El próximo curso, la Universidad de Navarra estrena un título propio. Se trata del Programa de Formación Permanente en acompañamiento espiritual y resolución de conflictos.
Un proyecto dirigido a personas involucradas en la formación humana y cristiana, en el acompañamiento espiritual y en tareas de gobierno de instituciones educativas o eclesiales.
El programa pretende dotar, a estas personas, de las herramientas básicas para enfocar correctamente y ayudar a personas que presentan problemas en su vida personal, familiar, social y laboral.
José María Pardo, sacerdote, doctor en Medicina y Cirugía y en Teología Moral y director de este programa destaca, en esta entrevista para Omnes, la necesidad de este programa ya que, en muchas ocasiones, existe en personas con tareas de formación en la Iglesia “una laguna en conocimientos psicológicos básicos, que les impiden atender de un modo adecuado a las personas que se les han confiado”.
En los últimos años hablamos de «acompañamiento» espiritual pero, ¿significa lo mismo que “dirección espiritual”?
–El término “acompañamiento” es un término más general. El acompañamiento lo pueden ejercer muchas personas y en diversas dimensiones o ámbitos de la vida de una persona.
En el ámbito universitario, por ejemplo, está la figura del mentor, el profesor que acompaña al alumno en la vida universitaria. O el coaching, que acompaña a sus clientes a conseguir sus objetivos.
El término “dirección espiritual” se ha reservado al ámbito de la vida espiritual, de la vida interior de la persona. Tradicionalmente se ha reservado a los sacerdotes, por su relación con el sacramento de la Reconciliación.
Hoy en día, también algunos laicos y personas consagradas desarrollan esta actividad de acompañar a la persona en su conocimiento propio y en su relación con Dios.
Una de los frentes abiertos de la Iglesia en la actualidad es la lucha contra el abuso espiritual. ¿Cómo se detectan y manifiestan casos de esta índole?
–Como en las matrioskas, el concepto más amplio que engloba a todos los demás es el “abuso de poder” (ya sea de gobierno o de autoridad moral), una de cuyas formas es el “abuso psicológico”.
Cuando este se realiza en nombre de Dios, estamos ante un “abuso espiritual”; y, dentro de este, como su forma más grave, se encuentra el “abuso de conciencia”, que se puede definir así: aquellas acciones, realizadas en el contexto de una relación de dirección o ayuda espiritual, donde la persona que guía se atribuye una autoridad divina –es decir, identifica su consejo con la voluntad de Dios– imponiéndose sobre la identidad, la libertad y la responsabilidad de la persona guiada en un ámbito relativo al juicio moral.
Puesto que la mejor prevención es la educación, sería deseable que este delicado tema formara parte de los planes de formación de los seminarios y casas de formación, incluyendo un curso sobre la dirección espiritual y sobre cómo ejercer la función de gobierno en la Iglesia.
Una de las características de la generación de cristal es su poca «resistencia» a la corrección. ¿Nos encontramos ante un escenario complicado al conjugar la necesaria indicación con una hiperestesia ante cualquier «derrota»?
–La juventud tiene muchos puntos positivos y algunos horizontes de mejora. Uno de esos desafíos es la dejarse acompañar, aconsejar e instruir. Yo no me atrevería a afirmar que no quieran afrontarlos, sino que les cuesta, también porque están inmersos en una sociedad que proclama la “libertad absoluta”. A esto, se puedo añadir que hayan podido tener malas experiencias o modelos de referencia negativos.
Mi experiencia con gente joven me lleva a confiar en ellos. No se les puede exigir una perfección que no corresponde a su edad, son personas en construcción. A veces, a los que tenemos el encargo de acompañarlos nos entran las prisas, queremos resultados inmediatos, cambios radicales. Esto no es posible, y menos en la vida interior de las personas. Siempre recuerdo un consejo que me transmitió mi padre: “bocadillos de paciencia y zumos de buen humor”.
Si pretendes que la gente joven cambie de la noche a la mañana, lo mejor que puedes hacer es dedicarte a otra cosa. Las personas tienen sus tiempos y ritmos. Lo importante es no abandonarlas, que sepan que siempre estarás disponible para cuando te necesiten.
Os confieso dos máximas que me han ido muy bien en mi labor pastoral con gente joven: “mostrar, no demostrar” y “acompañar, no juzgar”. Cuando un joven comprueba que nos fiamos de él, que lo tratamos como un adulto (no como un niño) y que queremos que sea él quien decida sobre su vida, comienza a responder.
