Crear lugares en los que “impere la cultura del cuidado” sin que los profesionales se sientan presionados para acabar con la vida de los pacientes, ni los pacientes se vean como una “carga y tengan la seguridad de que serán cuidados y atendidos integralmente hasta el final natural”.
Este es el objetivo de Espacios libres de Eutanasia, una iniciativa que un grupo de profesionales de diversos ámbitos ha puesto en marcha en España para preservar, entre otras cosas, el derecho a la objeción de conciencia personal y comunitaria ante leyes como la de la eutanasia que, en España, se ha impuesto sin contar con el debido debate y, sobre todo, sin alimentar la alternativa a la muerte con una ampliación y mejora del acceso a cuidados paliativos.
Uno de sus impulsores, Luis Zayas, explica que a pesar de las presiones sufridas, es esperanzador comprobar que “muchas instituciones tienen claros los principios bajo los que ejercen su actividad médica o asistencia y no están dispuestas a abandonarlos”
¿En qué consiste la iniciativa de espacios libres de eutanasia?
–La iniciativa Espacios Libres de Eutanasia nace para promover la cultura del cuidado ante la grave amenaza para la convivencia en España que supone la legalización de la posibilidad de matar a personas que lo soliciten.
¿Cuál fue el germen de esta iniciativa?
–Nace fruto de la preocupación de un grupo de personas conscientes de la terrible experiencia vivida en naciones que ya han legalizado la eutanasia. En esas naciones, se han roto la confianza en la relación médico-paciente; se ha demostrado que, en muchos casos, se han matado a personas sin su consentimiento; se ha evidenciado una renuncia al esfuerzo que exige cuidar y atender a personas enfermas; muchas persona mayores que se consideran una carga para sus familias y la sociedad y que creen que, pidiendo la muerte dejarán de serlo; hay casos de personas enfermas a las que se niegan tratamientos bajo la excusa de que la opción de que soliciten la muerte es más económica.
Todo ello contribuye a configurar una sociedad desvinculada, individualista, donde el que no puede valerse por sí mismo acaba siendo visto como un problema y se descarta, la sociedad se olvida de él y busca un atajo, una “solución” rápida que es la muerte. Es lo que se llama la pendiente resbaladiza que se ha vendido repitiendo en todas las naciones que han aprobado la eutanasia y que acaba deshumanizando las sociedades.
¿Cuál es su principal misión?
–Nuestra primera misión es luchar contra esta deshumanización de la sociedad promoviendo una cultura del cuidado que valore a la persona, que acompañe y cuide de la persona en cualquier situación, que sea capaz de proporcionarle los avances médicos disponibles en cada momento; que sea capaz, también, de dar un significado al sufrimiento. Espacios libres de Eutanasia nace para mantener vivo el debate de que toda vida merece la pena y merece ser cuidada y acompañada. Si este debate desaparece, la incultura de la muerte se habrá impuesto.
En segundo lugar, Espacios libres de Eutanasia tiene un objetivo claro: derogar la ley que permite matar a personas que lo soliciten. Es una ley injusta y en un ordenamiento jurídico digno de tal nombre no cabe la existencia de leyes contrarias a la dignidad, libertad y derechos de las personas.
Finalmente, queremos proponer lo que denominamos los Espacios libres de Eutanasia. Lugares (hospitales, residencias, centros sanitarios o asistenciales, …) donde impere la cultura del cuidado; donde los profesionales sanitarios puedan ejercer libremente su profesión de acuerdo con los principios del juramento hipocrático, sin temor a sentirse amenazados a tener que matar pacientes o dejar de atenderles; donde los pacientes y sus familias tengan la seguridad de que serán cuidados y atendidos integralmente hasta el final natural de su vida. Lugares que muestren a la sociedad que toda vida, en la circunstancia que esté, merece ser cuidada y acompañada. Los Espacios libres de Eutanasia serán un faro en una sociedad amenazada por la incultura de la muerte y el descarte.
La ley de eutanasia se ha tramitado «por la espalda y por vía de urgencia» sin dar lugar ni siquiera a un debate real. ¿La sociedad es consciente de lo que supone que un acto como la ayuda a morir pase a ser una prestación (un derecho) respaldada por la ley?
–Es claro que se ha hurtado a la sociedad un debate sobre esta cuestión. Y en este sentido, siendo gravísima la aprobación de una norma como ésta, duele todavía más que se haya hecho con nocturnidad y alevosía, por vía de urgencia y en un momento en que España entera estaba ocupada en salvar vidas.
Esta falta de debate, junto a una campaña buenista en la que el gobierno presentaba la norma como respuesta a las demandas de casos extremos en que familias o personas pedían la eutanasia, han provocado que buena parte de la sociedad no sea consciente de la gravedad de esta norma ni de sus efectos en el medio y largo plazo.
La sociedad tiende a pensar que habrá pocas situaciones en que haya personas que se soliciten la muerte y se les mate. Sin embargo, la experiencia de otros países no dice eso. Nos indica que poco a poco la eutanasia se va introduciendo en la sociedad y la va gangrenando. En las naciones que llevan más tiempo con la eutanasia legalizada las personas que solicitan ser matadas alcanzan entre el 4-5% de las muertes anuales. Eso supondría entre 16.000 y 20.000 personas matadas todos los años. Eso es mucha gente, muchas personas a las que no hemos sabido o querido, como sociedad, dar esperanza.
