Familia

La cuestión demográfica debe estar en el centro de la agenda europea

En una Europa que ya no tiene hijos, la cuestión de la natalidad vuelve al centro del debate público. En numerosas ocasiones, también recientes, el Papa Francisco ha reiterado la necesidad de redescubrir la belleza de la familia como contribución al desarrollo de la sociedad.

Giovanni Tridente·23 de junio de 2022·Tiempo de lectura: 3 minutos

OMNES ha entrevistado al presidente de la Federación Europea de Asociaciones Familiares Católicas (FAFCE), el abogado Vincenzo Bassi, que explica algunos de los asuntos más urgentes relacionados con la cuestión demográfica. 

La Federación de Asociaciones Familiares Católicas de Europa cumple 25 años. ¿Puede explicar a nuestros lectores cómo surgió esta organización y qué iniciativas lleva a cabo?

La FAFCE es una federación de asociaciones que representan a 18 países europeos. Los miembros de la FAFCE son 23 asociaciones y su objetivo es doble. Por un lado, presenta las peticiones y necesidades de las familias y de las asociaciones nacionales ante las instituciones europeas. Esto incluye no sólo las de la Unión Europea sino también las del Consejo de Europa.  Por otro lado, desarrolla y promueve, de acuerdo con las conferencias episcopales locales, el asociacionismo familiar católico en los países donde está menos desarrollado.

Con vistas al próximo Encuentro Mundial de las Familias, la FAFCE organizó una conferencia para «celebrar la belleza de la familia». ¿Qué importancia tiene redescubrir esta belleza en una Europa que ya no tiene niños?

Hoy en día, formar una familia se considera cada vez más un acto heroico y no un acto de generosidad. Celebrar la belleza de la familia sirve precisamente para presentar la habitual generosidad de la familia, que tiene efectos positivos también en toda la comunidad. La familia no es sólo una institución privada, también tiene relevancia pública. Es un regalo para la sociedad y no debe darse por sentado, sino que debe ser recompensado.

En este sentido, creemos que la cuestión demográfica debe convertirse en una cuestión más europea. Nuestra experiencia nos enseña que es necesario implicar y reunir a los Estados nacionales en esta cuestión, y luego hacer del fomento de la natalidad un punto central de la agenda europea. En cambio, vemos que ni siquiera en el Recovery Plan for Europe se piensa en las políticas de natalidad. Hay que recordar que las familias también inician los procesos de desarrollo económico. La familia es el combustible que enciende el motor de la sociedad, en términos demográficos, pero también de desarrollo sostenible. 

Una ocasión importante de este aniversario fue el encuentro con el Santo Padre hace unos días. ¿Cómo vivió esos momentos?

Con gran emoción, sabiendo que el Papa siempre nos estimula a mejorar y hacer más efectivo nuestro compromiso. Las asociaciones y redes familiares deben ser cada vez más hogares abiertos a la comunidad y no pisos en los que refugiarse por miedo a la confrontación con la sociedad.

En su discurso, el Papa Francisco valoró su contribución en la creación de redes de familias, de las que fluye un servicio a toda la sociedad… ¿Es así?

Las redes de familias son un instrumento no sólo al servicio de la sociedad sino también de la Iglesia, porque a través de ellas es más fácil acercarse a las personas frágiles, y a las familias en dificultad. Estamos convencidos de que nuestra contribución al servicio de la sociedad será tanto más eficaz cuanto más podamos contribuir al servicio de la Iglesia. En este sentido, las redes familiares pueden ayudar, y ser una herramienta para que nuestros pastores se mantengan cerca del rebaño.

Recientemente ha firmado una Resolución en la que reafirma la importancia de tener hijos como recurso indispensable para el futuro también en clave ecológica. ¿Puede explicarlo mejor?

Todo es muy sencillo y real: nunca habrá desarrollo sostenible sin un equilibrio intergeneracional garantizado precisamente por los niños. Por eso el verdadero enemigo de la sociedad y de su desarrollo sostenible es el consumismo y el individualismo, mientras que las familias optimizan los recursos para su propio bien y el de sus hijos, y por tanto para el futuro de la sociedad, que querrán dejar en herencia a sus hijos.

El Pontífice también denunció la lacra de la pornografía y la práctica inhumana del alquiler de vientres. Como Federación, ¿cómo piensan ayudar a erradicar estas lacras sociales?

Ambos son consecuencia de la soledad, de las personas y de las familias. En la soledad, todo es una mercancía, incluso un hijo o el sexo. En la familia se aprende y se experimenta el don. Cuanto más se vive la alegría del don ofrecido y recibido, más se ve la pornografía y el vientre de alquiler como una aberración. 

Sin embargo, hay que decir que detrás de estas prácticas hay fragilidades existenciales más o menos graves, y nuestra tarea sigue siendo siempre la de acoger a los frágiles y ayudarles a superar su debilidad. El Papa nos llama no sólo a condenar los actos sino también a acoger a las personas, porque nuestras familias no son modelos de perfección. Nuestras familias deben dar testimonio de que están en un viaje, generoso y responsable; un viaje que a veces es difícil, pero que se recorre sabiendo que no están solos, como un rebaño con su pastor.

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