En la orilla norte del Danubio, no lejos de la famosa región vinícola de la Wachau, visible desde lejos y con una amplia vista de los Alpes, se alza el santuario mariano de María Taferl como “la joya en el Taferlberg (el monte Taferl)”. Después de Mariazell es el segundo santuario más importante de Austria y el gran santuario regional de la Baja Austria. Entre 250.000 y 300.000 visitantes acuden cada año a rezar en la basílica menor ante la pequeña imagen de la Piedad de Nuestra Señora de los Dolores.
La devoción a Maria Taferl se remonta al siglo XVII. En 1633, el pastor Thomas Pachmann quiso cortar un roble sin fijarse en la placa de madera con una cruz que colgaba de él. Milagrosamente, no pudo derribar el árbol, pero al intentarlo se lesionó las dos piernas. Cuando vio la cruz, pidió perdón a Dios y se curó en el acto. Nueve años después, el juez Alexander Schinnagl, en una situación de angustia espiritual, sustituyó la cruz por una imagen que tenía en su casa, y como resultado obtuvo alivio y curación. Cuando el roble seco empezó a reverdecer de nuevo en 1651 y se extendieron las noticias de apariciones y curaciones, se comenzó la construcción de la iglesia en estilo barroco en 1660 y se terminó más de 60 años después.
En los siglos XVII y XVIII, la afluencia de peregrinos era tan grande que a veces eran necesarios veinticinco sacerdotes para atender a los peregrinos. Se dice que en el centenario de 1760 se celebraron 700 procesiones y 19.000 misas. Las numerosas ofrendas votivas y los libros de milagros que se conservan en el tesoro de la iglesia de peregrinación siguen dando todavía testimonio de la popularidad de la peregrinación a Maria Taferl.
Bajo el emperador José II se prohibió la peregrinación, y la iglesia, que hasta entonces había pertenecido a Passau, en Alemania, pasó a la diócesis austriaca de San Pölten y se convirtió en iglesia parroquial. Después de este declive de las peregrinaciones, también debido a las guerras napoleónicas, Maria Taferl experimentó un resurgimiento en el siglo XX y especialmente en las últimas décadas: como en otros lugares del mundo, vienen personas de todas partes, a veces después de un largo viaje, para rezar ante el altar con el roble estilizado, para abrir su corazón, recibir el sacramento de la penitencia y participar en la Santa Misa.
Hablamos con Christian Schüller, que lleva más de tres décadas colaborando de manera decisiva en la gestión de Maria Taferl, como miembro del Consejo parroquial y del Consejo de la iglesia, sobre sus experiencias. Desde el año 2000 es responsable voluntario de la última renovación y de la cámara del tesoro y los archivos del santuario.
Señor Schüller, usted ha vivido y trabajado en Maria Taferl durante gran parte de su vida. ¿Qué tiene de especial este lugar?
Por un lado, se ha convertido en mi segundo hogar, y por otro, es un lugar de gracia donde se vierten incontables oraciones. Un lugar que atrae a mucha gente con preocupaciones y necesidades, pero que viene también para agradecer. Incluso para mí, que soy de aquí, Maria Taferl es una enorme fuente de fuerza.
Todos estos años ha trabajado voluntariamente en la parroquia, como laico, y ayuda en todo lo que es necesario, abre la iglesia por la mañana y la cierra por la tarde, a veces también actúa de monaguillo. ¿Has adquirido por este camino una relación especial con la Santísima Virgen?
Ya de niño tenía yo una profunda relación con la Virgen. Recuerdo las maravillosas devociones del mes de mayo, y sobre todo los “gozos” marianos que aún hoy conservo en mis oídos.
Y luego, en María Taferl, realmente no se puede evitar convertirse en un devoto de Nuestra Señora de los Dolores. Todos los días la miro en el altar mayor y le doy las gracias. Pero también le pido muchas cosas. Y estoy firmemente convencido de que me ha ayudado mucho en mi vida.
Usted ha sido durante mucho tiempo representante del párroco en el Consejo parroquial, es decir, el segundo encargado de dirigir el santuario. ¿Puede resumir de alguna manera su actividad? ¿Qué ha sido lo más bonito? ¿Qué es lo más difícil?
El lugar de peregrinación lo cuidan desde hace 50 años los llamados Hünfelder Oblaten (Oblatos de Hünfeld). Debido al constante ir y venir de los religiosos, que están aquí unos siete años como media, me he convertido en algo así como el guardián y el administrador de este lugar de gracia.
A lo largo de los años, las tareas se han ido ampliando, de modo que hoy me encargo de la agenda financiera, de los archivos, los paramentos, la biblioteca y el tesoro, y en realidad de todo lo que tiene que ver con la iglesia.
Lo más bonito para mí son los relatos conmovedores de la gente cuando traen exvotos y así presentan su agradecimiento o sus peticiones a la Virgen.
Lo más difícil es, sin duda, garantizar que podemos cubrir los gastos financieros. Como no poseemos ningún terreno como los monasterios de los alrededores, por ejemplo, tenemos que financiar a los empleados y todos los gastos de funcionamiento con los ingresos de los donativos. Y eso a veces es realmente muy ajustado.
