Beatriz me cuenta que su marido, Gonzalo, va cada sábado a casa de las monjas de Teresa de Calcuta para cuidar a los más pobres. El mayor de sus hijos, Jaime, de 25 años, entró el 30 de septiembre en el seminario de Madrid. Estudió en el colegio Retamar, acabó una ingeniería en la Politécnica y trabajaba en Toyota. Su noviazgo pintaba bien, pero de repente decide dejar todo y dedicar su vida a Dios. Bea, de 24 años, estudió en el colegio Aldeafuente y cursó psicología en Navarra. Estaba opositando al PIR cuando decide abandonar todo y ha entrado en el Hogar de la Madre. Ahora es novicia. Se ve que Dios se ha fijado mucho en esta familia. La pequeña, Tere, cumple dentro de poco 19 años. Está en segundo de derecho con filosofía en Navarra. A ver qué pasa.
Beatriz sintió en un momento de su vida que Dios le llamaba a que estudiase para evangelizar. En segundo de carrera le pide María Vallejo Nágera que imparta clases de Biblia en San Jorge, su parroquia: “Yo no tenía ni idea de Biblia, pero hablé con mi director espiritual y me animó a lanzarme”. Aún así, le contó al párroco que no tenía ni idea de Biblia y que no iba a dar ninguna clase. Le sorprendió su respuesta: “¡Eres perfecta!”. Llegó el primer día, temblando, con un Power Point. Empezaron yendo 14 y acabaron más de 100. Dio clases durante cuatro años en esa parroquia y también en La Moraleja: “Llegaron a asistir 200 personas y eso me hacía palpar la sed que la gente tenía de la palabra de Dios”.
Un día la “secuestró” Pilar Sartorius y la llevó a Radio María. Le dieron un programa y lleva ya diez años ahí. Explica la Biblia. “Sobre todo es una vivencia”, me confiesa. Estudiar a secas la Palabra de Dios, cosa que ya ha hecho, le aburre y le seca el corazón, porque la Palabra está viva: “Yo me preparo los programas y me voy al Santísimo con mis 700 folios y 700 rotuladores. Ya me conocen en la parroquia como la loca que se sienta en el primer banco y hace eso”. En Mater Mundi está grabando vídeos sobre la historia de la salvación. También ha tenido en su casa un grupo de oración y catequesis de 60 personas.
En HM, la televisión del Hogar de la Madre, hizo una serie de Jesús de Nazaret con Javier Paredes, catedrático de Historia, siguiendo el libro de Benedicto XVI. Después hizo otra de Apocalipsis. Me cuenta con gracia que cuando empezó a ir a grabar allí, su hija Bea estaba estudiando primero de Psicología y apareció en casa en mayo porque sacaba muy buenas notas: “Me quedé horrorizada porque no puedes veranear desde mayo”. Llamó a las monjas y mandó a Bea a Ecuador a misiones. Su hija, al volver, le dijo que le había encantado la experiencia, pero no que no quería volver a ver esas monjas: “Porque son tan radicales como tú, mamá”, le espetó. Ahora es novicia con ellas.
Beatriz no sólo da conferencias en parroquias, también en movimientos como Emaús o Hakuna. Está metida de lleno junto a su marido en Proyecto Amor Conyugal –este mismo día en que hablamos se van a conducir un retiro-. También colaboran en Effetá. Le gusta mucho la doctrina, pero si tiene una inspiración comprueba antes que no es una herejía. Se lo enseñó el profesor Arocena: “Si descubres algo que nadie ha descubierto por ahora, vas por mal camino”.
Tiene mil anécdotas. Le pido una. Al terminar de impartir una clase en la parroquia, se le acercó una señora. Le dijo: “Estos son los papeles del divorcio y he venido con esta amiga para que me acompañe al abogado, pero antes me ha pedido que le acompañe a la clase de Biblia. Escuchando esta sesión sobre Abraham, aun siendo una persona que practico poco la fe, me he dado cuenta de que Dios no quiere que me divorcie”. Rompió esos papeles delante de Beatriz. Empezó con Misa diaria, oración, Rosario. Se acercó más que nunca a Dios.