Los frailes franciscanos de la Custodia de Tierra Santa suelen conmemorar este episodio en la gruta de los Santos Inocentes, unida a través de un pasadizo a la de la Natividad en Belén. A pocos metros se encuentra la gruta de San José, lugar donde el ángel habló en sueños a san José para pedirle que huyera a Egipto, “porque Herodes va a buscar al Niño para matarlo”.
La Iglesia venera a estos inocentes como mártires y los celebra cerca de la Navidad. Por deseo de Pío V la celebración ha sido elevada a fiesta. Algunos han dudado de la veracidad del relato de san Mateo, pero el Concilio Vaticano II en su Constitución Dogmática Dei Verbum reafirmó el carácter histórico de los Evangelios.
Benedicto XVI, en ‘Jesús de Nazaret’, señala que “es cierto que no sabemos nada sobre este hecho por fuentes que no sean bíblicas, pero teniendo en cuenta tantas crueldades cometidas por Herodes, eso no demuestra que no se hubiera producido el crimen”. El Papa Francisco ha lamentado las “matanzas de inocentes en el mundo: en el vientre materno, en las rutas de los desesperados que buscan esperanza, en las vidas de tantos niños cuya infancia está devastada por la guerra”.