Ya lo señalaba san Juan Bosco: “Amad aquello que aman los jóvenes, y ellos aprenderán a amar lo que vosotros queréis que amen”. Además, sin decírtelo con palabras, te está pidiendo que seas su modelo, que le acompañes.
La etapa universitaria es el rango de edad más frecuente de asistencia al psicólogo y consumo de psicofármacos en la actualidad. ¿Caemos en la tentación de “psicologizar” la vida?
–En este ámbito, la Universidad de Navarra, de la que formo parte desde hace más de treinta años, ha creado la Unidad de Salud y bienestar, dentro de la Estrategia 2025. Una Unidad multidisciplinar que sirve de apoyo a la salud integral (también mental) de los alumnos y profesionales.
De todos es conocido el importante aumento de sintomatología psíquica en la época actual, en particular unida a la ansiedad, adicciones, depresión y estrés profesional.
La Facultad de Teología de dicha Universidad también ha advertido que muchos formadores de centros relacionados con la Iglesia detectan una laguna en conocimientos psicológicos básicos, que les impiden atender de un modo adecuado a las personas que se les han confiado.
La dedicación a tareas formativas y de acompañamiento espiritual requieren conocimientos específicos y profundos tanto de la normalidad psicológica y sus variantes como de posibles trastornos.
Por todo ello, nos ha parecido necesario ofrecer una formación profunda en Psicología y materias afines, que sirvan de complemento a la capacitación del profesor, guía espiritual o personas relacionadas con tareas directivas o de áreas sensibles en entidades educativas tanto laicas como religiosas. Para ello, se han diseñado tres Programas de Formación Permanente (PFP): en Psicología y vida moral; en Acompañamiento espiritual y resolución de conflictos; y en Gestión de la diversidad.
En estos PFP, junto a materias específicas de Teología moral y espiritual, se abordan materias de perfil más propiamente psicológico, buscando siempre su aplicación a las situaciones concretas en las que se encuentran muchas personas; situaciones que acaban teniendo incidencia en la vida moral y espiritual de las personas.
Las materias de estos Programas no están diseñadas como un mero estudio de psicología o de conocimientos exclusivamente técnicos. Al impartirse en una Facultad de Teología el enfoque es necesariamente multidisciplinar, incidiendo en su dimensión teológica, espiritual y pastoral.
¿Cuándo nos encontramos ante un verdadero conflicto y cómo enfocarlo?
–Un conflicto es una diferencia de intereses, ideas, estilos y percepciones que entran en contacto. Los conflictos interpersonales son los que más nos interesan. Las personas se conocen mejor cuando resuelven juntas un conflicto: mejora la calidad en las relaciones y la apertura en las conversaciones.
Las causas potenciales de aparición de conflictos son principalmente tres: diferencias personales, tendencias humanas conflictivas y causas contextuales (por ejemplo, falta de espacios de diálogo en una empresa). Este punto es importante, pues el conflicto sólo podrá solucionarse si se conoce la causa o causas.
La resolución de conflictos supone gestionar la imperfección –propia y ajena–, por lo que se hace necesario profundizar en el conocimiento propio y en el de los demás para detectar los potenciales motivos de conflicto y fomentar las actitudes personales.
En concreto, se puede ayudar a desarrollar y potenciar actitudes como la apertura, la flexibilidad, la generosidad para superar lo propio, la voluntad de consenso, etc.
El Programa de Formación Permanente en acompañamiento espiritual y resolución de conflictos
El Programa de Formación Permanente en acompañamiento espiritual y resolución de conflictos se trata de un título propio de la Universidad de Navarra. El curso se impartirá en la sede de Pamplona entre el 26 de octubre y el 7 de diciembre de 2023.
Se compone de cuatro asignaturas, que incidirán en distintos escenarios de la vida cristiana (sacerdocio, vida consagrada y laicado). En ellas, se abordará la centralidad de la libertad en la elección personal y en la vida de la persona.
También se tratará de la influencia de los factores psíquicos, la personalidad y las circunstancias externas en la vida moral y espiritual de la persona. Asimismo, se profundizará en la detección, clasificación, influencia y tratamientos de los trastornos psiquiátricos más relevantes y, por último, se trabajará en el abordaje y resolución de los conflictos personales, familiares y de la comunidad.