Vocaciones

Francisco Aparicio: “La fe hizo de Luis Valls un banquero social”

La historia de la banca española no se entiende sin Luis Valls-Taberner (1926-2006), vicepresidente ejecutivo del Banco Popular desde 1957, con 31 años, y luego presidente (1972-2004). El banquero dejó un extenso legado de acción social y miles de personas apoyadas por las fundaciones que impulsó, señala Francisco Aparicio a Omnes. El fallecido ‘cura rojo’ de Vallecas, Enrique Castro, le llamaba ‘el banquero con sandalias’.  

Francisco Otamendi·2 de octubre de 2024·Tiempo de lectura: 8 minutos
Luis Valls

Luis Valls Taberner (1926-2006), fue presidente del Banco Popular.

Luis Valls-Taberner Arnó, nacido en Barcelona en el seno de una familia de la burguesía catalana, en 1926, era el quinto de seis hermanos y se llevaba seis años con el pequeño, Javier, quien sería copresidente del Popular junto a él durante años.

Los padres de Luis Valls eran profundamente creyentes, y estudió en los jesuitas, maristas y hermanos de La Salle, y luego Derecho en la Universidad de Barcelona. Se doctoró y fue profesor de las universidades de Barcelona y de Madrid. Al cumplir los veinte años, el joven Valls descubrió su vocación al Opus Dei, y pidió la admisión como numerario. 

“Esta forma de llevar su fe hasta las últimas consecuencias de un compromiso vital, hizo de él un banquero absolutamente atípico en su época. Austero, solidario, amante de la libertad y de espíritu humanista”, le describe Francisco Aparicio. Valls, lo mismo ayudaba al Partido Comunista y Comisiones Obreras, que a instituciones religiosas -en especial muchos conventos de monjas-: fue algo constante en su acción social. Se hizo famosa la pregunta recurrente que él les hacía siempre “¿Qué necesitáis?”.

Para conocer mejor la figura de Luis Valls, Omnes ha conversado con Francisco Aparicio (Cartagena, Murcia, 1955), abogado que conoció y trató a Luis Valls durante más de 25 años, y fue su albacea testamentario. Trabajaron juntos en muchos proyectos, y le ha sucedido en las fundaciones que promovió, por ejemplo Fundación Hispánica, y en la gestión y visión de su acción social. 

La responsabilidad social moderna, y el concepto de RSC, surgieron en Estados Unidos en 1953. Tardarían décadas en llegar a los códigos de buen gobierno en España. Pero hubo pioneros, por ejemplo el Banco Popular fundado en 1926…

– Luis Valls, presidente del Banco Popular durante varias décadas, no era un banquero común. A pesar de liderar una de las instituciones financieras más rentables del mundo, Valls no se comportaba como el típico hombre de negocios. Apodado cariñosamente como “el banquero con sandalias” por Enrique Castro, también conocido como el ‘cura rojo’, Valls combinaba su visión financiera con una profunda vocación social. Este apodo no era casual, su compromiso de ayudar a los demás era algo que le definía.

En 1957, con solo 31 años, Luis Valls fue nombrado vicepresidente ejecutivo, e inicia la acción social del  Banco Popular. ¿En qué consistió?

– Luis Valls impulsó la creación de varias fundaciones con un objetivo claro: ayudar a aquellos que verdaderamente lo necesitaban y siempre separando la acción del banco de la de las fundaciones. Eran dos mundos independientes.

Esa visión la concretó cuando al poco de estar al mando del banco, propuso que las “atenciones estatutarias”, es decir, los honorarios anuales a los que tenían derecho a cobrar por ser consejeros, los donaran para causas sociales.

El sumatorio de esas renuncias anuales fue la gran partida de la que se nutrieron las fundaciones, vehículo a través del cual se realizó la acción social. Adicionalmente, y a lo largo de más de 50 años de esta acción social, muchos amigos, conocidos y gente de buen corazón, donó grandes cantidades de dinero como donativos puntuales, no recurrentes. De estas dos fuentes de ingresos se nutrieron las fundaciones inspiradas por Luis Valls para ayudar a miles de personas e instituciones.  

Siempre entendió que el Banco Popular tenía su propósito mucho más allá de ser solamente un ejemplo de seriedad, rentabilidad y solidez empresarial, Valls quiso ir más lejos con una visión de banca social, una nueva dimensión.

Según se ha informado, Luis Valls tenía uno de los sueldos más bajos de los presidentes de entidades financieras españolas, y además donaba gran parte de él a fundaciones, para ampliar las oportunidades de las personas. ¿Es así o es un bulo bienintencionado?

