Evangelización

Primera evangelización en Uganda y Tanzania

La evangelización en Uganda y Tanzania es un ejemplo de cómo los misioneros anunciaban el evangelio en zonas donde nunca se había escuchado el nombre de Cristo.

Loreto Rios·12 de septiembre de 2023·Tiempo de lectura: 4 minutos
uganda tanzania

Una religiosa tanzana habla con una lugareña ©OSV

La evangelización en Uganda y Tanzania es bastante reciente, comenzó hace tan solo 150 años. Fue el cardenal Lavigerie, fundador de la sociedad Misioneros de África (conocida como “Padres Blancos”), quien organizó una expedición de misioneros que llegó a estos países de África del este (en aquella época no había frontera entre ellos, más allá de las delimitaciones territoriales de cada tribu). El primer grupo de misioneros salió de Marsella el 21 de abril de 1878 y, aproximadamente un mes después, el 30 de mayo de 1878, salió un segundo grupo, que consiguió establecer una misión en la costa de Tanganyika y desde allí comenzó un viaje a pie hasta el lago Victoria.

Este recorrido no estuvo exento de dificultades: al poco tiempo de emprender el camino, el sacerdote que lideraba la expedición murió de malaria.

A consecuencia de ello, los guías abandonaron al grupo, lo que provocó un cambio de planes. Después de conseguir nuevos guías, los expedicionarios se dividieron en dos grupos para llegar a dos lagos diferentes, uno de ellos el actual Victoria.

130 cristianos martirizados

No fue hasta el año siguiente, el 17 de febrero de 1879, cuando dos de los misioneros, el padre Simeo Lourdel y el hermano Amans Delmas, consiguieron entrevistarse con el kabaka Mutesa, un jefe tribal que quedó impresionado por su predicación y puso a su disposición 20 botes para que los demás misioneros pudiesen cruzar también el lago.

Este territorio había recibido ya anteriormente la visita de predicadores anglicanos, lo que facilitó al comienzo la misión. Pero, con la llegada al poder de un nuevo kabaka, Mwanga II, llegó también el martirio, incitado por los brujos de la región. Durante el reinado de Mwanga II, entre noviembre de 1885 hasta mediados de 1886, fueron martirizados 130 cristianos, entre ellos los famosos “mártires de Uganda”, jóvenes lugareños que se habían convertido al cristianismo, tanto anglicanos como católicos.

“Hubiesen sido más de no ser por los sacerdotes, que les impedían entregarse voluntariamente al martirio”, se indica en el libro «Retos de los primeros misioneros y la evangelización de los primeros catequistas», del padre Andreas Msonge y Constantine Munyaga. “En junio de 1886 kabaka Mwanga expulsó a los misioneros de su territorio. Algunos volvieron a Bukumbi, pero el padre Lourdel permaneció escondido junto con otro sacerdote y un hermano para continuar atendiendo el incipiente cristianismo”, continúa el texto.

Las tornas se cambiaron cuando en 1888 el kabaka Mwanga fue depuesto y, dado que su vida estaba en peligro, acudió a los misioneros buscando refugio y pidiendo perdón por su conducta pasada. Cuando en el año 1890 volvió al poder, regaló a los misioneros, en agradecimiento por la ayuda que le habían prestado en esos momentos de dificultad, el monte Lubaga, donde pudieron construir la misión.

Sin embargo, debido a un conflicto posterior, esta misión fue quemada y reconstruida en 1892, año en el que los misioneros llegaron también a la región de Ukerewe, donde empezaron a enseñar a la gente a plantar árboles y hacer ladrillos de barro, lo que propició que los lugareños se acercaran a ellos.

Numerosos catequistas asesinados

La predicación y la buena relación con la gente local llevó a la construcción de un poblado al que se trasladaron algunos catequistas de Uganda.

Sin embargo, el mtemi Lukange, jefe de la región, comenzó a temer que los misioneros tuviesen más poder que él, en particular el catequista Cyrilo. Veía su influencia en los lugareños, que ya no acudían a su presencia cuando el mtemi hacía tocar los tambores. Esta situación propició que el mtemi Lukange expulsase a los misioneros de su territorio.

Continuando con su labor, los evangelizadores tradujeron el catecismo y la Biblia al kikerewe. Sin embargo, tuvieron que enfrentarse de nuevo al martirio cuando comenzaron a predicar contra la esclavitud y a liberar a los esclavos de la zona. “Los lugareños, enfadados por estas prácticas, quemaron el kigango de Buguza y mataron a lanzazos a los catequistas (sus nombres no se conservan)”. También destruyeron el poblado de los misioneros, Namango.

Los supervivientes, tanto catecúmenos como catequistas, se refugiaron en la fortaleza de Mwiboma, donde sufrieron un asedio de dos días. Finalmente, los atacantes consiguieron asaltar el fuerte y asesinaron a más de 28 personas, siendo detenidos por unos soldados alemanes que llegaron en socorro de los asediados.

Grupo de tanzanos en Namango, el poblado que destruyeron y del que huyeron para refugiarse en Mwiboma. Esta cruz conmemorativa explica en un letrero en su base que al pueblo llegaron «los padres blancos» y les enseñaron a cocer ladrillos, a construir y plantar árboles frutales. El mango que hay detrás de la cruz fue plantado por los misioneros y es el primer mango de la isla de Ukerewe. Dicen que, cuando preparan la tierra para cultivar, todavía hoy aparecen restos del poblado y ladrillos. 

El catequista Cyrilo, el mismo que anteriormente había sido temido por el mtemi Lukange, aunque malherido, sobrevivió.

Primer sacerdote de África del Este

El primer sacerdote de África del Este fue un tanzano del territorio de Ukerewe, el padre Celestine Kipanda Kasisi. El año pasado, en la celebración del 75 aniversario de la parroquia de Itira, estuvieron presentes en la ceremonia unos ancianos que habían sido bautizados por él cuando eran niños. Cuatro de ellos recibieron en el bautismo su nombre, Celestine. Dado que en swahili no existe un término para “sacerdote”, se usa desde entonces “padre” o “kasisi”, el apellido del padre Celestine, como traducción de la palabra.

Mayoría cristiana

Estos fueron los primeros pasos de la Iglesia en Uganda y Tanzania. La estructura que se seguía, tanto al principio como en años posteriores, era, en primer lugar, pedir permiso al jefe de la región para evangelizar. Si este accedía, proporcionaba a los misioneros un terreno para construir la iglesia y la casa parroquial, donde evangelizaban e impartían catequesis. Dado que el sacerdote no podía llegar a todas las personas, se escogía a un grupo de catequistas a los que se formaba muy bien, que eran los encargados de impartir catequesis en las diferentes comunidades y celebrar la liturgia de la palabra los domingos. Este sistema es el habitual en Tanzania también actualmente, debido a la escasez de sacerdotes.

Hoy en día, el país goza de una buena convivencia religiosa y los cristianos pueden vivir libremente su fe. De hecho, la religión mayoritaria de Tanzania es el cristianismo, con un 63,1 %, siendo el catolicismo la confesión más extendida, frente a un 34,1 % del Islam, la segunda religión más practicada.

Se trata de unos datos muy positivos para una Iglesia tan joven, de solo 150 años. Al igual que en Europa, esta situación se ha conseguido en primera instancia gracias a la sangre de numerosos mártires y misioneros que dieron su vida por Jesucristo.

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