Vocaciones

Thomas Powers: «Dios sabe para qué ha creado a cada persona»

Monseñor Powers, rector del Pontificio Colegio Norteamericano, afirma que “el mundo ha cambiado radicalmente, desde la fundación, pero la misión del Colegio sigue siendo la misma: formar hombres para el sacerdocio, con corazones configurados a Cristo”.

Gonzalo Meza·6 de febrero de 2024·Tiempo de lectura: 7 minutos
Thomas Powers PNAC

Monseñor Thomas Powers, rector del Pontificio Colegio Norteamericano en Roma (PNAC Photo Service)

El nuevo edificio del Pontificio Colegio Norteamericano en Roma (PNAC, por sus siglas), inaugurado en 2015, tiene en la parte superior de uno de sus muros la inscripción: “Resonare Christum corde romano”, distintivo que se hace realidad en los seminaristas del colegio y futuros sacerdotes de la iglesia norteamericana.

El rector del PNAC, monseñor Thomas Powers afirma, en la página de bienvenida del colegio: “El mundo ha cambiado radicalmente, desde la fundación, pero la misión del Colegio sigue siendo la misma: formar hombres para el sacerdocio, con corazones configurados a Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote, para que puedan regresar a sus diócesis deseosos de servir al pueblo de Dios con fidelidad, generosidad y alegría”.

Mons. Powers conoce muy bien el seminario pues ahí estudió y luego fue director espiritual, función que desempeñaba mientras trabajaba en el Dicasterio para Obispos. Justo antes de asumir su cargo como nuevo rector fue párroco de la iglesia de Saint John, en Darien, Connecticut. Para conocer más sobre la vida, historia y misión del PNAC, Omnes platicó con Mons. Powers.

¿Podría compartirnos una breve biografía y su ministerio sacerdotal hasta ahora?

– Crecí en Newtown, Connecticut. Somos cinco hermanos. Tres mujeres y dos varones. Mi papá va a cumplir 90 años y mi mamá 88 años. Mi familia siempre asistía a Misa pues la fe para nosotros era y es muy importante. Hice la primaria y secundaria en escuelas católicas y luego estudié economía en la Universidad de Notre Dame.

Más tarde, trabajé tres años como consultor financiero e incluso llegué a trabajar en Nueva York. En ese tiempo sentí que Dios me estaba llamando a algo diferente, probablemente al sacerdocio. Así que antes de tomar la decisión de ir al seminario fui a Puerto Rico para trabajar con los pobres, alejarme del mundo de los negocios y dedicarme a pensar y orar acerca de lo que Dios quería que hiciera. Al regresar entré a nuestro seminario diocesano en 1992. Un año después me enviaron al Colegio Norteamericano.

Estuve ahí durante cinco años. Obtuve mi título de licenciatura en el Instituto Juan Pablo II para el Matrimonio y Familia. Luego volví a mi diócesis durante siete años para trabajar como vicario parroquial y como capellán de una escuela secundaria y director espiritual de nuestro seminario.

En 2005 me pidieron que fuera a Roma para trabajar para la Santa Sede en lo que ahora es el Dicasterio para obispos. Trabajé ahí durante diez años. Durante ese tiempo estuve ayudando como director espiritual adjunto en el PNAC. Al finalizar ese periodo volví a mi diócesis en 2015. Fui vicario general durante todos esos años y luego el último año y medio fui párroco. En 2022 recibí de nuevo una llamada sorpresa en la que me pedían volver a Roma por tercera vez para fungir como rector. Mi sacerdocio ha sido un itinerario fascinante. He recibido cosas y nombramientos que nunca hubiera esperado. Estoy agradecido con todo lo que Dios ha hecho por mí y agradecido de estar aquí también.

¿Podría hablarnos de las tres secciones del PNAC: el seminario y el ICTE ambos en el “Gianicolo” y la Casa Santa María en el centro histórico?

– La forma más fácil de pensar en esas tres secciones es visualizar que tenemos tres edificios con tres misiones. El edificio más antiguo se llama ahora Casa Santa María. Fue fundado en 1859 bajo el Beato Pío IX. Estuvimos allí desde 1859 hasta 1953. Ese edificio es ahora la Casa donde viven los sacerdotes que realizan estudios de posgrado.

El edificio actual, sede del PNAC, fue establecido en octubre de 1953, hace 70 años. Es un edificio majestuoso y hermoso. Se encuentra en la colina del “Gianicolo”. El tercer edificio, también está en el campus del “Gianicolo” y es el Instituto de Educación Teológica Continua (ICTE), dedicado a albergar a sacerdotes que realizan su año sabático al cumplir 10 o 15 años de ordenados.

