Aunque hace 50 años comenzaba su periodo en la Universidad como ingeniero agrónomo, Gilotaux ha sido un testigo presencial de la evolución y los desafíos de su nación a lo largo de las décadas.
A los 36 años, ante las dificultades financieras que enfrentaba su padre en los negocios, tomó la decisión de dejar la agronomía y regresar a Buenos Aires, junto a su hermano, para brindarle apoyo.
Poco después, comenzó una nueva aventura, marcada por la letra impresa, que daría un giro a su vida y a su proyección profesional, personal y vocacional.
Una nueva vocación
Felipe Eugenio José Gilotaux, Felipe, pensaba dedicarse a su carrera de agrónomo, pero todo cambió cuando hubo de ayudar al negocio de su padre. Tras lograr una pacífica liquidación de los negocios familiares, Felipe se encontró en una encrucijada profesional. Fue entonces cuando descubrió su verdadera vocación: los libros.
Durante sus viajes comerciales por el interior de Argentina, recuerda, “noté una significativa carencia de literatura de calidad, lo que me inspiró a convertirme en vendedor ambulante de libros”.
De este modo, “estableciendo conexiones con librerías locales y atendiendo las demandas de amigos y conocidos”, Felipe se enfocó en ofrecer obras de reconocidos autores clásicos y literatura espiritual que, rápidamente, capturaron la atención del público.
Su habilidad para identificar y satisfacer las necesidades de los lectores lo llevó a expandir su negocio más allá del gran Buenos Aires, llegando incluso hasta la pintoresca ciudad de Bariloche, ubicada a más de 1.200 kilómetros de la capital.
Con el tiempo, Felipe se especializó en libros de espiritualidad, respondiendo a las solicitudes específicas de sus clientes y consolidando su reputación como un proveedor confiable de literatura espiritual de calidad.
Un testimonio no esperado
Esta tarea va más allá de la venta para ser un canal por el que acercar gente a Dios. Felipe recuerda una de las historias más llamativas de su carrera: el dueño de una librería en Bragado, un pequeño poblado en el interior, “inicialmente mostró poco interés en los libros” ofrecidos por Felipe.
Sin embargo, tras vender rápidamente todos los ejemplares en consignación y recibir comentarios positivos, “decidió sumergirse en su lectura, lo que le llevó a fortalecer su conexión con la Iglesia y compartir su experiencia transformadora con el párroco local. Quien estaba sorprendido porque el librero no se distinguía precisamente por su piedad”.
Además de vendedor, Felipe también ha trabajado en la edición de libros, siendo un ejemplo destacado la obra Amor, Soberbia y Humildad, que cuenta con más de 250 capítulos breves. A pesar de las dudas iniciales sobre su éxito comercial, “esta obra ha vendido más de 30.000 ejemplares en Argentina, demostrando que la intuición y visión no son lo más importante en el mundo editorial, el Espíritu Santo es el que realmente mueve estos negocios”.
Durante más de 50 años, Felipe ha sido un canal a través del cual innumerables personas han encontrado inspiración, orientación espiritual y crecimiento personal a través de la lectura. Su compromiso y dedicación han contribuido a “transformar vidas, guiando a muchas personas hacia Dios y alejándolas de los vicios”.