El subtítulo del libro de Fernando Alberca (Córdoba, 1966), es ‘Claves para dar a tu hijo el impulso que necesita’. Todo hijo se mueve mejor y mucho más cuando hace algo difícil, con lo que pueda quedar bien y sentir satisfacción. El verdadero desafío, señala Fernando Alberca, radica en cómo encontrar las fuerzas para empezar, y para persistir.
La ayuda que pueden prestar padres y educadores es clave para impulsarle y enseñarle cómo buscar y encontrar su propia fuerza de voluntad. La fuerza de voluntad es uno de los regalos más valiosos que puedes entregar a tus hijos, asegura. Pero es preciso “entrenar la fuerza de voluntad”, alienta en esta entrevista y en el libro, editado por Almuzara.
El experto es director de la Consulta educativa Fernando Alberca, especializada en asesoramiento educativo y rendimiento escolar y del talento, así como en relaciones personales y familiares. Está casado y siente como “un regalo divino a su mujer y sus ocho hijos”.
En la conversación con Omnes, Alberca aborda también temas para la reflexión. Su petición a los Reyes Magos para 2025 es “tratarnos mejor. Como si todos fuéramos importantes. Es decir, más libertad de expresión y tolerancia con los diferentes, más serenidad y menos conflicto”. Pueden verla íntegramente al final de la entrevista.
¿Sigue estando harto de la pobreza y la mentira, como dijo hace unos años en La Vanguardia?
– Mucho más cada día, debe ser problema de mi edad, que tengo más años, más experiencia o que los mentirosos y pobres aumentan.
Acaba de decir que a los adolescentes y jóvenes actuales les falta voluntad para empezar una cosa, continuarla y acabarla, en declaraciones a El País. ¿Lo puede explicar brevemente? ¿Son una generación de cristal, de hierro, o cómo la sitúa?
– Son de hierro, se muestra en su solidaridad ante catástrofes como la DANA en España, pero necesitan aprender cómo apoyar esa barra de hierro que son en un punto de apoyo idóneo para mover su mundo. Sólo les ha ocurrido que no han aprendido de la generación anterior a esforzarse con agrado y satisfacción, sino a evadirse de sus obstáculos, por eso parece que no tienen fuerza, porque no han aprendido a muscularla: salvo cuando sienten un golpe de emoción y entonces sus músculos se tensan: como ocurre siempre con las emociones humanas.
Usted reivindica el esfuerzo en su libro sobre ‘La magia del esfuerzo’, y la satisfacción que proporciona. ¿Cuál es su mensaje?
– El esfuerzo es lo que libera al ser humano y hace posible lo que quiere y parecía imposible antes del esfuerzo. Es lo que te hace protagonista de tu propia vida, vivir más satisfactoriamente, porque a más esfuerzo, más satisfacción. Posibilita una vida feliz, imposible sin disfrutar del esfuerzo. La clave está en rectificar el objetivo de una vida cómoda, sin enfrentarse a los obstáculos e infeliz, por una vida feliz, pese a los obstáculos que puede aprenderse a superar con esfuerzo.
Pero es preciso, y el libro proporciona cómo hacerlo, no sólo descubrir un concepto radicalmente nuevo del esfuerzo, sino entrenar la fuerza de voluntad, debilitada, y por ello propone 15 ejercicios de entrenamiento en casa para habituar la capacidad de seguir nuestra voluntad y 17 operaciones ante cualquier esfuerzo concreto.
¿Qué consejo daría a padres, madres, educadores, para ayudar a sus hijos a adquirir el hábito de la fuerza de voluntad?
– No solucionarle los problemas domésticos, fáciles de solucionar, que pueden hacerlo sus hijos. Leer esos 15 ejercicios de entrenamiento doméstico y proponérselos a sus hijos alguna vez al menos. Y, sobre todo, asegurar la satisfacción de los hijos cuando hagan algún esfuerzo. Sin depender de los resultados externos posteriores, que dependen de otro y pueden o no llegar, y no son necesarios, si cambiamos de concepto de esfuerzo: una necesidad especialmente para padres y madres (la primera parte del libro lo dedico a los padres que liberan a sus hijos y los hacen capaces de vivir y vivir felizmente).
La magia del esfuerzo.
Hay tres libros suyos recientes muy sugerentes. ‘Educar sin estrés’, ‘El niño que venció a brujas y dragones’, y ‘Geniales’. Un flash de cada uno.
– Quitarle estrés a nuestra vida de padres y a la de los hijos es una necesidad que evita enfermedades y trastornos mentales muy serios, y se puede hacer con educación.
El niño que venció a brujas y dragones explica cómo superar con resultados positivos las 24 adversidades más frecuentes en niños y adolescentes, desde los miedos nocturnos, la apatía o falta de ilusión y motivación, la soledad o no tener los amigos que se desearía, y 21 más, con casos reales resueltos.
Y Geniales explica por qué la genialidad de los niños hay que preservarla especialmente a partir de los 11 años, porque de pequeño todos los niños son geniales y de mayores muchos dejan de serlo, propone cómo hacerlo padres y docentes y argumenta cómo la mayoría de los problemas de adulto se solucionaría si actuáramos como niños y adolescentes actúan ante esos mismos tipos de problemas y el libro pone ejemplos de cada uno, resueltos por adolescentes uno y niños otros: problemas emocionales, creativos o filosóficos, entre otros.