Pensamos que utilizar los términos “prestación sanitaria” o “ayuda para morir”, que aparecen en el texto de la ley, contribuye a falsear la realidad de lo que supone la ley para matar personas enfermas o mayores. No hay nada más opuesto a lo sanitario y la ayuda, que matar intencionadamente a un ser humano inocente.
Por eso, es necesario mantener el debate, la sociedad española tiene que ser consciente de la gravedad y peligro que supone haber legalizado la posibilidad de matar a aquellas personas que lo soliciten.
En el caso, por ejemplo, de entidades sanitarias con principios no compatibles con esta ley de eutanasia. ¿Se respeta el derecho a la objeción de conciencia colectiva?
–Esta es una cuestión compleja desde el punto de vista jurídico. El Comité de Bioética de España emitió un informe en el que consideraba que la objeción de conciencia de las instituciones jurídicas está amparada por nuestro ordenamiento jurídico. Sin embargo, la ley ha tratado de evitarlo expresamente en su articulado. Por tanto, estamos ante una cuestión que deberá dirimirse posiblemente en los tribunales.
Hay otros derechos reconocidos en nuestro ordenamiento jurídico, como son la libertad de empresa o el respeto al ideario de la institución (en el ámbito educativo hay muchas sentencias que reconocen el derecho que tiene un centro educativo a que se respete su ideario por parte de las administraciones pública, lo cual es perfectamente aplicable al mundo de la sanidad.) que pueden ser vías, que sin necesidad de entrar en un debate complejo sobre la objeción de conciencia de las personas jurídicas, permitan a las instituciones que apuesta por el cuidado de la personas y de la vida, no tener que aplicar una ley que atenta contra los principios básicos de la medicina.
¿Cree que, en ocasiones, hay temor en el ámbito sanitario a perder, por ejemplo, conciertos con las administraciones públicas si se oponen a leyes como la del aborto o la eutanasia?
–Sin duda, en muchos casos instituciones del ámbito sanitario, en especial pertenecientes a la Iglesia Católica, en su deseo de aportar los más posible a la sociedad han puesto sus instalaciones y recursos al servicio de la sanidad pública de las diferentes autonomías con un doble objetivo, apoyar la función de la sanidad pública y hacer que pueda llegar al mayor número de personas posibles. Este apoyo se ha concretado en la firma de conciertos con la administración.
Ahora mismo esos conciertos no contemplan, en la mayoría de los casos, la práctica de la eutanasia. Pero el riesgo existe en la renovación de éstos. Y sí, hay temor en las instituciones sanitarias a que haya administraciones que utilicen la renovación de los conciertos para imponerles esta práctica contraria a los principios médicos. No cabe duda que para algunas instituciones, que por su generosidad se pusieron al servicio de la sanidad pública, la no renovación de los conciertos puede suponer un riesgo para la viabilidad económica en el corto plazo y esto genera mucha preocupación en el sector.
También tengo que decir que muchas instituciones tienen claros los principios bajo los que ejercen su actividad médica o asistencia y no están dispuestas a abandonarlos sufran las presiones que sufran.
De ahí la importancia, desde nuestro punto de vista de iniciativas como Espacios Libres de Eutanasia y otras, para que la sociedad sea consciente de lo que está en juego y apoye a estas instituciones ante el posible ataque que puedan sufrir de las administraciones públicas. Es necesario movilizar a la sociedad civil en favor de estas instituciones. Que las administraciones públicas sepan que cuentan con el respaldo de la sociedad para continuar cuidando y atendiendo a todos los enfermos sea cual sea su situación.
¿Qué trabajo queda por delante a juristas, médicos y sociedad civil? ¿Es posible dar la vuelta a este tipo de legislaciones?
–Queda mucho trabajo por delante. Es necesario concienciar a la sociedad de la gravedad de esta norma. De los impactos nefastos que tendrá en el medio plazo para la convivencia y cohesión social. Y eso es un trabajo de todos: de los juristas para hacer comprender la injusticia de esta ley; de los profesionales de la sanidad para hacer comprender como esta ley daña la relación médico-paciente y perjudica seriamente el desarrollo de los cuidados paliativos y de la práctica médica; de la sociedad, para reivindicar que quiere unas administraciones públicas que apuesten por la vida y no por el descarte o la falsa compasión de ofrecer matar a los pacientes.
Si no abandonamos la batalla en la sociedad civil y en el ámbito político, claro que es posible dar la vuelta a este tipo de legislaciones. Ahí tenemos el ejemplo en Estados Unidos de la reciente sentencia Dobbs vs Jackson que ha permitido revertir la sentencia Roe vs Wade que consagraba el supuesto derecho al aborto. Esta sentencia ha supuesto derrumbar uno de los pilares de la incultura de la muerte que parecía intocable. Para eso ha hecho falta casi 50 años de trabajo de la sociedad civil en todos sus ámbitos. Por tanto, sí es posible, lo único que hace falta es no desesperar ni claudicar en la batalla. Si se quiere se puede.