Ellos vienen aquí en ese periodo para dedicarse a la oración, al estudio y a viajar. Reciben excelentes clases y su estancia aquí renueva sus energías para continuar con su sacerdocio y salir de aquí contentos de poder regresar a su ministerio. Tanto los seminaristas como los sacerdotes provienen de EUA, pero también tenemos de Australia. Actualmente hay un australiano en el seminario y dos sacerdotes en la Casa Santa María. En el pasado hemos tenido canadienses. Estamos orgullosos de esos tres programas. Tenemos muy buenos seminaristas y sacerdotes que quieren ser santos, alegres y buenos.

¿Dónde acuden los seminaristas a estudiar el primer o segundo ciclo de teología?

– El periodo de formación de los seminaristas en Roma en esta etapa es de cuatro años. Algunos permanecen otro año para completar cinco. A diferencia de la mayoría de los seminarios en EUA, que tienen clases en el mismo seminario, nuestros estudiantes tienen las clases de teología fuera de las instalaciones.

El primer ciclo lo estudian en la Pontificia Universidad Gregoriana (de los jesuitas), la Pontificia Universidad Santo Tomás de Aquino (“Angelicum”, de los frailes dominicos) y la Pontificia Universidad de la Santa Cruz (de la Prelatura del Opus Dei). Luego, si se quedan para el segundo ciclo para obtener su licencia o iniciarla, pueden ir a otras universidades católicas de Roma. Estudian mucho y trabajan muy duro. De lunes a viernes, después de la oración de la mañana, tenemos la Misa y el desayuno. Luego, los seminaristas se van a sus universidades ya sea caminando, en bicicleta o en el autobús. Regresan para el almuerzo y después continúan con sus actividades de estudio, de apostolado y formación. Siempre están ocupados.

¿Cómo es el programa de formación de los seminaristas en el PNAC y en qué se basa?

– Juan Pablo II identificó en “Pastores Dabo Vobis” cuatro dimensiones de la formación en el seminario: humana, espiritual, intelectual y pastoral. Yo llamo a Roma “la quinta dimensión” por varias razones: los estudiantes caminan por las calles por donde pasaron los santos; pueden ir a rezar a las tumbas de los apóstoles y otros santos; pueden viajar y aprender de otras partes de Italia o de Europa.

Además, vivimos justo al lado del Santo Padre, el sucesor de San Pedro y al lado de la tumba de San Pedro. Viviendo aquí, los estudiantes se empapan de la rica historia y tradición de la Iglesia. Se forman en esas cinco dimensiones y luego llevan todo eso a casa, a sus diócesis para compartirlo con su gente, con los feligreses. 

Parte de la formación del seminario es el servicio. ¿Qué apostolados realizan los seminaristas del PNAC en Roma? 

– Me siento muy orgulloso de nuestra formación apostólica, porque nuestros seminaristas -desde el segundo semestre de su primer año y hasta el quinto año- realizan obras apostólicas en la ciudad y fuera de la ciudad.

Tenemos 22 apostolados en los que estamos involucrados. Algunos de ellos son: el servicio a las hermanas de la Madre Teresa de Calcuta; el apostolado enfocado a los pobres, en las calles; el apostolado con los estudiantes norteamericanos que viven en Roma; las visitas turísticas guiadas en las basílicas de san Pedro y san Pablo. Asimismo, tenemos un ministerio en una parroquia y también acudimos a las bases navales y de la fuerza aérea de los Estados Unidos en Italia.

Estos apostolados constituyen una diversidad de experiencias. Hay que considerar que algunos de los estudiantes tienen que realizar su servicio en italiano o español, lo cual es muy bueno pues tienen que adaptarse al ir a un lugar o entornos desconocidos, situaciones que cualquier sacerdote tiene que hacer en algún momento de su ministerio. Son experiencias muy buenas y a veces retadoras.

Hay muchas tradiciones en la vida del PNAC, por ejemplo, la cena de gala del rector o las denominadas “Station Churches” (Estaciones cuaresmales en Roma), las cuales congregan diariamente en ese periodo a la comunidad del seminario y a los angloparlantes de Roma en una de las iglesias históricas para celebrar la Misa y venerar las reliquias de los mártires o de los santos. 