– A muchos les sorprende que Luis Valls, presidente de uno de los bancos más importantes del país, no tuviera como móvil su lucro personal. Era una persona totalmente despegada de lo material y hay muchísimos rasgos y conductas que así lo demuestran. Era el presidente de banco que menos cobraba en España, siendo no obstante unas cifras muy elevadas, no cabe duda. En el año 2004, ya casi al final de su mandato, sus colegas multiplicaban su sueldo por 3 o 4 frente al banquero catalán (750.000 euros anuales frente a los más de 3 millones de euros de los líderes de la banca en aquel momento). 

Si eso no fuera poco, casi todo su dinero Valls lo fue donando durante su carrera a ayudar a personas particulares e instituciones. Es de sobra conocida su austeridad en el vestir, siempre elegante y correcto, pero, aseguran, no le llegaron a conocer más que 6 trajes. Muchos más ejemplos están relatados en Testimonios en su página web

 ¿Era transparente en las cuentas de las fundaciones? Éstas no hacían publicidad de su labor…

– La transparencia, igual que en el banco, fue innegociable en las fundaciones. Todas las cuentas siempre fueron supervisadas por el organismo público correspondiente y, obviamente, por los órganos de gobierno de cada fundación. Todo está convenientemente reflejado en los libros y, de forma resumida, está accesible en las webs de las fundaciones.

Informan ustedes de que se encargaba personalmente de las peticiones que llegaban a su despacho. ¿Era generoso o tacaño? Cuéntenos su filosofía. ¿Qué es ayudar sin figurar?

– Las fundaciones se rigieron por unos principios básicos que están descritos con detalle en los “Criterios de actuación”, un documento que recogía la identidad y el modo de proceder en su gestión. Algunos de ellos llaman la atención como el hecho de que no querían ser nunca ellos los únicos que amparan la iniciativa, te pedían que buscaras otros compañeros de viaje para repartir el riesgo. Al mismo tiempo conseguía comprobar que esa idea era sólida. 

Otros ejemplos son la insistencia en “decir pronto que no si no te tenía claro para no hacer esperar a la gente” y la de no publicitar la aprobación de un crédito para evitar el “efecto llamada”. Son miles de personas las que dan testimonio del agradecimiento de la labor de las fundaciones en sus vidas, familias e instituciones.

La labor de las fundaciones no era únicamente la de facilitar recursos económicos, sino también asesoramiento en la ejecución de proyectos, contactos o proveedores y otras necesidades más allá de las monetarias. En las fundaciones acompañaban a las personas a cumplir sus retos y se interesaban a lo largo del tiempo por la marcha y la consecución de objetivos.

Valls era extremadamente cuidadoso con la gestión de los recursos. Para él, cada donación o préstamo debía ser una decisión muy meditada y absolutamente viable.

 ¿Puede hablarnos de los créditos o préstamos al honor que puso en marcha?

– Así como en otros casos, las fundaciones se especializan en temáticas como el arte, la seguridad vial, la inmigración u otras loables iniciativas, en el caso de las fundaciones inspiradas por Valls el eje fue la persona y sus necesidades concretas. No importaba el área de actividad o la tarea personal que cada uno realizaba, solo era relevante su necesidad y saber si se le podía ayudar y cómo. 

Se cuentan por miles las acciones que las fundaciones han realizado y realizan estos casi 50 años. Algunas en España, pero otras muchas fuera de nuestras fronteras. Destaca uno de los principios de las fundaciones, especialmente con los estudiantes. Era frecuente encontrar casos en los que se condonó parte de la deuda a cambio de extraordinarias calificaciones. Es un gesto que demuestra cómo la esencia de las fundaciones y su espíritu fundacional era ayudar al progreso de las personas, de la sociedad, dando siempre lo mejor que todos tenemos dentro.

Para explicitar la mentalidad abierta de Luis Valls, se relata que el Banco Popular fue uno de los primeros que apoyó al Partido Comunista de Santiago Carrillo y a Comisiones Obreras. Y también que ayudó a no pocos conventos de religiosas.

– Era poseedor de un talante abierto, conciliador y, según muchos “un liberal”, algo que le hizo trabar amistad en todos los ámbitos del espectro político. Es más, siendo sus convicciones políticas cercanas a la democracia cristiana, hizo buenos amigos en el PSOE y en Comisiones Obreras, por ejemplo. Como banquero llevó esa independencia hasta sus últimas consecuencias, siendo el suyo el primer banco (durante un tiempo, el único) que otorgó crédito al Partido Comunista ante las elecciones de 1978.

Al cumplir los veinte años, Valls descubrió su vocación al Opus Dei. y pidió la admisión como numerario. ¿Influyó su vocación y espiritualidad en su vida profesional de banquero, humanista y filántropo?

