Vocaciones

Hermana Maristela. Una entrega a los más pobres por amor a Jesús Eucaristía

Un partido de fútbol frustrado cambió por completo la vida de esta joven brasileña. Hoy día, esta religiosa, Hija de la Pobreza del Santísimo Sacramento Toca de Asís, dedica su vida a la adoración eucarística y a la atención a los más pobres de las calles de la capital de Ecuador.

Juan Carlos Vasconez·8 de enero de 2024·Tiempo de lectura: 2 minutos
mariestela

Para entender la historia y la vida actual de la Hermana Maristela hay que remontarse casi dos décadas. Exactamente hasta el año 2004; y localizarnos en un lugar concreto: Uberaba, una pequeña ciudad de Minas Gerais, en Brasil. Un día normal de aquel año, en aquellas calles fue donde la protagonista de esta pagina vivió un encuentro que transformó por completo su existencia. 

Ella misma recuerda que “lo que inicialmente iba a ser una tarde para ver a su novio jugar fútbol se convirtió en un momento trascendental en el que descubrió el Amor de los amores: Jesús Eucarístico presente en el altar”

El encuentro no pudo ser más fortuito y casi paradójico. Todo comenzó cuando llegaron a la cancha y se encontraron que habían cancelado el juego “porque en ese mismo sitio se iba a realizar un encuentro de la Renovación Carismática Católica”. Por curiosidad, más que nada, se quedaron a ver de qué se trataba y “esa fue la primera vez, de muchas otras” destaca Maristela. 

Moldeada por Jesús

Una cosa llevó a la otra. Ponerse delante de la Eucaristía fue moldeando a esta joven brasileña que “sentía que el Señor le pedía cada vez más”. 

Así que, en relativamente poco tiempo, dejó a su novio, y “pasó de una vida bastante alejada de Dios a una entrega total”.

Hoy, con 36 años de edad, suma ya casi 20 años de consagración dentro del Instituto de las Hijas de la Pobreza del Santísimo Sacramento Toca de Asís. Maristela ha pasado a ser la Hermana Maristela y dedica su vida “a un carisma Eucarístico inspirado por San Francisco de Asís”. 

Su vocación se manifiesta en aliviar el sufrimiento de los desamparados, siendo conscientes de que “solo fortalecidas y amadas por Jesús en el santísimo Sacramento pueden reconocer la presencia divina en los pobres”.

Actualmente, la Hermana Maristela vive en Quito, donde está de misión. Su jornada diaria se desarrolla entre “ratos de oración delante del Santísimo Sacramento y el trabajo para los hermanitos más necesitados. Se les prepara el desayuno, y el almuerzo”. 

A la búsqueda de los más necesitados

Una vez por semana, la Hermana Maristela sale por las noches, junto con las demás religiosas para buscar a los más necesitados y atenderles en los lugares donde pernoctan. A lo largo de los años han encontrado casi todos los sitios del Centro Histórico de Quito, donde los conocidos como “sin techo”, duermen al descampado. 

Además, una vez al mes tienen un “día especial, donde les reciben en su casa. Ahí se les cambian la ropa, les ofrecen ducha caliente y pueden tomar una comida mejor presentada. Aprovechan para cortarles las uñas y el pelo. Varios voluntarios conversan con ellos o hacen juegos de mesa. Es algo muy bonito, les devuelven la dignidad”. 

La Hermana Maristela sostiene que “ahora, para mi, la esencia de mi existencia se encuentra en el significado de donarme”. Busca, en cada día de su vida, expresar lo que significa donarse por completo “al Cristo que está más cerca de todos nosotros”. Para ella, la entrega total es “un acto de amor y servicio a los demás, reflejando la misericordia que recibe diariamente al encontrarse con Jesús en la Eucaristía”. La Hermana Maristela teje su legado con hilos de generosidad, compasión y amor, inspirando a quienes la conocen a seguir el camino de la entrega desinteresada por el bien de los demás y, sobre todo, por el amor a Jesús Eucarístico.

Newsletter La Brújula Déjanos tu mail y recibe todas las semanas la actualidad curada con una mirada católica
Banner publicidad
Banner publicidad