– La de las “Estaciones Cuaresmales” es realmente una experiencia fenomenal. Su historia se remonta al siglo IV cuando, durante la Cuaresma, el obispo de Roma se reunía con la gente en diferentes iglesias de la ciudad para celebrar la Misa y venerar las reliquias de los mártires. De ahí viene el nombre de “estación”, “statio” en latín. Esta tradición se terminó en 1309 cuando el Papa se trasladó a Aviñón. Siglos más tarde el Papa León XIII la retomó; sin embargo, cuando realmente adquirió toda su fuerza fue con el Papa San Juan XXIII.

Los estadounidenses del Colegio Norteamericano retomaron y revivieron la tradición en 1975 e invitaron a todos, especialmente a la comunidad de habla inglesa en Roma. Lo que hacemos en esas fechas es que a partir del miércoles de Ceniza y hasta la Semana Santa, de lunes a sábado, nuestros muchachos acuden diariamente a las estaciones cuaresmales. Se levantan muy temprano en la mañana -pues la Misa inicia a las 7- y caminan desde el “Gianicolo” hasta la iglesia de la estación del día. Los sacerdotes nos turnamos para celebrar las Misas.

Participan muchos angloparlantes, entre ellos estudiantes universitarios o peregrinos estadounidenses. Algunos de ellos vienen a Roma y se quedan durante todo el período de Cuaresma exclusivamente para vivir esta maravillosa tradición. Creo que esto nos recuerda que estamos peregrinando, haciendo sacrificios juntos y celebrando la Eucaristía como un solo pueblo de Dios.

Otro evento, de gran relevancia para nuestro Colegio, es la “Cena del rector”, que este año cumplirá 30 años y se celebrará el 11 de abril. Nos brinda la oportunidad de agradecer a nuestros benefactores, amigos del colegio y de la universidad, su generosidad y constante apoyo, material y espiritual, a los seminaristas.

La festividad de la Inmaculada Concepción, patrona del Seminario, es otro momento muy especial para toda la comunidad que reside en el PNAC, pues Nuestra Señora es quien nos protege e intercede por nosotros. Contamos también con tradiciones internas entre los propios estudiantes, por ejemplo, el partido anual de fútbol llamado “Spaghetti Bowl” o la carrera del Día de Acción de Gracias. 

¿Cuáles son los principales logros que el PNAC ha alcanzado en los últimos diez años?

– Mirando hacia atrás, he vivido aquí 15 años de mi vida: como seminarista, luego como director espiritual adjunto y ahora como rector. He visto que el colegio siempre ha tenido un excelente programa de formación, que se mejora a medida que la Iglesia nos va enseñando sobre ese tema. Por ejemplo, en los años 90 cuando yo era seminarista, la referencia era “Pastores Dabo Vobis” y su implementación, pero luego en el 2016 se incluyó también la “Ratio Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis”, el nuevo programa de formación sacerdotal que estamos tomando como nuestra guía.

Desde el aspecto de la infraestructura, el edificio del “Gianicolo” ha tenido muchas renovaciones y expansiones. En 2015, se construyó una nueva torre que ahora tiene una capilla de adoración, capillas de práctica de liturgia para que los estudiantes puedan practicar cómo celebrar la Misa, cómo escuchar la confesión, etc. También tiene aulas, puesto que antes no teníamos mucho espacio.

A pesar de esto, los chicos viven de manera muy simple: sus habitaciones individuales no tienen aire acondicionado, no tienen baños propios. Tenemos aire acondicionado solo en algunos lugares comunes, con el objetivo de que los muchachos hagan en esos sitios lo que mejor saben hacer: rezar y estudiar. En ese sentido, nuestra capilla y biblioteca tienen aire acondicionado para los meses calurosos. Ahora como rector también tenemos planes para el futuro y que esperamos concretar en los próximos dos años. 

¿Qué le diría a un joven o a una joven que está en proceso de discernir si Dios lo está llamando al sacerdocio, o a la vida religiosa o consagrada? 

– Le aconsejaría que se abran y mantengan su corazón abierto, porque Dios sabe para qué ha creado a cada persona y cuál es su propósito. Algunos los llama al sacerdocio y a la vida consagrada. Si mantenemos nuestros corazones abiertos y estamos dispuestos, escucharemos al Señor. Confíen en Él. Siempre los guiará a donde Él quiere que estén y no los llevará por el camino equivocado

 También es necesario mencionar a los jóvenes que hay otras opciones para seguir al Señor por ejemplo como persona consagrada, ser maestro, policía, médico, abogado, etc. En mi caso, yo traté de dejar mi corazón abierto a Dios y dejar que me sorprendiera. Y ciertamente lo hizo. Lo importante es mantener nuestros corazones abiertos a Dios.

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