Familia

Cristo al centro de cada familia y de cada persona. Entrevista con Lupita Venegas

En esta primera entrevista con la influencer católica Lupita Venegas, la nueva columnista de Omnes habla sobre la importancia de poner a Cristo en el centro.

Gonzalo Meza·19 de julio de 2023·Tiempo de lectura: 4 minutos
Lupita Venegas

Lupita Venegas, nueva columnista de Omnes

Lupita Venegas estudió psicología y cuenta con una maestría en terapia familiar. Nació en La Paz, Baja California Sur, México en 1963, en el seno de un hogar católico. Sus padres pertenecieron al Movimiento Familiar Cristiano y posteriormente formaron parte de los cooperadores salesianos. Desde pequeña participó en misiones evangelizadoras y colaboró con obras sociales para los más vulnerables.

En su juventud formó parte del equipo de Jornadas de Vida Cristiana, en donde se inició como conferencista sobre temas de vida y fe.  Está casada con Ricardo Pérez Mainou. Tienen 3 hijos y 3 nietos. Lupita es conductora del programa «Enamórate» en El Sembrador TV, es conferencista sobre temas de formación familiar. Además, es autora de los libros «Despierta mujer dormida» y «Sin límites», entre otros. Es presidenta de la asociación civil VALORA y considerada «influencer» católica en redes sociales.

En esta primera entrevista con Lupita Venegas, nueva columnista de Omnes, habla sobre la importancia de poner a Cristo en el centro.

¿Cómo influyó la formación que usted tuvo en casa, de niña, para escoger su vocación al matrimonio? 

– La mejor forma de evangelización es el ejemplo. Viví en el seno de un hogar cristiano católico con dos papás que amaban a Dios y vivían su fe. Por eso agradezco a Dios y amo a la Iglesia desde siempre porque nací de manera natural en un ambiente cristiano. Mis padres tuvieron vidas difíciles, un tiempo sin Cristo. Pero ellos superaron ese pasado y rompieron sus cadenas de dolor porque invitaron a Cristo a sus vidas. Los dos encontraron al Señor y cuando se casaron dijeron «con Cristo al centro». Mis papás formaban parte del Movimiento Familiar Cristiano, MFC. Mi papá le decía «modo fácil de cenar» por las iniciales MFC. Y efectivamente, cada vez que se reunían, se cenaba delicioso… pero los hijos convivíamos y compartíamos con otros matrimonios que estaban tomados de la mano de Dios y el ambiente era cristiano.

Tuve la gracia de vivir en un hogar cristiano. Para mí era natural rezar en la mañana, bendecir los alimentos, dar servicio a los demás, acompañar a mis papás a llevar despensas, etc. Era lo natural, el ambiente cristiano. Luego me di cuenta, ya con los años, por ejemplo cuando iba a la casa de otras amigas que en algunos hogares no rezaban. Y eso para mí no era normal. 

En este ambiente natural, en donde papá y mamá se querían y se respetaban, yo siempre sentí un llamado a casarme. Sin embargo, tuve una duda vocacional. Un tiempo durante el cual me preguntaba si tenía que consagrar mi vida a Dios como religiosa. Por eso, de joven, viví algunos meses en una en una congregación religiosa marista. Era una comunidad internacional y me encantaba convivir con ellas. Estuve feliz. Teníamos vida de oración, apostolado…

Cuando ya estaba por terminar la universidad, les comenté de mi inquietud de consagrarme. Ellas me dijeron que la vocación era un llamado de Dios. No era si me gustaba o no. Y me dijeron: «ve a terminar tu carrera un semestre más y al regreso hablamos». Y yo le dije: «No, Madre, a mí me encanta esto de la vida religiosa». Y me dijo: «la vocación es llamado, no es tu voluntad». Me acuerdo de que salí y en ese semestre conocí a quien hoy es mi esposo, Ricardo. Me di cuenta de que Dios quería que yo formara una familia. 

¿Qué consejo les da a las familias para la formación de sus hijos en la fe? 

– El mundo de hoy nos aparta de la visión sobrenatural y quiere que vivamos solo para este mundo. A veces se cree que, como padre o madre, hago bien al conseguir que los hijos vayan a una buena escuela, o que tengan un buen trabajo. Estudiar y trabajar no está mal. Está muy bien, pero la vida no es solo este mundo material, la vida es, ante todo, una vida eterna. Entonces la recomendación es formar a los hijos en la fe, con el ejemplo. Vivan su fe, por ejemplo, acudiendo en familia a la Misa dominical.

También les recomiendo que se dejen ayudar por la iglesia. La iglesia es madre que acompaña y además es maestra. A veces nuestra soberbia impide que busquemos ayuda. Pensamos que «a mí nadie me enseña nada» o que «yo ya sé cómo voy a hacer las cosas y punto». Pero en los asuntos de la familia, la Iglesia es madre y maestra. Es sabia milenaria y tiene el conocimiento de la naturaleza humana.

El Papa Benedicto XVI ha pronosticado que la iglesia seguirá viva a través de pequeñas comunidades que vivan radicalmente su fe. Que vivan realmente su fe en familia. Al ser parte de grupos de iglesia, nos van a ayudar a transmitir con más convicción nuestra fe y a generar ambientes en donde nuestros hijos puedan desarrollar de manera natural el amor a Dios. Pertenecer a grupos de iglesia para mí es un «must have» para este siglo XXI. Solos nos vamos a extinguir, nos vamos a apagar. Es como el leño que sale del de la fogata. Se apaga rápidamente. Pero si permanecemos en la fogata y hay quien nos está atizando el fuego del Espíritu Santo, esa fogata sigue viva por siempre.

Entonces, yo les recomiendo que si, como familia, pueden formar parte de un grupo de iglesia les va a ayudar muchísimo. Hay muchos movimientos en la iglesia para la familia: Movimiento familiar cristiano, Familia educadora en la fe, etc. Busca en tu parroquia ese movimiento que te pueda acompañar, porque ser padres, es todo un reto un arte.

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