Fabiola Inzunza es miembro de l Comunidad Católica Shalom. Nació en Culiacán (México) hace 28 años, en una familia católica donde, como dice ella, “reinaba el amor de Dios y éste se reflejaba en el amor mutuo de mis padres, en su fidelidad entre ellos y fidelidad a los valores cristianos que habían prometido transmitirnos. Desde pequeña fui aprendiendo la importancia de la relación personal con Jesucristo, gracias a ellos, que me enseñaron a orar”.
A los 13 años Fabiola tuvo una fuerte experiencia espiritual en un retiro de iniciación cristiana donde experimentó de manera profunda que Jesús era una persona viva y que vivía en ella: “Fue a partir de esta experiencia que comencé a querer saber más sobre la fe, no porque mis padres me dijeran sino porque ahora yo misma quería encontrar el camino que Dios había pensado para mí”.
¿Con sólo 13 años uno puede darse cuenta de que necesita estar más cerca de Dios?
– ¡Yo creo que sí! En mi caso sentí que necesitaba estar más cerca de Él después de escuchar a un par de misioneros que habían ido a mi parroquia para dar testimonio de las misiones de verano que se realizan cada año en la diócesis de Culiacán. La alegría que transmitían era algo que no había visto antes, especialmente cuando se hablaba de anunciar a Cristo en un lugar sencillo y en medio a tantos desafíos.
Algo se despertó dentro de mí y pedí ir en misiòn con la diócesis. Tenía solo 15 años pero fue una experiencia que me cambió la vida: sin duda compartir el amor de Dios con los demás es la mejor misión del mundo. Quería continuar haciéndolo y Dios escuchó mis súplicas. A los 19 años fui a trabajar y estudiar a Boston, en los Estados Unidos y ahí el Señor me sorprendió muchísimo. Yo pensaba que me costaría mantener mi fe, pues era eso lo que tanta gente decía, pues allá no había tantos católicos, ni grupos de oración como en Latinoamérica. Sin embargo, el Señor me hizo conocer a los misioneros de la Comunidad Católica Shalom, misioneros laicos que dedican su vida a servir a Dios en la evangelización de los jóvenes. Ahí inicié mi proceso de discernimiento vocacional en este maravilloso carisma, una vocación nueva para la Iglesia y para los tiempos de hoy.
¿Cómo es ese proceso interior?
– Después de un proceso de 2 años de discernimiento vocacional, tiempo de constantes retiros, de escucha de Dios, de acompañamiento espiritual, de tantas experiencias fuertes de conversión -que continúan hasta hoy- y, sobre todo, gracias a la relación personal que fui construyendo con Jesús en cada adoración eucarística, entendì que mi vocaciòn era ser “Shalom”: misionera laica, dedicada a la evangelización de los jóvenes en el mundo de hoy.
Estar en el mundo sin ser del mundo. Hoy ya son 5 años que vivo como misionera, vivo actualmente en Roma y mi apostolado es la acogida de los grupos de peregrinos que vienen a Roma, al Centro Internacional Juvenil San Lorenzo. Aquí podemos llevar a Jesús a todas las naciones, pues Roma es visitada por todo el mundo. Soy, además, responsable de un grupo de oración y acompañante espiritual en este momento de 8 jóvenes.
¿Qué significa tener “vocación”?
– Para mí la vocación es “misión”: fue con mis padres que inicié a entender lo que significaba amar y ser de Jesús, pues ellos siempre decían que cada uno tenía una misión en este mundo. Para mí, la palabra vocación es eso, misión: el llamado personal y auténtico que cada uno tiene para ser plenamente feliz y llevar a otros a ser felices, sea profesionalmente, en la Iglesia o en la sociedad. Encontrar la vocación es…¡Encontrar tu lugar!
¿Cómo se concreta esta llamada en la vida cotidiana?
– Las personas llamadas a ésta vocación son llamadas a anunciar la paz con la vida y el testimonio. “Ser Shalom” significa, a través del poder del Espíritu Santo, ser discípulo y ministro de la Paz y llevar al propio Cristo a quien espera en Él. A los que fueron llamados a corresponder a la vocación, Dios concede el camino de la contemplación, unidad y evangelización”.
