“Lo primero es mirar a la persona. De nada sirve hablar de Dios si antes no te has acercado a la persona que sufre y lo pasa mal, le tiendes la mano, le ayudas, le escuchas y le das ánimos. Una vez que te has acercado a la persona puedes hacer esa propuesta de salvación y decirle que Dios le ama” señala Paulino Alonso, capellán de Soto del Real y responsable de la Fundación Comedor Ave María.
El capellán del centro penitenciario más grande de España subraya como “aquí tenemos todo tipo de personas, hombres y mujeres; que han cometido unos delitos concretos, en unas circunstancias concretas, con una situación concreta. Para anunciar la Buena Noticia allí donde hay dolor y sufrimiento hemos partir de esta mirada a cada uno y proponer el mensaje de Cristo Salvador. Recordar que Jesús mira a la persona, no condena a la persona y desde ahí empezar un camino con él, que les acompaña desde la cercanía de nosotros, que somos los que llevamos este mensaje”.
Así lo hace Paulino tras décadas en la prisión, “Gracias al padre Paulino fue posible mi camino de reconciliación y conversión” afirma Adolfo, condenado por hacer de “mula”. Este venezolano fue detenido en Barajas portando droga y condenado a seis años. “Honestamente, yo venía con cierto rechazo hacia la religión o la Iglesia…. En ese momento, uno se siente abandonado, yo le echaba en cara a Dios que sabiendo la necesidad que estaba pasando, permitió que pasara y sobre todo la situación de mi familia en Venezuela”.
El cambio comenzó lentamente, primero, cuando Adolfo entró a formar parte del coro de la capilla de la prisión y, con el tiempo “a través de las celebraciones de la Misa con el P. Paulino, fui cambiando. Fui asumiendo mi responsabilidad y dándome cuenta que no debía echar la culpa a Dios. “Me ayudaron a abrir los ojos y en especial la cercanía, el trato del padre Paulino”, señala. Ahora Adolfo, que ha obtenido el tercer grado, ayuda al capellán en el Comedor Ave María.
Dios te mira a la cara
“En la cárcel vives el Evangelio puro”, apunta María Yela, delegada de Pastoral Penitenciaria de la Archidiócesis de Madrid, “yo siempre digo que cada preso es un Sagrario vivo. Celebrar la fiesta de la Merced es recordar cómo la Virgen vivió tantas situaciones de dificultad, y cómo acompañó y agrupó a los Apóstoles, como hoy acompaña a los presos”.
Yela describe esa relación entre la Virgen y el mundo de la Pastoral Penitenciaria porque “Ella supo encarnar a Jesús con todo lo que aquello suponía de dificultades, de entrega. Se puso en camino para ayudar a su prima, dio a luz a su Hijo en la pobreza y lo acogió como un regalo y así, se hizo Ella regalo para nosotros. María nos enseña a acompañar al que sufre, como ella educó a Jesús”.
Acompañar sin juzgar, acompañar a cada uno con sus circunstancias, su pasado, presente y futuro. “Lo que más valoran es que personas concretas y, sobre todo, Alguien con mayúscula no les rechazan, no le juzgan ni le miran con ojos de maldad sino como personas”, destaca Paulino. “Esto es algo fundamental, no sólo para quien está preso sino para todos: que Dios nos mira a la cara, que nos ama, entiende nuestra circunstancia y no viene a juzgarnos”.
El camino del perdón no es fácil, mucho menos dentro del entorno de falta de libertad y en el que confluyen muchos otros factores. Sin embargo, “poco a poco hay quien descubre que, por ese camino del odio no van a ninguna parte y comienzan la vía contraria, del perdón. A medida que se esta con ellos descubren ese valor del perdón y de la reconciliación, que no es fácil, sobre todo cuando tienen una condena exagerada por lo que han hecho o incluso están encarcelados injustamente”, apunta el capellán de Soto del Real. María Yela corrobora esta afirmación: “en la prisión hay muchas actividades, etc. pero también hay tiempos con uno mismo, que ayudan a una conversión profunda en muchas ocasiones”.
La Virgen de la Merced
La Orden Real y Militar de Nuestra Señora de la Merced y la Redención de los Cautivos, fue fundada en 1228 por san Pedro Nolasco inspirado por la Virgen María y bajo la advocación de la Virgen de la Merced para la redención de los cristianos cautivos en manos de musulmanes. Además de los tradicionales votos de los religiosos, los mercedarios se comprometen con un cuarto voto a liberar a otros más débiles en la fe, aunque les cueste la vida.
A lo largo de la historia, la Orden mercedaria ha adoptado diversos ministerios caritativos y apostólicos de acuerdo con las necesidades de la Iglesia y el mundo. Actualmente, los mercedarios continúan con esos ministerios de acuerdo a las necesidades de las iglesias particulares, por ejemplo, como capellanes en muchos centros penitenciarios, a través de comedores, la atención a huérfanos o con su labor con los migrantes.
Por eso, el día de la fiesta de nuestra señora de la Merced, es el día de la Pastoral Penitenciaria