En el ámbito escolar, ¿puede señalar un avance de la educación en España? Parece que la FP y el porcentaje de acceso a estudios superiores crecen, según la OCDE.
– Así es, pero estamos consiguiendo lo más difícil: posibilitar a todos el acceso a la educación, y se nos ha quedado en el camino que la educación sea verdadera educación. Es decir, humana, que genere aprendizaje significativo y real, y que enseñe cómo vivir mejor y ser más feliz.
En la escuela actual aumenta el fracaso escolar y la infelicidad de familias, alumnado, profesorado y autoridades incluso, simplemente porque el ser humano inteligente no se adapta a un sistema tan deteriorado y enfocado a la infelicidad. Avanza la educación que posibilita por fin ser más completa: no sólo analítica, sino emocional. Avanza también que se flexibiliza para atender más la diversidad real, la de cada uno de los individuos.
Bien: me gusta la ley en ello, lo escrito, no lo que se lleva al aula. Porque de nada servirán estos magníficos avances, si no se forma al profesorado de una forma distinta, más completa, para ser eficazmente más humano, emocional e intelectualmente, y atender de verdad mejor, personalizada e integralmente a cada uno y una en cada etapa de su vida.
Sin embargo, el mismo informe ponía el dedo en la llaga de un abandono escolar temprano, y la comprensión lectora es deficiente.
– Nadie se imagina bien, que no sea docente, el deterioro de la capacidad comprensiva al leer del alumnado, al que se le ha provocado este vacío con dos medios: bilingüismo en asignaturas de pensamiento como las ciencias sociales y naturales y un método de aprendizaje lector adecuado (comenzar con el alfabeto y las sílabas, asegura lectores que no aprenden a leer lo bien que necesitan en el futuro, esto ya se defendía en los años 60).
Nadie parece darse cuenta del aumento de dislexia masivo que ha provocado la cultura digital y las secuelas del covid. Dos hechos que en la lectoescritura exige cambios sobresalientes en la escuela desde Infantil, pero también en la Universidad.
Un colega suyo señala que “repetición” (de curso) evoca inmediatamente “potenciales daños emocionales en el repetidor”, y no está de acuerdo. ¿Qué opina usted? Hablo de Gregorio Luri.
– Mi amigo Gregorio Luri suele llevar razón, y también lo hace esta vez. Honradamente llevo 30 años confirmando que no encuentro ninguna razón pedagógica suficiente que justifique la repetición de curso. Ninguna. A mis alumnos de Magisterio incluso los reto a encontrarla a cambio de un sobresaliente, pero ni con esas lo logramos. Es una trampa anacrónica. Con la ley actual incluso es más absurda, menos educativa, más dañina.
Cambiamos las reglas de juego a mitad del mismo: les decimos que reunimos a los escolares por edades (los de 6 años van a 1º de Primaria con independencia de su capacidad intelectual, madurez o estimulación, sólo por el año de nacimiento), sin embargo a mitad de juego ya no importa la edad y que pierda a los de su misma edad (con lo mucho que ello conlleva), porque dicen que lo que importa es que no ha adquirido unos objetivos que, por otro lado, si puede adquirirlos repitiendo, es que puede adquirirlos el curso siguiente también: todo es cuestión de una adaptación escolar si es precisa, como contempla la ley y los docentes de a pie sabemos.
Casi en último lugar, ¿qué opina sobre el trato a la educación concertada y privada? ¿Financia la Administración la gratuidad en la educación concertada? A veces parece como si fuera inconstitucional que decidan con libertad.
– Tengo mis dudas de si es una cuestión política, una cuestión ideológica o ambas, pero no es cuestión mía juzgarlo. Yo, si sé de algo, es sólo de pedagogía y educación, y en España y otros países la financiación de la escuela concertada y privada no parece una cuestión pedagógica. Los docentes de la escuela privada, concertada y pública, hemos sido formados en las mismas facultades y los impuestos de los mismos padres y madres de alumnos financian la pública y el presupuesto con el que cuentan las autoridades educativas para hacer su necesaria labor.
Doy por hecho, que a más libertad, mejor se podrá adaptar cada niño o niña a su modelo conveniente. He sido director de dos colegios concertados, entre otros, y la administración de aquellas dos comunidades (Aragón y Asturias en mi caso), incluso con buenas intenciones, no financiaban nunca lo suficiente para que a las familias no les supusiera mayor esfuerzo, añadido a sus impuestos, aunque sí se beneficiaban ambas comunidades de los resultados (no teniendo que sostener el coste de la educación de miles de escolares y mediante los resultados sociales y de talento de una población formada más numerosa, no sólo la que cabe en la pública).
Ojalá fuera posible que cada familia pudiera escolarizar a cada uno de sus hijos niños o adolescentes donde consideren familiarmente mejor, en función de cómo son cada uno de ellos y su entorno. Al cabo son los que mejor los conocen.
¿Qué le pediría a los Reyes Magos para 2025?
– Tratarnos mejor. Como si todos fuéramos importantes. Es decir, más libertad de expresión y tolerancia con los diferentes, más serenidad y menos conflicto, más trato personal entre todos, más comprensión y empatía: más humanidad y principios inviolables de respeto con los demás.