Ecología integral

La eterna juventud de ‘Humanae Vitae’

En el cincuentenario de la publicación de la encíclica 'Humanae Vitae', por Pablo VI, sus premisas y contenidos continúan teniendo plena actualidad.

María del Valle Rodríguez Castilla·25 de julio de 2023·Tiempo de lectura: 10 minutos
preparacion matrimonio

El 25 de julio, Humanae vitae, la encíclica más controvertida en la historia de la Iglesia, la encíclica de Pablo VI sobre sexualidad, amor y vida humana, cumplirá cincuenta y cinco años.

Con este motivo, la Cátedra de Bioética Jérôme Lejeune convocó en Roma, el pasado mes de mayo, a un nutrido grupo de científicos, filósofos, teólogos y matrimonios en el Congreso Internacional «Humanae vitae, la audacia de una encíclica sobre la sexualidad y la procreación».

El encuentro permitió profundizar en el mensaje de un texto que no caduca y que hoy, con más fuerza, vuelve a señalarnos cuál es la llave que da paso a la liberación sexual, al verdadero progreso y a la felicidad.

La verdad no cambia

Julio de 1968 —ocho años después de la comercialización del primer anticonceptivo hormonal (Enovid®), dos meses después de la Revolución Sexual de aquel mes de mayo—, el Papa Pablo VI, muy consciente del momento histórico que se vive, ausculta los anhelos más profundos de felicidad y levanta una «obra grande de verdad» capaz de recordar al hombre el qué y el para qué de su sexualidad: promulga la Encíclica Humanae vitae y hace una llamada universal a «la educación, al progreso y al amor» (HV 31).

Cincuenta y cinco años después, el Cardenal Luis Francisco Ladaria Ferrer, entonces Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, abre la primera jornada de este congreso internacional y reconoce que la verdadera audacia de Pablo VI en el verano del 68 no reside en su resistencia a las presiones para la aprobación de los anticonceptivos hormonales en las relaciones sexuales sino en el carácter antropológico de su encíclica: una antropología integral que aúna cuerpo y alma, libertad y naturaleza humana; una ventana antropológica que invita a su sucesor, Juan Pablo II, a asomarse y contemplar el inmenso panorama de la persona y, desde ella, escribir la Teología del Cuerpo —las antípodas de la antropología dominante, dualista, que ve en la naturaleza humana una amenaza para la libertad y considera que, manipulando el cuerpo, puede cambiar las condiciones de verdad del acto conyugal.

El Cardenal Ladaria, con palabras de los dos últimos Papas, inicia el encuentro de este fin de semana romano poniendo el foco en la verdad: «Lo que era verdad ayer, sigue siéndolo también hoy. La verdad expresada en Humanae vitae no cambia; más aún, precisamente a la luz de los nuevos descubrimientos científicos, su doctrina se hace más actual e impulsa a reflexionar sobre el valor intrínseco que posee» (Benedicto XVI). «Es preciso redescubrir el mensaje de la Encíclica Humanae vitae (…) para contrarrestar una mentalidad a menudo hostil a la vida» (Amoris laetitia, 222).

Donde está la libertad está el progreso, la plenitud y la felicidad

El economista y profesor Luis Zayas, por su parte, empieza recordando aquella sociedad de finales de los sesenta, acomodada y rodeada de estabilidad política y social, como una sociedad que desea felicidad y progreso y que sucumbe, con un sí rotundo, a una promesa de liberación sexual.

El profesor, en su ponencia «Humanae vitae vs. contracepción: ¿dónde está el progreso para las mujeres y los hombres?», responde con otra pregunta: ¿Qué tipo de libertad es fundamento del verdadero progreso y, por tanto, de la plenitud y la felicidad? La respuesta ya está dada: la respuesta es «libertad»; mas dos libertades pugnan por el liderazgo: la libertad del amor humano (la de Humanae vitae) y la libertad de aquella prometida liberación sexual.

Hay que seguir la disertación: el sentido de la vida, el tipo de hombre y los efectos que genera una y otra libertad, son, para Zayas, las nuevas coordenadas del progreso.

A la vista de los hechos (y de los datos) de todos estos años, Zayas reconoce que la libertad de Humanae vitae es un sí a la verdad del amor humano como base para el progreso verdadero del hombre, como camino para alcanzar la plenitud de su vocación.

