Mediador familiar y experto en resolución de conflictos en la pareja, Nacho Tornel lleva más de 15 años ayudando a parejas en crisis que buscan una solución a sus problemas.
Una experiencia que se trasluce en sus libros EnparejArte, publicado 2016 y, recientemente RelacionArte, ambos publicados por Planeta. En este último, Tornel aborda diferentes crisis, situaciones complejas y puntos de fricción en los que la mayor parte de los matrimonios y parejas puede verse, de algún modo reflejado.
Tornel, que combina su labor como terapeuta con la docencia universitaria, destaca en esta conversación con Omnes que, si bien no se puede asegurar que haya hoy más obstáculos para un matrimonio que antes, nuestra “sociedad altamente individualista no para de susurrarnos que debemos escucharnos a nosotros mismos” sin pensar en el otro.
Uno de los temas que se aborda en el libro es el perdón entre la pareja. Un debate «de moda» en los últimos meses. ¿Se construye el perdón también en las pequeñas cosas o es algo “para casos extremos”?
–Efectivamente el perdón tiene varias dimensiones: puede ser la decisión de una persona que elige aceptar la manifestación profunda de arrepentimiento de otra para dejar de lado un agravio y continuar con su relación. Pero también puede ser en lo ordinario, una disposición interior que nos lleve a salvar la intención del otro y no juzgarle y condenarle internamente por cada supuesto fallo que comete.
¿Cómo gestionar esa doble realidad entre ser perdonado y perdonar?
–Una buena fórmula es mirarse por dentro con frecuencia y darse cuenta uno mismo de los numerosos defectos e imperfecciones que tenemos cada uno y que afectan al modo en el que nos relacionamos con otros. Ser conscientes de eso nos hará mucho más indulgentes con esas situaciones en las que nos sentimos defraudados por el otro.
¿Es buena idea gestionar la vida matrimonial como una lista de “cosas que tiene derecho a hacer cada uno”?
–No tiene ningún sentido vivir el matrimonio como un “do ut des” que dicen los latinos; es decir, viviendo en un “yo te doy esto y tú me das lo otro”.
Al matrimonio venimos a hacer feliz a la persona que más amamos del mundo y a la que hemos elegido por delante de todas las demás. Por lo tanto, la fórmula es buscar la felicidad del otro en los detalles del día a día: escuchándole, atendiéndole, sirviéndole con generosidad. Eso vivido a la recíproca es la base de la felicidad conyugal.
Las pantallas son unas robaintimidades en el matrimonio y en la familia
Nacho Tornel. Mediador familiar y autor de «RelacionArte»
Las redes sociales han abierto la puerta de todo tipo de intimidades. Esta sobreexposición, ¿no afecta a la concepción del matrimonio?
–Las redes sociales son un escaparate y nadie pone un juguete roto en el escaparate de una juguetería. Presentamos lo que es “más presentable”. Partiendo de esa base, todos debemos tener mucha precaución en el uso de las redes sociales y de las pantallas en general, porque son unas robaintimidades en el matrimonio y en la familia.
Tanto él como ella deben saber dejar el móvil o la tablet en un lugar concreto: llámese cajón o estantería, para poder convivir mirándose a la cara hablándose a los ojos sin dejar que los mensajes inoportunos nos distraigan de lo verdaderamente importante que es la felicidad que buscamos en nuestro hogar.
De padres e hijos
¿Se puede establecer el límite antes del matrimonio cuando, por ejemplo, aún no se han dado situaciones como la llegada de los hijos?
–Es fundamental que, en la pareja, tanto él como ella entiendan que, desde el momento en el que se casan y forman un hogar ya son una familia. Su familia nuclear. Por tanto, deben priorizar totalmente al otro en la toma de decisiones y en el funcionamiento del día a día, dejando atrás a la familia de origen, a la que tratarán con cariño, pero teniendo muy en la cabeza que lo primero son él y ella. El uno para el otro.
En términos más prácticos recomiendo a las parejas jóvenes que no se hipotequen en sus relaciones con la familia de origen desde el principio estableciendo que “el sábado comemos en casa de mis padres y el domingo en la de los tuyos”, “que las vacaciones las pasaremos así…”, etc. Repito, esa pareja joven ya es una familia y debe tener la libertad y la espontaneidad de funcionar como quieran y decidan ellos dos.
¿Qué se puede hacer cuando no se tiene la confianza para decir ciertas cosas a nuestros padres?
–Me he encontrado con esta situación a veces. Aquello de “yo nunca le he dicho nada así a mi padre”, quizás en el sentido de ponerle un poco “en su sitio”.
Pues bien, el matrimonio y la formación de una familia es un buen lugar para madurar y crecer y, por lo tanto, habrá llegado el momento de, cuando sea necesario, hablar claro con tus padres para hacerles entender que ya sois una familia y tomáis vuestras decisiones; o que esos comentarios que ha hecho hacia tu marido o esposa son del todo inapropiados y no los podéis tolerar, etc.
Los padres, que ya tendrán una edad, no van a cambiar de forma de pensar, seguramente, pero sí pueden y deben aprender a respetar a la joven pareja y dejarles que tomen sus decisiones.
¿Se pueden tener esas conversaciones sin terminar en una «batalla campal» externa o interna?
–Cuando se trata de la familia del otro seguramente no te equivocas si lo que haces es callarte, quiero decir que no hay que opinar sobre lo que hacen o dicen ellos porque no es asunto tuyo. del mismo modo que tampoco y tolerarías que opinen e intervengan en lo que tú dices o haces.
Además, no lo olvidemos, la familia de mi cónyuge son las personas que mi cónyuge lleva en el corazón y por lo tanto por amor a él o a ella haré todo lo posible para que pueda mantener una buena relación con ellos. A mí me toca sumar, no restar, ni dividir.
Hagamos un examen a los «típicos tópicos»: ¿Tienen los matrimonios más problemas que antes?
–No lo sé porque no he vivido antes; pero, desde luego, que hoy en día nos enfrentamos a una sociedad altamente individualista que no para de susurrarnos o de gritarnos que debemos escucharnos a nosotros mismos y buscar nuestro bienestar personal y esos mensajes son el antídoto de la felicidad conyugal porque buscan que nos centremos en nosotros mismos y en nuestro propio bienestar.
Además de el alto nivel de materialismo y consumismo que nos hace cada vez más hedonistas, hoy la irrupción de las redes sociales que como ya hemos dicho antes roban intimidad y conexión de la de verdad entre las personas, etc.
¿Las parejas tienen ahora «menos aguante»?
–Vivimos acostumbrados a la gratificación instantánea que nos proporciona nuestra riquísima sociedad de consumo en esta Europa occidental y eso hace que estemos mucho menos predispuestos al sacrificio personal.
¿Son más sentimentales o más racionales?
–El emotivismo en el que nos movemos hace también mucho daño porque nos engañan haciéndonos creer que solo es válido aquello que fluye como emoción y sentimiento y que no vale la pena poner de nuestra parte, esforzarnos en trabajar una relación cuando las cosas no fluyen sin más. Esto es un completo ataque en la línea de flotación de la relación conyugal que está llamada a durar años; a pasar por picos y valles, como es lógico a lo largo de la vida.
El amor de verdad se demuestra, precisamente, cuando uno es capaz de empujar aunque sea cuesta arriba.