Vuestro carisma se puede resumir en esas tres palabras: contemplación, unidad y evangelización. ¿Cómo se hacen realidad en el día a día?
– En primer lugar, la contemplación se hace realidad orando. Oramos 2 horas. Una de estudio bíblico en donde meditamos la Palabra de Dios a través del método de la “lectio divina” y ahí, en esa experiencia íntima con la palabra y con el Espíritu Santo, pedimos la gracia de vivir lo que leemos y meditamos, abriéndonos a nuevos propósitos para crecer en todas las áreas de nuestra vida, humana y espiritualmente. La otra hora es de oración personal, un diálogo, una charla con Jesús.
“Ser Shalom” significa ir a Misa todos los días para unirnos de corazón a corazón con el Amado de nuestras almas. Significa meditar con Maria los misterios del Rosario diariamente y con ella interceder por todas las intenciones que nos son confiadas en nuestro día a día.
Los frutos de la vida contemplativa nos llevan a la vida fraterna, a cultivar relaciones donde reina la misericordia, la paciencia, el perdón, la escucha activa, es dar el todo en la cocina y cocinar para los hermanos de mi casa comunitaria, es salir a pasear y ser feliz en la sencillez, en la alegría de estar juntos y no en aquello que podríamos pagar con dinero.
La vida de unidad se refiere a esta unión íntima con Dios a través de los que tenemos más cercanos a nosotros. Es aprovechar cada momento para crecer en la fraternidad, hacer saber a las personas que no están solas, en la escuela, en el trabajo, en la vida de la fe. La vida fraterna nos permite celebrar con inmensa alegría el regalo de la vida de cada uno, con sus virtudes y defectos, recordando que somos llamados a ir juntos al Cielo.
Por último, la vivencia de la contemplación y la unidad da como fruto concreto la evangelización. Si las personas alejadas de Dios ven que se encuentra la paz en la oración y en los sacramentos, y que la alegría de uno que se dice “todo de Dios” es coherente y auténtica, entonces se abrirán para recibir el anuncio del evangelio en sus vidas. Quien es “Shalom” nace para evangelizar, o sea, llevar a Jesús a tiempo y a destiempo, en las conversaciones, diversiones, en el modo de vestir, de hablar, de relacionarse, de abrazar la pobreza, la castidad y obediencia.
¿Qué pueden aportar las personas que siguen este carisma al mundo?
– ¡Como “Shalom” podemos aportar esperanza! Creo que vivir una vida teniendo a Dios como centro es dar esperanza, sobre todo viviendo como laicos. “Ser Shalom” es decirle al mundo que se puede desear ser santo no por presunción, sino por vocación y gracia de Dios.
Creo que podemos decir con nuestra vida misionera que la vida religiosa y el sacerdocio no son las únicas vías de santidad que existen en la Iglesia, sino que también lo son las familias, la vida entregada en su totalidad a Dios en el trabajo, en la universidad, en las amistades, en los medios seculares, en las artes, en los medios de comunicación. Creo que como “Shalom” podemos decir que es posible vivir una vida contemplativa y activa si nos dejamos amar por Dios y dejar que Él nos enseñe por donde debemos ir.
Este modo de vivir claramente no está de moda; muchas veces no se entiende o incluso se rechaza sin apenas conocerlo. A estas personas que rechazan esta manera de vivir, ¿cómo les explicaría su elección?
– Diría que es como quien recibió la mejor noticia del mundo y decidió dejarlo todo para compartirlo con el mundo entero. Es como descubrir la medicina que cura todas las enfermedades y decidir ser portador de ese grandioso bien a todos. Mi elección por esta vocación y las renuncias y gracias vividas son sin duda lo mejor que me ha pasado en la vida. Es gritar desde los tejados ‘“¡Encontré mi lugar en este mundo y mi lugar está más allá de este mundo!, entonces decidí desapegarme de todo lo que me aferra a esta tierra pasajera para anclar mi vida en lo que nunca va a pasar: La vida eterna”.
Comunidad Católica Shalom
La Comunidad Católica Shalom es una Asociación Privada de Fieles, con personalidad jurídica, reconocida por la Santa Sede (Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida) por Decreto del 22 de febrero de 2007. En la misma fecha, en el 2012, sus estatutos se aprobaron de manera definitiva.
