca la instauración eficaz y profunda hasta los estratos más hondos de la sociedad. La fachada como siempre es la bondad el bien y la belleza, pero no está nada claro si los contenidos responden a esas expectativas que ofrecen. Más aún, apoyándonos en la verdad del ser humano sobre la revelación que nos habla de una creación como hombre y mujer, descubrimos fácilmente el engaño que hay detrás de esta ideología. Se trata de un género ficticio, construido socialmente, provocado bajo la insinuación y la persuasión de estas corrientes intelectuales que han surgido en la posmodernidad es decir en un clima fuerte de permisivismo y relativismo morales. Evidentemente, es algo muy alejado de la orientación moral de la fe y de la ley natural.

La profesora de Derecho María Calvo, que es experta en estos temas de la ideología en el campo educativo, escribe sobre la necesaria alteridad de los sexos, con la “diferencia y complementariedad”, que explica el Catecismo de la Iglesia Católica. En su libro “Alteridad sexual. Razones contra la ideología de género” (Palabra 2014), ofrece un amplio abanico de esas razones que justifican la crítica a la ideología. Sin este conocimiento, no será fácil intervenir en el contexto de una sociedad en abierta construcción, también con estas cuestiones tan vitales para la vida humana. Una adecuada comprensión antropológica, que sepa reaccionar ante estos embates de la ideología, se revela en verdad como absolutamente imprescindible en los planos sociales y políticos de la Educación y el Derecho.

Conclusiones

La ideología de género se inscribe abiertamente en la posmodernidad lábil y llena de fragilidad en el pensamiento y en la acción política, en cuanto a muchos temas y en particular en el análisis del género y la sexualidad humana.

-En la ideología de género hay mucho de imposición, a partir de instancias de poder que quieren abrirse paso sin evaluar la verdad que hay contenida en su propuesta social, y por eso precisamente se trata de una ideología poco abierta al diálogo.

-La visión cristiana del ser humano está siempre orientada a la verdad, venga de la ciencia o de otros modos de conocimiento humano. Por supuesto, también se entiende con la verdadera filosofía, pero debe reaccionar y señalar con prontitud los errores de tipo moral y doctrinal que presentan las filosofías vanas, cuando no perversas o deletéreas, en la esfera de la moral y de la formación personal, como es el caso de la ideología de género.

-Por último, el influjo en los terrenos de la educación y de la política, que la ideología ambiciona, obligan a una mayor toma de conciencia de los problemas que están en juego. Y es que precisamente lo cristiano ilumina decisivamente la sociedad, tanto en la doctrina, como sobre todo con la vida evangélica, con su verdad y con el influjo en aquellas instituciones de tipo social y político que configuran el mundo en el que vive. Frente a la ideología, los cristianos presentan la verdad del hombre y la mujer, creados a imagen de Dios y llamados a la santidad en Cristo. Con las armas del bien y la verdad, combaten por dirigir la sociedad con sus leyes y proyectos humanos hacia allí, donde toda diferencia es asumida en el amor único.

El autorPedro Urbano

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