Entonces, ¿dónde está el progreso: en la anticoncepción o en la concepción?, se sigue preguntando. La persona es sexuada y la sexualidad tiene una dimensión personal, configura a la persona: vivir mal la sexualidad deteriora al hombre y su posibilidad de alcanzar la plenitud queda herida. No es un tema menor la sexualidad. Si el progreso está en la concepción, habría que marcarse un fin para poder evaluar si avanzamos o retrocedemos, concluye Zayas.

El orden de la sexualidad

Ser padres, hoy en día, no es una vigencia social. En la vida matrimonial, la sexualidad es el valor dominante. Frente a la «realización de los esposos», la llegada del hijo se considera secundaria —afirma Jean-Marie Le Méné, presidente de la Fundación Jérôme Lejeune en Francia. El criterio supremo del desarrollo de los cónyuges, que necesita ser constantemente revitalizado, ya no está en la comunión. ¿Qué sucede? En este caso, responde la sociedad: el cambio de pareja es obvio. El sesenta por ciento de los matrimonios se separan.

Le Méné afirma que la liberación total de la sexualidad ha dado lugar a otros muchos abusos, que se denuncian cada día, hasta el punto de generar un odio, sin precedentes, entre el hombre y la mujer (…) a pesar de que son los mismos que decían retozar libremente juntos hace cincuenta y cinco años.

«El gravísimo deber de transmitir la vida humana»

Humanae vitae tradendae munus gravissimun: de esta frase, que abre la Encíclica Humanae vitae, solo conservamos las dos primeras, «vida humana», olvidando mencionar la tercera palabra, «transmitir» y, sobre todo, cuidándonos de no mencionar las dos últimas que aparecen como un superlativo inquietante: «el gravísimo deber» —subraya en su intervención el Profesor Dr. Jean-Marie Le Mené.

Así —insiste el presidente de la Fundación organizadora—, la Encíclica comienza recordando que la vida humana se transmite, es decir, que no somos sus autores. Y que hoy, la tecnología ha hecho posible que «el gravísimo deber de transmitir la vida» haya dado un salto al «gravísimo poder de dar vida», un poder que ha salido del lecho conyugal para pasar a otras manos. Del padre jesuita Gustave Martelet nos recuerda esta visión: «La encíclica no dice, solo y, ante todo: la anticoncepción es un mal; ella dice: el amor conyugal como fuente de la existencia humana es una grandeza sagrada que la anticoncepción, tomada en sí misma, si se puede decir así, obstaculiza o compromete (…) La anticoncepción es, objetivamente hablando, un mal de amor».

La anticoncepción, un negocio muy rentable

No tener hijos a toda costa y tener hijos a toda costa son las dos caras de una misma moneda que se revaloriza cada día. En efecto, a la entrada del tercer milenio, a nadie se le escapa que, con la generalización de la anticoncepción y la externalización de la procreación a terceros, el referente sobre la sexualidad lo ostentan ahora la tecnociencia y el mercado.

La anticoncepción, por ejemplo, representa la mayor facturación de la industria farmacéutica en la medida que mantiene a la mitad de la población mundial como clientes cautivos: 970 millones de mujeres usan algún anticonceptivo; entre 200 y 300 millones de mujeres, anticonceptivos hormonales: lo que equivale a 16,6 billones de dólares. Son datos de la Dra. Pilar Vigil, ginecóloga, Profesora de la Universidad Católica de Chile, en su ponencia al congreso.

La pendiente resbaladiza

La anticoncepción solo ha sido el punto de partida de una «pendiente resbaladiza»: la cuesta abajo de una mentalidad contra la vida humana, también en su dimensión corpórea.

La antropología anticonceptiva —sostiene el Cardenal Ladaria— no solo ha afectado a la visión del amor y la sexualidad, sino que también ha afectado a la percepción del propio cuerpo: el cuerpo como un bien instrumental y no como una realidad personal. En este sentido, la identidad cultural, social y jurídica de la persona ya no está intrínsecamente ligada a la masculinidad o feminidad: su identidad personal se basa ahora en su orientación, sin conexión con el propio cuerpo y sin relación con el cuerpo del «otro», con el sexo opuesto.

También la ideología de género —que niega que la identidad de la persona esté relacionada con su cuerpo biológico— y el transhumanismo —que persigue que la persona quede reducida a sus conexiones neuronales como soporte de su singularidad— son expresiones de esta antropología.