Presente en decenas de países del mundo, la Comunidad Católica Shalom está formada por hombres y mujeres que, en la diversidad de las formas de vida presentes en la Iglesia, participan de una vida comunitaria y misionera con la finalidad de llevar el Evangelio de Jesucristo a todos los hombres y mujeres, especialmente aquellos distantes de Cristo y de la Iglesia.
Nacida en medio de los jóvenes, la Obra Shalom tuvo inicio a partir de una atrevida inspiración: crear un vínculo que hablara el lenguaje de los jóvenes, para establecer un puente entre ellos y una experiencia personal con Jesucristo y su Iglesia. Así fue como nació la “Cafetería del Señor”, el día 9 de julio de 1982, en Fortaleza (Brasil). Un lugar atractivo donde los jóvenes tenían la oportunidad de experimentar momentos de oración, fraternidad y misión, creciendo así en su camino de fe.
Para llevar la experiencia de Jesucristo a muchos otros, en medio de la diversidad de los pueblos, de las culturas y los diversos contextos de la sociedad, Shalom realiza acciones evangelizadoras diversas y multiformes en medio de los jóvenes, las familias, los niños, los más pobres y necesitados, los profesionales de distintas áreas, en los medios de comunicación, en el mundo de las artes, de la ciencia, de la cultura y de la promoción humana, a través de obras de misericordia que tocan los sufrimientos por los que las personas atraviesan.
El fundador
Moysés Louro de Azevedo Filho es fundador y moderador general de la Comunidad Católica Shalom, consultor del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, desde 2007, y del Dicasterio para la Evangelización, desde 2011. Nacido el 4 de noviembre de 1959, en Fortaleza (Brasil), fue educado en ambiente católico y, desde muy joven, empezó a liderar grupos de oración para jóvenes. En 1976, tuvo una fuerte experiencia con el amor de Dios a partir del contacto con la Renovación Carismática Católica.
En 1980, fue elegido por el arzobispo de Fortaleza en la época, Monseñor Aloísio Lorscheider, para ofrecer un regalo al Papa Juan Pablo II, en nombre de la juventud de la Arquidiócesis. Oró pidiéndole a Dios un regalo digno del Santo Padre y se decidió a escribir una carta ofertando su vida para la evangelización de los jóvenes.
El 9 de julio de 1982, exactamente dos años después del encuentro con el pontífice, nacía la Comunidad Católica Shalom.
Es característico en su predicación transbordar el amor inflamado por Dios e incansable por la evangelización de los hombres, en especial de los jóvenes. Reside en Aquiraz, en la Diaconía, donde ejerce el gobierno general de la Comunidad Shalom, en el servicio a la Iglesia y la humanidad.
Maria Emmir Oquendo Nogueira es co-fundadora y formadora general de la Comunidad Católica Shalom. Casada y madre de cuatro hijos, nació en Fortaleza (Brasil). Perteneciente a una familia católica, nunca se alejó de la fe. No obstante, después del casamiento, en 1973, su práctica religiosa se restringía a la Misa dominical hasta que, en 1976, participó del Cursillo de Cristiandad, invitada por su esposo, Sérgio Nogueira, que ya había hecho parte del encuentro meses antes. En 1977, ambos participaron del Seminario de Vida en el Espíritu Santo y pasaron a apoyar a los jóvenes de la Arquidiócesis de Fortaleza.
En 1978, conoció a Moysés Azevedo en el apostolado con los jóvenes. Se tornaron grandes amigos, unidos por el amor al Señor que les inspiraría, más tarde, la fundación de la Comunidad Católica Shalom, fruto de sueños compartidos que tenían como objetivo la evangelización de los jóvenes y la gloria de Dios. En 1986, ingresó en la Comunidad de Vida Shalom.
Es autora de artículos y libros de espiritualidad, estudios bíblicos y formación humana. Dedica gran parte de su tiempo a la enseñanza a través de los medios y de predicaciones y conferencias en Brasil y en otros países. Reside en Aquiraz, en la Diaconía, donde trabaja con la formación general de Shalom.