– A los 21 años solicitó su admisión en el Opus Dei, organización católica de la cual fue miembro hasta su muerte. Esta forma de llevar su fe hasta las últimas consecuencias de un compromiso vital, hizo de él un banquero absolutamente atípico en su época. Austero, solidario, amante de la libertad y de espíritu humanista, Luis Valls fue un personaje muy relevante de su época y uno de los llamados Siete Grandes de la banca.

Su compromiso con instituciones religiosas -especial atención tuvieron muchos conventos de monjas-, fue algo constante en su acción social. Valls visitaba y se interesaba por congregaciones con necesidades extremas a las que ayudó, asesoró y acompañó. No sólo con dinero vía préstamos a través de las fundaciones, sino ofreciéndoles proveedores que pudieran ayudarlas y, siempre, siendo muy cercano yendo a visitarlas o interesándose por sus necesidades telefónicamente. 

Otras muchas congregaciones fueron beneficiarias de la sensibilidad de Luis Valls y su equipo de colaboradores. Se hizo famosa la pregunta recurrente que él les hacía siempre “¿Qué necesitáis?”.

Un punto que originó controversia tras fallecer Luis Valls, fue la relación de personas del Banco con el copresidente durante algunos años, Javier Valls, hermano de Luis.

– La familia fue un eje en la vida de Valls. A pesar de que sus orígenes y gran parte de ellos residían en Barcelona, nunca perdió el vínculo con su madre y hermanos. Su padre falleció siendo Luis muy joven. El vínculo familiar se concretó también en el banco, lugar en el que hasta tres hermanos, Pedro, Félix y Javier, trabajaron con él.

La sucesión en el banco, estando Luis ya enfermo y mayor, fue refrendada por unanimidad en el Consejo de Administración. Ángel Ron, que trabajó con Valls durante más de 20 años, fue la persona elegida. Una persona competente y reconocida en el sector y, para los que querían buscar otras relaciones, no vinculado con el Opus Dei, dirigió la institución casi hasta 2017, momento en el que el banco pasó a manos del Banco Santander.

Algunas voces se preguntaron por qué no fue su hermano Javier, vicepresidente durante tantos años, su sucesor. No es fácil saber los motivos, pero lo que sí parece claro es que el Consejo de Administración aceptó por unanimidad su dimisión y designó a Ángel Ron presidente: la unanimidad en un Consejo de Administración implica un consenso previo aceptado por todos. Por otra parte, ni siquiera se discutió una propuesta distinta del hasta entonces presidente de la Junta recién fallecido, y éste no era un asunto que hubiera dejado al albur. 

Mi impresión personal es que algunos no entienden la libertad de la gente del Opus Dei en las cuestiones profesionales, sociales, políticas, económicas, etc. Pero el entrevistado es usted. 

– Efectivamente, hay algunas personas, pocas, que todavía no entienden la libertad, y hay personas, pocas también, que tampoco entienden que haya gente que puedan entregar su vida o su tiempo a Dios y a los demás, y, con cierta frecuencia, buscan detrás de cada conducta un ánimo de lucro, de autoafirmación o de poder. No son mayoría, ni mucho menos.

Para los que tienen esa forma de pensar quizá sea difícil imaginar que los fieles del Opus Dei son tan libres como cualquier otro católico en esas cuestiones profesionales, sociales, políticas o económicas, y que no actúan en grupo. Concretamente en la historia del Banco Popular han sido varias las situaciones en las que han coincidido en el Consejo de Administración o entre directivos, dos personas del Opus Dei con proyectos no sólo distintos, sino incluso antagónicos: es normal, ya que cada uno tiene sus opiniones propias y sus formas de afrontar los problemas de la empresa. 

Dígame, para terminar, alguna cualidad o virtud de Luis Valls. Y algún defecto, porque todos tenemos defectos.

– Valls, como todas las personas, tenía defectos y virtudes. Dicen algunos que era algo seco en el trato ya que la grandilocuencia no era su mejor atributo y, a veces, aseguran algunos colaboradores, “no era fácil de entender”. Algo reservado y, algunas veces, enigmático. No era fácil saber qué estaba pensando y algunos afirman que tenía una mirada intimidante aderezada de largos silencios.

Estamos delante de una persona poliédrica que fue mucho más que un gran banquero, un humanista y un filántropo. Una figura irrepetible, buena, trabajadora y generosa. Un carácter prudente y del que muchos subrayan que le gustaba mucho más influir que mandar.

Luis Valls creó una forma diferente de hacer banca y de ayudar a la sociedad. Miles de empleados, los accionistas, medios de comunicación y decenas de miles de beneficiarios a través de sus fundaciones son testigo de ello, y lo seguirán siendo en los años venideros gracias al trabajo que, a diario, hace el equipo de gestión de Patronato Universitario, Fundación Hispánica y Fomento de Fundaciones.

El autorFrancisco Otamendi

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