Si nos dejamos llevar por esta misma pendiente, la Dra. Postigo, directora del Instituto de Bioética de la Universidad Francisco de Vitoria de Madrid, insiste en que la deconstrucción de la naturaleza humana ha seguido su proceso y ha llevado a una serie de amenazas para la vida y la dignidad humana que causarán daños numerosos y graves a los más vulnerables y que habrá que estudiar desde la bioética en las próximas décadas. Algunas de estas amenazas son ya una realidad, como el embrión de tres progenitores o tres donantes; otras están cerca, como el útero artificial o ectogénesis; algunas otras se ven en el horizonte, como los embriones humanos mejorados genéticamente, el embrión procedente de células somáticas, la fecundación asexual mediante clonación, la generación de embriones mediante biología sintética… Un proceso imparable con origen en la deconstrucción de la naturaleza humana y la sexualidad humana.

La encíclica se supo adelantar a todos estos problemas con una visión profética.

De la anticoncepción al aborto: el fondo de esta pendiente

Sobre la relación entre la anticoncepción y el aborto, el Dr. John Haas, profesor emérito de Teología Moral en el Seminario de Filadelfia, en su intervención, recuerda las palabras de Juan Pablo II en su Encíclica Evangelium vitae: «A pesar de sus diferencias de naturaleza y gravedad moral, la anticoncepción y el aborto están estrechamente relacionados, como frutos del mismo árbol».

En cierto sentido, continúa el profesor Haas, es «natural» que Planned Parenthood haya pasado de ser un defensor de la anticoncepción («You can decide how many children you want. Planned Parenthood can help… with information on birth control and infertility services. Call 421-2290» era su anuncio en aquellos años) a ser el mayor proveedor de abortos del mundo. El niño y la fertilidad han llegado a ser vistos como males, como enfermedades, que deben evitarse o eliminarse.

No estoy sugiriendo que haya una pendiente resbaladiza desde la anticoncepción hasta el aborto —especifica Haas—. Estoy sosteniendo que cuando uno puede justificar moralmente la comisión de un acto intrínsecamente malo, ya estamos en el fondo de la pendiente y prácticamente cualquier acto puede ser justificado.

El amor se aprende en la familia

Hoy hay un desencanto hacia todas las falsificaciones del amor en nuestra cultura —afirma en el coloquio sobre castidad la Dra. Oana Gotia, Profesora de Teología Moral en Michigan—, también profetizado en Humanae vitae (HV 17). De hecho, los índices de actividad sexual han caído a su nivel más bajo en los últimos treinta años, según datos del Pew Research Center estadounidense. Los expertos señalan que las citas ocasionales y el acceso temprano a la pornografía están conduciendo a relaciones más insatisfactorias y de peor calidad, sobre todo, para las mujeres.

Durante la pandemia, dos de las palabras más buscadas en Google han sido: «pornografía» y «oración». Ambas hablan de encontrar relaciones —porque somos seres relacionales— pero, ciertamente, lo hacen de manera muy distinta. Muchos de nuestros jóvenes son tan adictos a la pornografía, continúa la Dra. Gotia, que sienten repugnancia por ella; sin embargo, no conocen la salida de este hábito ni el camino hacia alguien con quien tener una relación significativa, algo que intuyen y reconocen interiormente como ya escrito en su corazón: un amor que abraza no sólo «partes» sino la persona entera (HV 7). La estimulación visual continua y las imágenes sexuales explícitas pueden hacer pensar a los jóvenes que tal vez no haya ningún misterio, nada que saber sobre la sexualidad que ya no sepan. Pero, ¿esto es verdad?

Para responder, la profesora Gotia formula otra pregunta: ¿Puede el hombre alcanzar este arte de amar solo? Y continúa: por supuesto que la respuesta es negativa. Sólo podemos adquirir la mirada del amor viéndolo vivir, experimentando la realidad de que el amor es posible en nuestras relaciones. Por eso, la escuela del amor es la familia. Y la primera forma con la que los padres educan a sus hijos en este arte de amar es amándose ellos mismos como esposos.

Fomentar la alteridad hombre/mujer, la educación de la imaginación, la sensibilidad y la memoria a través de los grandes relatos, cuentos y narraciones; la educación del deseo y el pudor; la educación en el agradecimiento de lo que nos ha sido dado, en el don de un mismo… son algunos de los retos educativos que la Dra. Oana Gotia añade para vivir en las familias como escuelas del amor.