Hasta 300.000 visitantes acuden cada año a Maria Taferl. ¿Vienen para rezar, o buscan más bien el descanso? ¿Puede decir algo sobre las peregrinaciones en las últimas décadas?
A veces se nota que la peregrinación, o tal vez también el senderismo, como lo llama la gente, vuelve a estar de moda. Y así, el senderismo mueve a la gente, de forma bastante inconsciente, a rezar una oración, a recogerse para rezar y a encender una vela. Por supuesto, la ubicación geográfica de Maria Taferl también juega un papel importante. Se pueden leer muchas historias conmovedoras en los libros de testimonios, y hacerse una idea de la peregrinación, la caminata o el viaje en autobús a Maria Taferl.
¿Hay eventos especiales para los peregrinos en la iglesia, o en la parroquia? ¿Se puede decir que también vienen muchos jóvenes?
Por supuesto, en el santuario ha de haber eventos especiales. Es una iglesia muy buscada para las bodas (unas 40 o 50 al año), y los bautizos (unos 60 anuales). También hay confirmaciones y conciertos. La vida parroquial propiamente dicha (tenemos unos 800 fieles), hay que decirlo con sinceridad, queda un poco en segundo plano frente a la intensa actividad de las peregrinaciones.
A los jóvenes también les gusta venir a Maria Taferl porque, por ejemplo, aprecian el abanico de las cinco misas dominicales. En la época anterior al COVID19, también teníamos misas para las familias, a las que solían asistir hasta 400 personas.
¿Recuerda algún acontecimiento o encuentro especial relacionado con las peregrinaciones?
Muchos de los grupos de peregrinos vienen a Maria Taferl desde hace generaciones (la mayoría son las llamadas peregrinaciones votivas). A lo largo de los años, muchos participantes en los grupos de peregrinación se han convertido en amigos del santuario, y uno se alegra cuando lee en el programa semanal que un grupo de aquí o de allá viene a este lugar santo esta semana.
Y también vienen los jóvenes, y así también se transmite esta tradición a la siguiente generación. Muchos se llevan un recuerdo, agua bendita o un pan de jengibre para los que se han quedado en casa, para hacérselo saber: estuve en Taferl.
Desde el incendio de 1870, la parroquia de Maria Taferl también peregrina a la vecina parroquia de Neukirchen.
En la iglesia hay unos 20 confesionarios. ¿Siguen siendo necesarios todos? ¿Cómo se vive aquí el sacramento del perdón? ¿Expresan los fieles su satisfacción por poder confesarse aquí?
Maria Taferl tiene desde hace décadas el apodo de “el confesionario de la diócesis”. Los domingos, hasta hace unos años, dos o tres sacerdotes tenían que estar siempre en los confesionarios. La gente sabe que en Maria Taferl puede confesarse siempre. Hoy en día si alguien necesita confesarse puede pulsar un timbre que avisa al sacerdote de turno en su smartphone.
A muchas parejas jóvenes también les gusta confesarse aquí, sobre todo antes de casarse y, a menudo, porque les da reparo hacerlo con su propio párroco. Maria Taferl sin confesión sería inimaginable.
Usted es responsable del tesoro. ¿Puede describirlo con más detalle? ¿Cuántos exvotos hay aproximadamente? ¿Recuerda alguna reacción especial de los visitantes? ¿Cuál es su pieza favorita en el tesoro?
Especialmente en los lugares de peregrinación, a la gente le gusta llevar ofrendas votivas. Como forma de agradecimiento o para acompañar una petición. Incluso hoy en día, aunque no tanto como en el pasado, se siguen trayendo algunos. El tesoro de nuestra basílica es una caja fuerte. Pero más bien es un tesoro de fe, porque detrás de cada pieza hay una historia y una petición. Por eso, a cada pieza se le atribuye el mismo valor, ya sea un valioso anillo de diamantes de una viuda de buena posición o un oso de peluche traído por un niño porque su madre se ha recuperado de una grave enfermedad.
Son historias realmente conmovedoras. Sumando todos los cuadros votivos, debe haber unos cuantos miles de objetos. Muchos de los visitantes también vienen a mostrar a sus nietos o bisnietos los exvotos de las generaciones anteriores. Personalmente, me gustan mucho los paramentos antiguos, la mayoría de los cuales fueron confeccionados y bordados por los propios miembros de la casa imperial.
El Papa emérito Benedicto XVI llamó a María Taferl “faro de Dios”, en un mensaje de saludo. El faro encaja muy bien con la ubicación geográfica sobre el Danubio. ¿Podemos decir que esto también se aplica a la dimensión espiritual, que Maria Taferl también contribuye a la renovación espiritual del país?
Creo que Maria Taferl desde luego contribuye mucho a la renovación espiritual del país. Todo el mundo y, me atrevo a decirlo casi con certeza, que está en María Taferl también entra en la iglesia. Aunque a veces se tenga la sensación de que la gente se comporta como si estuviera en un museo, además, como mencioné al principio, quizá inconscientemente también rezan una breve oración, se persignan o encienden una vela.
Y luego vale la pena hacer de nuevo un gesto a la Virgen al cerrar la iglesia por la noche, y darle las gracias por todo esto. “María con el Niño querido, danos a todos tu bendición”, con la jaculatoria tan difundida en lengua alemana: “Maria mit dem Kindlein lieb, uns allen deinen Segen gib”.
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