En su Evangelio, san Juan cuenta la vocación de los primeros apóstoles, también la suya: “Estaban allí de nuevo Juan (el Bautista) y dos de sus discípulos, y fijándose en Jesús que pasaba, dijo: “Éste es el Cordero de Dios”. Los dos discípulos (Andrés y el joven Juan), preguntaron a Jesús: “Rabbí –que significa Maestro–, ¿dónde vives? Les respondió: Venid y veréis. Fueron y se quedaron con Él aquel día. Era más o menos la hora décima”.
Andrés se lo contó a su hermano Simón (al que Jesús llamó Cefas, el primer Papa), y Juan a su hermano Santiago, hijos de Zebedeo y Salomé. Eran pescadores de Galilea. En los Evangelios se menciona a san Juan, por ejemplo, cuando preguntó a Jesús en la última Cena quién iba a entregarle, y por permanecer en el Calvario junto al Señor en la Cruz, con María Magdalena, María de Cleofás y otras mujeres, cuando todos huyeron.
“Jesús, viendo a su madre y al discípulo a quien amaba” (escribe el evangelista), le dijo agonizante a su madre desde el madero: ‘Mujer, ahí tienes a tu hijo’. Después, le dice al discípulo: ‘Aquí tienes a tu madre’” (Jn. 19, 25-27). Ahí quedó establecida la maternidad de María, señala la Iglesia. En cuatro líneas, el Evangelio de san Juan cita la palabra madre 5 veces. Escribió el Apocalipsis (Revelación), y con la Virgen María vivió en Éfeso, desde donde evangelizó Asia Menor.