La educación sexual y sus amenazas

En esta educación sexual —una verdadera «emergencia educativa», como insistía Benedicto XVI— hay dos amenazas —señala en su intervención el Profesor Zayas: en primer lugar, el esfuerzo que supone vivir el sentido verdadero de la sexualidad humana como un estilo de vida y, en segundo lugar, la capacidad de soportar la presión del mundo para no edulcorar el mensaje de Humanae vitae. Esta encíclica es un «sí a la vida». Cuando caemos en la trampa del mundo, terminamos vendiendo su mensaje como la «anticoncepción católica». Necesitamos una conversión de la inteligencia: el Reconocimiento Natural de la Fertilidad no es una decisión contraceptiva, es una decisión —por serias razones— no conceptiva.

Logros, esperanzas y desafíos

En el número 24 de la Encíclica, Pablo VI hace una llamada a los hombres de ciencia: «Queremos ahora alentar a los hombres de ciencia (…) Es de desear en particular que (…) la ciencia médica logre dar una base, suficientemente segura, para una regulación de nacimientos, fundada en la observancia de los ritmos naturales».

Y su deseo no tarda en dar frutos: hasta la fecha de Humanae vitae, solo se conoce el método de Ogino-Knaus o del Calendario, lanzado en 1956; en 1972, el matrimonio formado por los médicos John y Evelyn Billings desarrolla el Método de Ovulación Billings, basado en la observancia del moco cervical; además, el Modelo Creighton de fertilidad, el Método de la Temperatura Corporal Basal, el Método Sintotérmico, la Naprotecnología, los kits de diagnóstico, los monitores de fertilidad… han sido desarrollados.

El mismo Djerassi, inventor del principio activo de la primera píldora —comparte la profesora Pilar Vigil en su intervención—, nunca imaginó que fuera tan alto el número de mujeres que tomaran la píldora. Él mismo, en su autobiografía, citando a G.B. Shaw, escribió: «La ciencia está siempre equivocada: nunca soluciona un problema sin crear diez nuevos». Y hacia el final de su vida, en uno de sus últimos artículos en la revista Science (1990), puso tarea: «¿Y por qué no utilizar un método de tira reactiva hormonal para la detección y predicción de la ovulación también como una herramienta de enseñanza de rutina en las escuelas de Secundaria? El énfasis en el reconocimiento de la fertilidad, en lugar del control de la natalidad, puede ser la mejor estrategia».

Cumpliendo la tarea, para este mes de agosto, la Dra. chilena Pilar Vigil aprovecha el evento y da a conocer una primicia: la comercialización de una tecnología segura y accesible que permitirá, mediante unas tiras, identificar, en pocos minutos, el estado del ciclo de la mujer.

Cumplidos muchos logros, nos queda la esperanza —refiere la Dra. Postigo al final de su ponencia— de que la conciencia y la ciencia, bien utilizadas, puedan orientarse hacia el bien, para proteger el futuro de los más jóvenes y, en particular, el de los más vulnerables. Sin duda, este es un desafío moral, intelectual y práctico que nos concierne a todos. ¿De qué manera? La profesora Elena Postigo plantea una propuesta triple: la formación de los más jóvenes, la recuperación de la dimensión metafísica del ser humano y de su vínculo natural con la trascendencia y, en tercer lugar, la no reducción de la persona a objeto, ni la de las relaciones —incluida la relación conyugal— a un mero intercambio material.

El desafío de Humanae vitae es huir de considerar la sexualidad como algo banal, puramente biológico, y redescubrir de nuevo el valor del amor y de la persona como sujeto que ama.

Humanae vitae —palabras con las que el Prof. Dr. John Haas despide este congreso— es una encíclica valiente escrita en defensa de la inefable belleza y dignidad de la vida humana, en defensa de la belleza y dignidad del matrimonio y, francamente, en defensa de nuestra propia humanidad.

Desde esta permanencia, podemos decir que Humanae vitae es una encíclica que no envejece, que vuelve a nacer con toda vida humana, con cada vida humana.

El autorMaría del Valle Rodríguez Castilla

Licenciada en Farmacia, Dra. en Ciencia y Tecnología de los Alimentos, Máster en Asesoramiento Educativo Familiar, Experta en Educación Afectivo-sexual, en octubre Experta en Género, sexo y educación

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